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ELECCIONES ANTICIPADAS EN EL NORTE DE IRLANDA

DUP y Sinn Féin se juegan la primacía como la formación más votada

Los norirlandeses acuden otra vez a las urnas de forma anticipada mañana, diez meses después de las últimas elecciones a la Asamblea legislativa de Belfast y, si las encuestas de opinión no se equivocan, todo parece indicar que no se auguran mayores cambios en la conformación de las fuerzas políticas en el Parlamento de Stormont.

Las encuestas de opinión apuntan a un duelo entre los unonistas del DUP y los republicanos de Sinn Féin para ver cuál de las dos formaciones logra el mayor número de votos, con los unionistas a la cabeza por un escasísimo 0.06%, pero que según la distribución electoral se podría traducir en un número de escaños suficientes para dar al partido de Arlene Foster la mayoría requerida para encabezar el ejecutivo norirlandés.

Pese a ello, no se descarta que el voto de Foster se resienta por una caída en popularidad abismal en términos de aceptación del electorado. Si en diciembre del 2016, era la líder más popular, con un 49% de aprobación entre los votantes, a principios de febrero el apoyo del público para la exprimera ministra unionista había caído a un 23%. Eso sí, está por ver cómo repercutirá este rechazo creciente en el número de votos al DUP.

El enfado de los ciudadanos norirlandeses ante la mala gestión del programa de incentivos para calefacción renovable, una propuesta lanzada por Foster cuando era ministra de Desarrollo en el ejecutivo norirlandés en 2013, y que ahora se ha descubierto iba a costar a las arcas norirlandesas casi medio millón de euros anuales, junto con las denuncias de ocultamiento de datos, falta de transparencia y la propia arrogancia de Foster, ocasionaron la caída del ejecutivo norirlandés, cuando Sinn Féin decidió abandonar el ejecutivo ante la negativa de la primera ministra saliente aapartarse del cargo durante una investigación sobre la gestión del programa.

El veto unionista, en el aire

Ahora, esa actitud podría costarle los votos que garantizan a su partido el veto que le proporcionaban los 30 escaños con los que contaba el DUP y que le permitía bloquear cualquier discusión parlamentaria a la que se opusiera. Y, entre otras cosas, el DUP se opone a la cooficialidad del gaélico, al matrimonio homosexual y al aborto. Con su negativa a permitir una discusión parlamentaria en estas materias, el partido unionista ha transformado el norte de Irlanda en el enclace más conservador de Europa occidental.

Todos los partidos van a perder escaños, ya que la reforma de la asamblea recorta en 18 el número de parlamentarios, y si bien esta elección juzgará la actitud de Foster, también será una prueba de fuego para Michelle O’Neill, la nueva líder de Sinn Féin en el norte de Irlanda después de la retirada de la política del histórico jefe negociador republicano Martin McGuinness. En las encuestas de opinión, O’Neill consigue la aprobación de un 46,1% del electorado, siendo sólo superada por la líder del Partido de la Alianza, Naomi Long, y el unionista del TUV Jim Allister.

Difíciles negociaciones

Sin embargo, si los resultados del jueves se asemejan a los de mayo del 2016, con el DUP y Sinn Féin logrando la mayoría de los votos, se augura una larga negociación para la formación de gobierno, y los más pesimistas apuntan a la posibilidad de la vuelta del gobierno directo y centralizado desde Londres si unionistas y republicanos no llegan a un acuerdo de gobierno.

Sinn Féin ha asegurado que aunque no quiere establecer precondiciones, si va a plantear que la Ley del Gaélico irlandés –que ya formó parte del Acuerdo de San Andrés en 2006 y de la más reciente negociación del invierno del 2015– debe estar en la mesa de negociación.

En el programa electoral republicano se incluye una lista de 25 prioridades que evidentemente conformarán la agenda negociadora de Sinn Féin. Entre las prioridades se encuentran la implementación de las recomendaciones de la comisión investigadora sobre la financiación irregular del programa de calefacción sostenible, la introducción del matrimonio homosexual y la cooficialidad del gaélico. Así mismo, el Brexit se impone en el debate postelectoral, con Sinn Féin planteando la necesidad de asegurar un estatus especial para el norte de Irlanda en la Unión Europea (casi un 56% de los votantes norirlandeses quieren permanecer en la UE), así como la posibilidad de un referéndum sobre la unidad de Irlanda.