Víctor ESQUIROL
TEMPLOS CINÉFILOS

Antes del trastorno por estrés postraumático

Cannes es, sobre todo, exceso. De todo aquello que podamos relacionar con el cine. Es el festival total, pues concentra, en doce días, casi todos los films que van a marcar el año. Una experiencia –maravillosamente– traumática. Los enfermos llegamos a la línea de meta delirando y pensando en las secuelas que nos va a dejar la aventura. Con esto y con más de cincuenta películas digeridas. Aun así, nos falta tiempo para volver con la sensación de que lo hemos visto todo.

Prohibido despistarse. Hasta el último momento, nadie está a salvo. Cuando las quinielas del palmarés se habían cerrado en torno a Ozon, Campillo, Coppola y los Safdie, apareció Lynne Ramsay y nos obligó a revisar los cálculos. “You Were Never Really Here” es la última película presentada este año en la Competición por la Palma de Oro. La cinta más extrema del concurso y una de las más acertadas. Como el más letal de los asesinos a sueldo. Así actúa la película y así se nos presenta a un Joaquin Phoenix en funciones de hitman siempre acosado por las exigencias de una misión imposible, y por los fantasmas de su pasado, los cuales nos persiguen también. Ramsay firma el film más violento de la temporada... dejando la sangre casi siempre fuera de campo. A través de un bombardeo de imágenes estilizadas, empalmadas con un montaje loco, la directora convierte el thriller / action movie americana clásica, en moderno y rabiosísimo terror. El objetivo es meternos en la desquiciada mente no solo de un hombre, sino más bien de una nación entera, sumida en el más aberrante de los trastornos por estrés postraumático. En este momento histórico, y en nuestro estado, imposible no empatizar. Brutal.

Y por aquello de seguir demostrando lo sobrado que va, “le” Festival bajó el telón con “Basado en una historia real”, lo nuevo de Roman Polanski. Clausura de lujo para una película menor en la carrera del maestro... y aun así, tan gratificante como cabía esperar. Emmanuelle Seigner y Eva Green se dan réplica y levantan otro juego perverso marca de la casa, con el arte, la seducción y la locura como principales ingredientes. Un Polanski tan previsible como divertido, perturbador y estimulante. Caldo de cultivo ideal para que vaya creciendo ese postraumatismo cannoise.