Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Psiconautas, los niños olvidados»

De entre las tinieblas, asoma un mágico viaje iniciático

Más allá de los evidentes logros que atesora “Psiconautas, los niños olvidados”, merece la pena subrayar la gran apuesta o el fascinante viaje creativo en el que se ha embarcado la productora bilbotarra Basque Films y que ha dado como resultado un novedoso cambio de rumbo en la temática que habitualmente son tratadas en nuestra limitada industria de animación.

Escrita y dirigida por el director bilbaino Pedro Rivero y el gallego Alberto Vázquez, este fascinante y temible largometraje se adentra en esos siniestros paisajes en los que la infancia es tratada desde una óptica nada condescendiente y que saca a relucir esas pesadillas que espolearon la imaginación de aquel Tim Burton literario que firmó y dibujó “La melancólica muerte del Chico Ostra y otras historias”. Alrededor de este singular y penumbroso imaginario infantil también gravita la novela gráfica en la que se basa el largometraje que hoy nos ocupa y que lleva la firma de uno de su realizadores, Alberto Vázquez. Su presencia en el proyecto resulta crucial ya que amplifica a través del movimiento lo que asomaba en las viñetas.

Enmarcado en un paisaje de reminiscencias postapocalípticas y tonalidades ocres, asistimos al singular viaje compartido por dos amigos que a lo largo de su accidentada odisea tan solo buscan su propio lugar en el mundo.

Un pájaro toxicómano y una pequeña rata que lucha por alejarse de un entorno familiar axfisiante, son los dos niños Ulises que acaparan el protagonismo de un arriesgado  título en el que destaca, sobre todo, el perfecto equilibrio que emana de un proyecto que ubicado en los límites de la cordura y en un espacio cuya recreación inspira pocas alegrías, apuesta por ser mágico, fascinante e incluso divertido.