Asier AIESTARAN

NEGRO LEAGUES, UNA INJUSTICIA CONVERTIDA EN ÉXITO

La prohibición de fichar jugadores negros en las principales ligas de béisbol propició la creación de competiciones paralelas que llegaron a tener un gran seguimiento en las primeras décadas del siglo XX. Una realidad poco conocida pero importante en la historia del deporte.

La película “Fences”, nominada a cuatro galardones en la reciente ceremonia de los Oscars y que finalmente se llevó el de mejor actriz de reparto por la interpretación de Viola Davis, ha servido para poner de actualidad una realidad poco conocida por estos lares pero que tuvo un gran impacto en la historia del deporte estadounidense. Hablamos de las Ligas Negras o las «Negro Leagues», competiciones profesionales de béisbol para jugadores negros surgidos en los años de la “segregación” racial y que llegaron a tener un éxito notable entre los años 1930 y 1950.

En el citado film, dirigido y protagonizado por Denzel Washington adaptando la obra de teatro de August Wilson, se cuenta la historia de Troy Maxson, un exjugador negro de béisbol cuya carrera se vio frustrada por el racismo que imperaba en el deporte profesional de la época. Concretamente, en el deporte del bate y las bases, y pese a que hay constancia de jugadores negros en los comienzos del béisbol profesional allá por los años 1870, las prohibiciones no tardaron en llegar. En el relato oficial se citan dos años en concreto: 1867, cuando la National Association of Baseball Players decide prohibir sus fichajes, y 1887, cuando la International League prohíbe los contratos.

Son esas prohibiciones las que, inmediatamente, propician la creación de las primeras «Negro Leagues», como la National Colored Baseball League en el mismo 1887, que pese a nacer como competiciones menores y sin demasiado orden –la mayoría no llegaba a completar las temporadas programadas–, darían paso a otras mucho más potentes. Es el caso de la Negro National League, que en su segunda refundación se prolongaría de 1933 a 1948, y la Negro American League, que operó entre 1937 y 1960, aproximadamente. De hecho, las finales o World Series que enfrentaban a los campeones de cada liga fueron probablemente el culmen de estas competiciones entre 1942 y 1948.

En distintos artículos al respecto, se habla de las Negro Leagues como «uno de los mayores negocios controlados por negros en Estados Unidos», y se cuantifica en alrededor de dos millones de dólares de la época el negocio que podía manejar esa competición durante los años de la Segunda Guerra Mundial. En cuanto a los nombres propios, brillaron especialmente los de Josh Gibson y Stachel Page, dos leyendas de este deporte, pero también algún caso curioso como el de Effa Manley, mujer negra que se hizo con las riendas de una franquicia, los Newark Eagles, y que fue la primera mujer en entrar en el Salón de la Fama, en febrero de 2006.

Integración... y desintegración

No obstante, terminada la Segunda Guerra Mundial, la Major League Baseball (MLB), principal competición de béisbol hasta hoy en día, comenzó a barajar seriamente la integración de jugadores negros. Se atribuye a Happy Chandler el mayor peso en esa decisión –«si han luchado por este país por qué no van a poder jugar con los blancos», era su reflexión–, y fue Jackie Robinson el nombre que pasaría a la historia como el primer jugador negro de la MLB, al fichar por los Brooklyn Dodgers y debutar el 15 de abril de 1947. Larry Doby, otra leyenda de las Negro Leagues que fichaba por los Cleveland Indians, y Hank Thompson, con los Saint Louis Browns, también debutarían en la MLB ese año, abriendo definitivamente el camino.

Esa apertura de la MLB fue el principio del fin para las Negro Leagues, que veían a todas sus grandes figuras fichar por franquicias más poderosas económicamente. Fueron años de cierta tensión, con jugadores obligados a romper sus contratos anteriores para poder fichar por sus nuevos equipos, pero la situación era compleja para los equipos de la Negro League, ya que difícilmente se entendería su oposición a que los mejores jugadores negros pudieran fichar por los mejores equipos en igualdad de condiciones (relativamente) que los jugadores blancos.

A medida que fueron perdiendo sus principales talentos, el interés por la competición fue decreciendo y las franquicias de las Negro Leagues también fueron cerrando paulatinamente, hasta que hacia el año 1960 desaparece una de las competiciones más controvertidas de la historia deportiva.