Pablo CABEZA
BILBO
Elkarrizketa
SILVIA GUILLÉN Y ANDER ORDUNA
VOZ Y BATERÍA DE HIBAKUSHA

«Es difícil movilizar a la gente para que descubra caminos por su cuenta»

Hibakusha nace en Iruñea hace poco más de cuatro años. El quinteto presenta su segundo álbum «Oihu isilak», un modélico disco de metal moderno que supera en todos los aspectos a su disco debut «Abuztuak 6». Sus componentes provienen de diferentes bandas de la escena metálica de la ciudad, desde Kerasy a Tears from Hiroshima pasando por Down of the Maya, Attikus Finch o Shinimagi.

Catalogar a un disco de metal como elegante puede inducir a pensar que se trata de un álbum falto de músculo. No, “Oihu isulak” (Gor discos) es estilizado por el sonido tan cuidado, por la equilibrada apuesta metálica entre dureza y melodía. Un punto de encuentro complejo que requiere experiencia, talento y mucho trabajo. Experiencia la tienen porque Silvia Guillén, Ander Orduna, Iñaki Pulido, Indusi Zubiat e Iñaki Santos se han curtido en proyectos anteriores, pero la capacidad es una facultad que viene de origen o bien que se trabaja con intensidad y empeño.

Con “Abuztuak 6”, su anterior disco, no contaron con las mejores circunstancias para sonar adecuadamente, pero los contratiempos han quedado olvidados con “Oihu isilak”, portador de diez canciones lanzadas desde la batería, golpeadas por el bajo, coloreadas por incisivas guitarras y abrazado por la melódica y armónica voz de Silvia Guillén, que se muestra como una sobria cantante.

Para que todo suene bien han grabado con Brigi Duque “Koma” (El Drogas) en Sex to Be Studios, que bien conoce lo que es el metal y cómo sonorizar una batería. Silvia prefirió grabar en Alakrania Studios, al lado de Arkaitz Miranda, experimentado vocalista. Y la masterización y mezclas las dejaron para Erik Monsonis, español residente en México especializado en metal extremo y toda clase de rock, sea rugoso o más limpio.

Con toda la estructura bien planificada y con una buena base de composiciones, la apuesta no podía salir mal y “Oihu isilak” se muestra como un excelente álbum de metal donde llama la atención la capacidad vocal de Silvia, siempre bien afinada, a veces apoyada por sórdidas voces guturales, las guitarras, en ocasiones dobladas con la lírica de unos Iron Maiden, abruptas o limpias en busca del contraste, y la pegada rítmica.

“Momento mori”, “Arritmiaz bizi”, “120 ordu”, “Barne korapiloa”, Dunak”, “Zure islada” o “Sugea” pueden ser títulos para la síntesis del todo, pero los espejos son múltiples, por fortuna.

«Oihu isilak» parece la lógica continuación de «Abuztuak 6», más sofisticado, pero sin perder la naturalidad del metal y su corazón.

Ander: Con el tiempo todos vamos evolucionando, como personas y como banda. Desde el anterior disco debut hemos ganado en cohesión y coherencia como grupo. Dejas poco a poco de “sonar a alguien” y empiezas a “sonar a ti”. Este avance se produce tanto en fondo, composición, como en forma, que incluye la grabación (donde perfilas más la gente que entiendes que puede ayudarte a buscar tu sonido) y el diseño, de Xabi Ansó.

Silvia: La composición ha sido diferente. Antes de que yo entrara en Hibakusha, el grupo tenía “Abuztuak 6” grabado y listo para salir a fábrica. Tuve que trabajar las melodías y letras y superponerlas a esos temas [el vocalista dejó la banda en plena grabación]. Al poco, Pedro Cuadros (guitarra), abandonó la banda. Fue entonces cuando Iñaki Santos (bajista) se pasó a la guitarra e Iñaki Pulido entró como nuevo bajista. Ha habido cambios, pero “Oihu isilak” forma parte de todos los miembros actuales de Hibakusha, aportando cada uno desde el principio y haciendo que el sonido sea más nuestro.

También suena más sofisticado que «Abuztuak 6», sin que signifique blandura, falta de naturalidad o sonidos sinceros.

S: Creo que esa sofisticación viene de la evolución que hemos tenido como grupo. “Abuztuak 6” es un disco más directo y “Oihu isilak” está más trabajado, tanto en la parte musical como en las letras, claramente más crudas, pero más poéticas a su vez. Es ahí donde reside la fuerza, en el mensaje.

A: Hubo una famosa campaña de publicidad cuyo lema era “La potencia sin control no sirve de nada”. La agresividad puede ser canalizada por varios medios, no solamente con guitarras muy graves, saturadísimas, a gritos o con ritmos a toda leche. En este caso, creo que el disco ha quedado mucho más macarra que el anterior, y en parte ha sido buscado (producción) y en parte no, porque no componemos pensando en el resultado final: a los riffs y melodías que van saliendo no les das una visión global hasta que terminas todo el proceso.

