César Manzanos
Doctor en Sociología
JO PUNTUA

Nóos toman el pelo

Una de las consignas más lúcidas que explican la génesis y los resultados de la economía capitalista es la que dice «la corrupción es el sistema». Efectivamente, la corrupción ha demostrado ser el sistema sanguíneo de un mercantilismo de acumulación pilotado por la especulación financiera. Empresarios, banqueros y demás fauna humana mueven una maquinaria dedicada a hacer que en el mundo cada vez el genocidio económico se cobre más víctimas, mientras, la posesión de la riqueza está cada vez en menos manos. Fíjate que los dueños del mundo caben en un autobús.

La última sentencia convertida en actualidad e interpretada por las empresas mediáticas es el más claro ejemplo de cómo se utiliza el sistema penal y fiscal para legitimar al Estado, a la Administración de Justicia y, en este caso, por supuesto, a la Monarquía. Una sentencia bien medida en todos sus términos. Las premisas son claras: no se condena a la Monarquía, sino a quienes la han tratado de ultrajar, utilizando sus vinculaciones familiares con ella para aprovecharse. Lo importante es exculpar a quien tiene sangre azul y condenar simbólicamente a esos bastardos que la avergüenzan.

Pero además, si de paso la sentencia sirve para mostrar ante los ojos de los televidentes que el sistema de justicia criminal aplica la ley para todos inculpando a empresarios corruptos que han utilizado su relación con la más noble institución del estado para enriquecerse ilícitamente, al mismo precio, matamos dos pájaros de un tiro. Lo dramático es que en cuanto se fabrique la actualidad, al día siguiente de cerrarse el caso Nóos, que eclipsa el caso Gürtel, que a su vez eclipsa el anterior, todo se habrá olvidado y las consecuencias políticas y sociales serán intrascendentes. La televisión seguirá vendiendo banalidad, los políticos falsas promesas y los empresarios y banqueros en sus planes estratégicos no declarados analizarán como fueron pillados con las manos en la masa para volver a defraudar, malversar, estafar, prevaricar, explotar, robar sin ser víctimas simbólicas propiciatorias de un sistema penal a su servicio. Y por si alguien duda sobre al servicio de quien está la policía, la judicatura y la cárcel un simple dato: la misma Audiencia Provincial de Palma que ha absuelto a la Infanta Cristina condenó hace un mes a un joven a tres años y medio de cárcel por robar una bicicleta.