Joseba VIVANCO
Athletic

Con determinación y alevosía

Los leones, un equipo de «carteristas» ante Las Palmas, hicieron sangre de un rival que confundió salir jugando con salir jugándosela.

«Venga ya, corta el rollo y no me hagas perder el tiempo», es más o menos lo que Indiana Jones le viene a decir al guerrero árabe que cimitarra en mano le corta el paso ‘‘En busca del arca perdida’’ y cuya situación el aventurero encarnado por Harrison Ford resuelve con un disparo seco y certero ante tanta floritura. Lo que más o menos el Athletic respondió a la suicida propuesta futbolística de Las Palmas, o parafraseando a Mike Tyson, todo el mundo tiene un plan hasta que le golpean en la boca. El de los canarios se sabía desde antes de tomar tierra en Loiu; el de los bilbainos era más previsible todavía: golpear de inicio la salida de balón del rival y cuando uno ejerce esa presión con el convencimiento con el que se aplicaron los leones, y el contrario confunde salir jugando con salir jugándosela, sucede lo que sucede, que acaba en triunfo con determinación y alevosía.

La enésima victoria rojiblanca en casa se ciñó al guión preestablecido. Los canarios son una perita en dulce lejos de las Islas y más con los deberes de la permanencia hechos. Presa propiciatoria para un Athletic que salió con la intención de no hacer prisioneros. La prueba fue que desde 1989 el conjunto bilbaino no marcaba en Liga tres goles antes de los primeros 20 minutos de juego o que era la primera vez que se iba al descanso este curso con más de diez –11 en total– remates.

Arriesgaron los leones, como luego reconocería Ernesto Valverde, jugándose el tipo en esa obsesión por el robo de balón, y acertaron de pleno. Mikel San José no solo adelantó al equipo sacándose la espina con su primer gol de cabeza esta campaña, o asistió a Aduriz en otro, sino que abanderó esa primera línea Maginot que tantas pérdidas provocó a los isleños: casi un centenar de balones se dejaron por el camino los de Quique Setién, caso de los 15 de un Jonathan Viera desquiciado, o los 14 y 10 que perdieron, respectivamente, sus laterales, especialmente Dani Castellano, al que Raúl García, en banda, le amargó su salida de balón hasta ese robo que propició el avance de San José y asistencia generosa a Aduriz para el 5-1. Un equipo de “carteristas” el Athletic.

Doblete y momento dulce del ariete para sumar el gol 200 del Athletic en el nuevo campo, como actuación notable de un Iturraspe guardando las espaldas a los de arriba y poniendo criterio a la posesión cuando la velocidad de crucero tras robo daba tregua. Porque el Athletic fue un equipo verticalísimo, voraz. Y ahí tuvieron mucho que decir los ‘Zipi y Zape’ del vestuario. Si alguien dijo una vez que Robben y Ribery son una pareja que necesita dormir en bandas separadas para mantener el frenesí, lo de Williams y Muniain en Viernes de Pasión fue un revolcón a primera vista. Espectacular la telepatía entre ambos –tanto que hasta un disparo del primero lo interceptó dirección a gol el segundo–, enchufados al alimón, algo que nos gustaría se convirtiera en norma y no en excepción. Como arrebatadores fueron los balones a seguir del bilbaino, caso del primer gol de Aduriz en que Iñaki alcanzó los 33,1 km/h para luego asistir al donostiarra. Partidazo defensivo de un Yeray que hace de la lucha entre defensa y atacante un ejercicio de supervivencia. Como reflejos y una concentración a prueba de soledad la de un Kepa que se sacó en el 81 una única intervención que hasta el mismísimo Sepp Maier, homenajeado en el descanso, aplaudió tanto como San Mamés a él.

«Un partido redondo», redondeó San José, valga la redundacia, la resaca del inapelable 5-1, un duelo desigual en el césped, hermanado en la grada merced a una afición canaria de ‘Primera’ y una local que respondió a la llamada del club, 36.000 espectadores, para asistir a un paso más del Athletic hacia Europa. Antes, como avisó Valverde, «vamos a ir a jugárnosla a Ipurua». Y lo hará con «confianza y moral» tras este triunfo.

«Noche mágica» de Iker

Una «noche mágica» resumió Iker Muniain tras la victoria. Sobre todo la suya. No solo hizo el primer doblete de su carrera en Liga –ya anotó uno ante el Celta en Copa el día que cumplió 21 años–, sino que el primero lo hizo de libre directo, salvando por fuera la barrera de tal guisa que el propio Messi lo hubiera firmado, y el segundo de volea desde fuera del área, él, que desespera hasta el más pintado con sus “chutines”. Pero es que sacó córners, tiró paredes, dibujó diagonales, se hartó a protagonizar ocasiones como ese cabezazo que se le fue fuera por poco en el segundo tiempo –a centro, cómo no, de Williams–, y, por si fuera poco, no solo fue el segundo que más pases dio, tras Iturraspe, sino que acabó siendo el que más balones robó, hasta once, en un ejercicio de compromiso solidario que, en definitiva, fue lo que todo el equipo. Sus brazos en aspa tras cada gol, abrazado a la grada, dicen todo.J.V.