Ingo NIEBEL
Colonia

LOS COMICIOS DEL PAÍS DE SARRE CALIENTAN EL AñO ELECTORAL EN ALEMANIA

La CDU de Angela Merkel se enfrenta por primera vez al partido socialdemócrata que vive un espectacular auge en los sondeos después de que Martin Schulz tomara las riendas del SPD. Más allá del reparto de poder en la segunda Cámara alemana, el resultado influirá a nivel nacional en la estrategia electoral de los dos partidos mayoritarios.

Hoy, 800.000 ciudadanos con derecho a voto van a decidir sobre el futuro Ejecutivo del Estado federal más pequeño de Alemania y quizás también sobre el de la canciller, Angela Merkel. Desde 2012, en el País de Sarre gobierna la Unión Demócrata Cristiana (CDU) en una Gran Coalición con el SPD. Medios alemanes llaman a la ministra presidenta Annegret Kramp-Karrenbauer la «pequeña Merkel». Los sondeos auguran que la CDU podría ganar los comicios con el entre 35% y 37% de los votos, pero con el SPD pisándole los talones. con el 33%. Si las encuestas están en lo cierto, sólo dos partidos más lograrían representación, el socialista Die Linke (La Izquierda), con cerca de 12 puntos, y la xenófoba Alternativa para Alemania (AfD), con 6. Tanto los Verdes como los liberales (FDP) no superarían el mínimo del 5% requerido para entrar en el Parlamento regional.

Dado que ningún partido quiere colaborar con la AfD, solo quedarían tres opciones, siempre y cuando los pronósticos se cumplan: un Gobierno en minoría de la CDU, la continuación de la Gran Coalición o un bipartito de SPD y Die Linke. Sería una sorpresa si se diera esta última opción porque hasta ahora no ha habido ninguna coalición de este tipo en el oeste del país, pero sí en el este. Sobre la viabilidad de ese proyecto sólo se puede especular porque tanto el SPD como Die Linke tendrían que hacer una serie de concesiones.

En primer lugar, está la figura del líder socialista en el País de Sarre, Oskar Lafontaine, expresidente del SPD, cuyo paso a la izquierda contribuyó al declive de la socialdemocracia hace más de una década. La razón principal para esa separación fue la denominada «Agenda 2010», un cúmulo de medidas neoliberales contra personas sin empleo o con ingresos muy bajos, que se combinaba con una política fiscal que favorece exclusivamente a los grandes patrimonios. Y, el SPD, que se compone más o menos de los defensores de la «Agenda 2010», tendría que cambiar en parte esta política.

Pero con voluntad política un bipartito entre ambas formaciones podría ser posible en el País de Sarre. Pero a nivel nacional se necesitaría por lo menos un socio más, preferiblemente los Verdes, para que cuadren los números.

Después habría varias cuestiones, empezando por las políticas exterior y de defensa, que separan a estos tres potenciales socios.

Para calentar la campaña, el diario sensacionalista “Bild”, afirmó el viernes en un titular que «Los alemanes quieren el cambio del poder». Según una encuesta realizada esta semana para la primera cadena estatal, la ARD, la mayoría de los alemanes desearían un Gobierno liderado por el SPD. Actualmente, la socialdemocracia empata con la CDU en 32 puntos a nivel federal. Si la votación del canciller fuera directa, Martin Schulz ganaría a Angela Merkel, por 45 puntos frente a 36.

La prensa alemana todavía intenta explicar el fenómeno Schulz, quien en menos de un mes ha logrado que el SPD suba unos 10 puntos, hasta empatar con la CDU de Merkel. Ante el desprestigio que sufrieron las encuestadoras con el Brexit y la elección de Donald Trump, persisten los interrogantes. Sobre todo, hay que preguntarse si los sondeos electorales aún sirven para reflejar un determinado estado de ánimo o si también en Alemania se han convertido en instrumentos de campaña para crear el deseado estado de ánimo.

Extraña que un país un tanto inmune a una figura líder se incline tan radicalmente a favor de Martin Schulz, quien hasta hace medio año solo hacía política en Bruselas.

Por otro lado, sí es posible que las advertencias de Merkel ante los efectos negativos de la digitalización, un tema clave en la actual estrategia electoral del socialdemócrata, asusten a sus votantes, que, por ejemplo, en el sector automovilístico ven peligrar sus puestos de trabajo. Se calcula que la implantación del coche eléctrico podría acabar con el 30% de los puestos en la producción de motores de combustión.

Ante el miedo de caer en el rígido sistema de la «Agenda 2010», los anuncios de Schulz de modificarlo tranquilizan y verle como canciller un tanto más. Quizás la solución pueda ser seguir con la Gran Coalición pero con el SPD liderándola.