El plano de la voz ha cambiado notablemente. En el primero era, en general, como una pista suelta, a veces sin integrarse del todo en la canción. Eso no ocurre ahora.

S: Con “Abuztuak 6” tuve que hacer un esfuerzo por amoldarme a unas canciones que ya estaban y hacerlo en tiempo récord porque ya tenía fecha para entrar al estudio en Barcelona. Fue una primera toma de contacto con el grupo diferente, porque en bandas anteriores había participado desde cero en la composición de los temas. Ahora, después del rodaje de años y con el grupo ya asentado, he podido aportar mi propia personalidad desde el principio en “Oihu isilak”, y eso se nota.

Los cortes tipo guitarra thrash ahora están mucho menos presentes, quizá por eso la mayoría nos estemos inclinándonos por situarles dentro del metal moderno o contemporáneo.

A: Las etiquetas parecen ser algo indispensable en el mundo de hoy. Nos gusta encajonar todo en un sitio donde lo tengamos controlado y parece que si no podemos, es incómodo. No, no somos Mastodon, pero se pueden ver a Brann Dailor en algún break. Tampoco somos Maiden, pero no huimos de sus punteos a dos voces. ¿Nu-metal en el disco? Seguro que sí. Y también pop. Y un bajo que te sonará a Rival Sons y una voz que te puede recordar a Berri Txarrak. Hay de todo lo que somos porque cualquier artista se sirve de sus herramientas y tira de su bagaje musical. Si vas a crear una receta, utilizas ingredientes que conoces, por muchos que sean y por variado que pueda ser el resultado. La diferencia está entre el cocinero que quiere copiar a Arguiñano y al que le gusta experimentar. El primero nunca tendrá tres estrellas Michelín. Al segundo le encanta meter sintes, nuevos sonidos o diferentes tempos.

Silvia modula muy bien, al margen de cualidades naturales, da la sensación de contar con estudios.

S: Estudié en el conservatorio, pero a los 18 años lo dejé porque lo que me gustaba era la música moderna y en aquel momento estaba muy enfocado al clásico. El metal me llegó hace unos 15 años y me cautivó. Fue entonces cuando decidí formar un grupo con unos amigos, intentando imitar lo que escuchábamos: System of a Down, Guano Apes, Skunk Anansie o Deftones.

Llegan de dos bandas previas de manera directa: Tears from Hiroshima, que les inspira para llamarse Hibakusha y Kerasy, donde cantaba Silvia.

A: Así es. Nuestro anterior cantante abandona el proyecto que teníamos justo en mitad de la grabación, en 2012. Por suerte aparece Silvia, y entre todos conseguimos adaptar a su timbre, y al euskera, un disco que era para una voz masculina mucho más cercana al death y en inglés. Nuestro nuevo nombre “Hibakusha” hace precisamente referencia a los supervivientes de la masacre de Hiroshima, lo cual nos pareció un juego de palabras acertado. Years From Hiroshima era un proyecto en el que teníamos mucha fe, con el que ganamos varios certámenes y entendimos que el resto de miembros debíamos continuar pese a los inconvenientes. Por suerte Silvia fue muy profesional para que todo saliera adelante. Los resultados no tardaron en llegar y nos alzamos con la victoria en el concurso “Encuentros”, el más importante en Nafarroa, siendo además el primer grupo en hacerlo cantando en euskera.

El metal como género puede llevarse la atención global del disco, pero los detalles fluyen por todas las canciones.

A: Nuestras canciones suelen tener elementos que las hacen singulares. Un sinte, un coro, un piano, un solo que te traiga a Van Halen o un muro de coros a lo Mr Big. ¿Por qué no? Cualquier elemento puede enriquecer un tema, dejarlo respirar, o incluso llegar a ser la punta de lanza dentro de un pasaje. Son estos detalles los que rematan la personalidad del grupo. La gracia de un estilismo son los complementos.

No hay muchas oportunidades para que toquen en salas, locales o bares las bandas de metal, ni siquiera las modernas. ¿Una situación insostenible?, ¿injusta?

S: La cultura está muy desvalorizada y mercantilizada. En un mundo donde cada vez te lo dan todo más mascado, es difícil movilizar a la gente para que descubra nuevos caminos por su cuenta. Insostenible no es, acabamos de fichar con la discográfica GOR y eso siempre es una ayuda. El trabajo al final siempre da sus frutos, pero hay que pelear muy duro.

A: Hay que entender que la gente tiene negocios de los que quiere comer, igual que el músico. El trabajo de la sala es darnos unas condiciones buenas de sonido o iluminación. Nuestro trabajo es preparar buenos temas y defenderlos en directo. Y la tercera pata, que a veces se olvida, es mover a la gente para que vengan a verlo, la difusión. Recursos y medios tenemos todos a nuestro alcance gracias a las nuevas tecnologías. “Video killed the radio star” en los 80 y ahora “Internet killed the video star”, pero no podemos quejarnos, sino que hay que adaptarse y tener muy claro quién eres y a dónde quieres llegar. Sin perder de vista a todos los medios que seguís apoyando a la escena local.