Joseba VIVANCO
Athletic

«Tengo la sensación de que mi trabajo aquí está hecho»

Ernesto Valverde achaca al desgaste de estos cuatro años, propio y del entorno, la decisión que ya venía de lejos de no renovar. «Es lo mejor para el equipo y para mí», resumió en un emotivo adiós.

«Eskerrik asko, de verdad, de todo corazón». Fueron las sentidas últimas palabras de Ernesto Valverde al tiempo que se despedía pulgar arriba y su inconfundible guiño bajo una nube de fotógrafos. Enfilaba camino hacia el que será su próximo banquillo, en el que, perjuró, comenzó a pensar solo tras dejar la sala de prensa de San Mamés. El de Barcelona, aunque dejara claro que hasta ese instante no había hablado con ningún equipo, cosa bien distinta que ha habido clubes «importantes», como los hubo en estos cuatro años, reconoció, que se han interesado por sus servicios. El hombre tranquilo, comedido, paciente, se vio ayer incapaz de contener sus emociones en un adiós cargado de sentimientos, de reflexiones, de titulares. Sorbió agua por dos veces para digerir lo que confesó «es un día duro para mí». Hasta necesitó serenarse un instante. Midió cada palabra, cada pensamiento en voz alta. Y hasta ablandado por el momento, y para sorpresa de todos, tuvo que detenerse, bajar la cabeza, contener las traicioneras lágrimas, desnudarse ante las cámaras y mascullar un comprensivo «esto es complicado...». Lo verbalizaba, lo llora quien habla de «mi Athletic». Desde el corazón.

Ernesto Valverde se va con el deber cumplido. Eso dijo. Con la pena de dejar la casa de uno, pero con la conciencia tranquila y sosegada por tener la sensación de que «mi trabajo aquí está hecho». Por eso insistió en que su marcha no es un drama. Es un paso delante. Un peldaño más. Es ley de vida. Dijo meses atrás que no quería que nadie le enseñara la puerta de salida y ayer dejó claro que «nunca me la han enseñado. No lo he sentido en ningún momento», teniendo en mente que «quería marcharme bien de aquí». Y lo hace, sabedor de que su tiempo con el Athletic en esta su segunda aventura rojiblanca como técnico tocaba a su fin. «Notas el paso del tiempo. Los cuatro años pesan. Hace falta que alguien venga a agitar la coctelera, alguien con ideas nuevas. Que sea un acicate para los jugadores. Que los que parecen titulares se tengan que ganar otra vez el puesto, que los que juegan menos tengan una perspectiva diferencia. Un cambio les va a venir bien después de cuatro años... y, siendo sinceros, creo que a mí también», reflexionó sobre el porqué de su marcha, el mismo mensaje que les trasladó a sus jugadores apenas un par de horas antes en el vestuario donde los reunió para comunicarles su decisión. Esa que todos esperaban.

La mejor decisión «para todos»

Su máxima de renovar paso a paso la quebró por el Athletic. Vino por su familia y «porque Josu estaba de presidente». Lo hizo, deslizó, en una situción que catalogó de «dificililla», como un «reto», pero también como una «obligación porque el Athletic me llamaba». Hoy, cuatro años después, «son ellos los que me han ayudado a mí. Que me llamaran ha sido el favor más grande que me han hecho en mi vida. Siempre he agradecido querer vivir lo que he vivido aquí», dijo correspondido hacia club, jugadores, afición.

Pero toda historia tiene un prólogo y un epílogo. Al final de la temporada pasada en su cabeza ya «veía difícil continuar» un quinto año. Así se lo trasladó a Urrutia, el cual, dijo, trató en todo este tiempo de convencerle para que se lo pensara. Y no fue el único. «En caliente podría haber renovado, en frío no», se sinceró respecto a lo que ha sido un debate consigo mismo.

Los porqués, casi huelga decirlos. El desgaste. El Athletic te da, pero erosiona como nadie si lo llevas muy adentro. Lo resumió como nadie el italiano Giuseppe Trapatoni cuando dijo lo de que «los entrenadores son como el pescado, que pasado un tiempo empiezan a oler». Valverde aseguró ser consciente del desgaste en el entorno, en su relación con la propia plantilla, de la exposición mediática, «y lo asumo». A ello se ha sumado un «año complicado», una «campaña en la que quizá no hemos estado tan afortunados en el juego», en la que la «exigencia ha sido mayor», donde «hemos tenido más críticas por nuestro juego» y «hasta voces que pedían un cambio de etapa» tras la eliminación europea. Circunstancias que «no me sorprendieron». Y las conversaciones con Urrutia durante la campaña pivotaron sobre esa merma. Se lo trasladó al presidente, este le pidió que lo reconsiderara y «hace unas fechas» le dio la respuesta definitiva. Y llegó el día, ayer, dilatando la comunicación oficial conjunta, asumiendo por ello «el coste de la especulación».

