Carlos GIL
Analista cultural

Para que haya teatro cada día

Como hay varios días dedicados al Teatro, en general, para infancia y juventud, para los títeres, de la danza con manifiestos mundiales y locales, con tanta palabrería preformativa de efemérides me da que sería bueno hacer un movimiento por el teatro de cada día. O que cada día haya teatro. Y si es posible obligatorio. Que todos los teatros que existen en el mundo tengan programación todos los días, de manera continuada y que deban estar llenas todas sus butacas en cada función por decreto.

Cada ciudadano deberá ir, por obligación y bajo condena de no obedecer, al teatro un número estipulado de días al año según edad, condición social y estudios, para conseguir descuentos en sus conexiones de telefonía, días extras de vacaciones pagadas, obtener el carnet de conducir o para poder ver un partido de fútbol. Se pasará lista, como cuando se va al colegio. Un ciudadano adulto deberá ver, como mínimo, sesenta y cinco obras, espectáculos, ballets o pasacalles al año. Documentados y con certificación. A partir de ahí, cada diez presencias voluntarias de más, rebaja de dos puntos en su declaración de IRPF.

Las entradas serán a precios asequibles, relacionados con el poder adquisitivo de cada cual. Todos los creadores serán funcionarios públicos de las categorías más altas. Se crearán escuelas oficiales cada cincuenta mil habitantes y universidades de las artes escénicas en cada comarca para proporcionar los gestores, dramaturgas, directores, técnicos y actores imprescindibles para este implementar de manera inmediata este realista plan.