El alcalde de Bilbo y su equipo no adoptan nuevas iniciativas relacionadas con la recuperación de la memoria histórica. Oposición y asociaciones memorialistas obligaron a Juan Mari Aburto a moverse, lo que motivó el cambio de denominación de varias calles, pero lo cierto es que esa dinámica se ha frenado en el año en que se cumplen ochenta de la ocupación de la capital vizcaina por los fascistas.

Hace dos semanas, la concejala de Udalberri Amaia Arenal recordó a las 113 víctimas del bombardeo sobre la fábrica-refugio de Cotorruelo, demandando que esas personas fallecidas «no caigan en la segunda muerte que es el olvido». Ante los homenajes en Durango y Gernika, la edil dijo que Bilbo «no puede ni debe quedarse atrás».

«Las cientos de bilbainas que perdieron la vida a causa de las bombas, para hacernos una idea durante el mes de marzo de 1937 aproximadamente unas 253 personas murieron a causa de los bombardeos contra la población civil, merecen ser recordadas para que jamás olvidemos que el golpe de estado franquista además de robarnos la democracia, también nos robó muchas vidas», subrayó Arenal.

Intento fracasado

Es cierto que el PNV ha llevado a cabo algunos movimientos pero sus propuestas han sido rechazadas por la oposición. Aburto exploró la posibilidad de organizar un homenaje a «todas las víctimas», advirtiéndole al menos EH Bildu y Udalberri que no lo contemplaban, al pretender «mezclar» a personas muertas en muy diferentes circunstancias. Esos contactos los mantuvo el concejal jeltzale Mikel Álvarez, que abandonó sorpresivamente el Ayuntamiento.

Su acta la ha recogido Gotzone Sargardui, aunque desde la oposición no saben si asumirá esta materia y si hay intención por parte del Gobierno Aburto de avanzar, tal y como insistentemente le requieren. El 19 de junio se acerca, fecha clave ya que ese día se cumplirán ocho décadas de la entrada de los franquistas en Bilbo tras meses de bombardeos y supuso el inicio de años de brutal represión sobre miles de bilbainas y bilbainos, muchos de los cuales perdieron la vida, otros todo lo que tenían por las «incautaciones», depuraciones y la cárcel.

Asociaciones memorialistas y partidos de la oposición en el Consistorio bilbaino entienden que el PNV no quiere «incomodar al PP». Al efectuar ese análisis, no se limitan al ámbito municipal, lo extienden al menos al autonómico, a la vista de las relaciones fluidas que mantienen las formaciones que lideran Andoni Ortuzar y Alfonso Alonso.

No cabe duda de que los emplazamientos a los jeltzales se van a intensificar, como tampoco es descartable que el PP vuelva a promover alguna iniciativa como las que indignaron a las víctimas del franquismo.

 

Simbología y calles franquistas que los jeltzales se resisten a retirar a pesar del dictamen

EH Bildu, al igual que las asociaciones memorialistas, estima que hay todavía muchos aspectos de la memoria histórica en Bilbo que hay que abordar, citando expresamente el callejero. Un nuevo elemento de simbología franquista que han descubierto es una cruz, erigida en el entorno de Santo Domingo, en Artxanda, que recuerda la toma del monte en 1937 por parte de los requetés. El hito, apuntan, tiene vinculación con los carlistas, ya que se incluye otra fecha, 1873, coincidiendo con otra batalla que tuvo lugar en esos parajes.

Insisten en las calles que, según un dictamen de Lakua, están vinculados al franquismo y debieran desaparecer como Pedro Astigarraga, Alto de Somosierra, Plácido Careaga, Eliseo Migoya, Guardia Municipal Bernardino Alonso, Marcelino Oreja, Pedro Cortés, Ramón Basterra, Pedro Eguillor, Federico Moyúa, Tomás Zubiria Ibarra y Reyes Católicos. También piden analizar otras como Canciller Ayala, Bergé y Salcedo, Víctor Chavarri, Luis Salazar Zubia, Luis Echevarría, Menéndez y Pelayo, Enrique Ornilla y Severo Unzue. A.G.