Extrañará a los jugadores

Se va casi en silencio. Sin despedidas. Se va como es. Le sobra y basta con el reconocimiento de la calle. «Ha habido bastante gente que me ha pedido que me quede, pero tengo que ser honesto conmigo mismo. No puedo quedarme por complacer a la gente. La decisión que tomo es la mejor para todos, lo digo de verdad», asumió en uno de esos momentos en los que la voz le traicionaba. Agua. «No lamento nada de lo que hecho aquí. Ni las derrotas ni los errores, son parte del juego». No lamenta irse porque lo quiere ver como «una celebración», pero sí siente y mucho, «no poder llevarme a todos estos de aquí», acertó a señalar a sus jugadores, al fondo de la sala, en los segundos más emotivos de la media hora larga de comparecencia. Pidió una tregua. Bajó la guardia. Sobraban las palabras. Como las despedidas. Valverde nunca se irá.

 

Valverde aclara que «este proyecto no está agotado, son un equipo increíble»

Pulgar arriba, entre aplausos de los presentes y la pregunta sin respuesta de si el Barça es su inmediato destino, algo cantado cuando dejó traslucir que el próximo reto «tiene que ser más difícil». Así se fue Valverde, sin confirmar su futuro, siendo respetuoso con los tiempos y deshaciéndose en elogios hacia la plantilla que deja atrás. No reparó en agradecimientos ni alabanzas y quiso dejar claro que el proyecto sustentado en estos jugadores no acaba aquí. «A los jugadores les he dicho que este grupo va a permanecer en la memoria de la gente. Aquí estamos para ganar, no nos vamos engañar, pero también para que siempre nos recuerden. Hemos intentado transmitir siempre algo a los aficionados. Y este equipo ha dado un ejemplo permanente de superación», se explayó. Un equipo que, insistió, «ha conseguido que entrar en Europa parezca normal, eso es importante», aunque advirtió a la gente que sea consciente de lo complicado que es y cómo en sus tiempos de rojiblanco festejaron la única clasificación «como si hubiésemos ganado una final».

Txingurri deja tras de sí una plantilla consolidada. La mayor parte del once titular en el Calderón inició con él este periplo hace cuatro años. Y subraya, «este no es un proyecto agotado, tenemos un Athletic increíble. Es un equipo con recorrido y eso es una satisfacción para mí». Un equipo al que cada vez se le exige más, como reconocía ha sucedido este año en que las cosas no han ido tan bien. «Este equipo ha creado una obligación», la de alcanzar cada curso Europa, lo que a su parecer no está mal porque «las obligaciones al final en los equipos funcionan». El de Viandar de la Vera no quiere reconocimientos, es más, al ser preguntado sobre cómo cree que será recordado, dijo que «se te recuerda por tu equipo, por los jugadores». Y reiteró, «yo me quedo con el espíritu del grupo, ha sido lo mejor. Es difícil encontrar un nivel de compromiso y compañerimo como el de este equipo». Y es que «trabajar con esta gente es lo mejor que me ha pasado».

A Cuco Ziganda –dijo desconocer quién sería su revelo–, «le deseo suerte, que su suerte será la mía, como socio que soy. Le diría lo mismo que a cualquier otro. Que sea él mismo, tiene que entender de táctica, de estrategia, manejar los momentos de presión, las ruedas de prensa y sobre todo de personas». En eso Valverde ha demostrado ser de los mejores. Lo volvió a evidencia ayer, diciendo hasta siempre en un ejercicio de dulce transición para el buen aterrizaje del navarro.J.V.

 

Urrutia cumple su pacto y Cuco firma dos años

No podía ser de otra manera porque estaba pactado y firmado de antemano, si Ernesto Valverde dejaba el banquillo durante la presidencia de Josu Urrutia, Cuco Ziganda sería su relevo. Y así ha sido. Ayer tarde el navarro firmó para dos temporadas, las que le quedan de mandato al de Lekeitio. El nuevo entrenador, que será presentado este mediodía, dijo en declaraciones a la TV del club que «conocer el entorno es positivo y me considero la persona adecuada». Aseguró tener un «equipazo» que puede «hacer cosas muy chulas». Y añadió: «No vamos a regatear esfuerzos».J.V.