Víctor ESQUIROL
CRÍTICA «Wilson»

La familia Feel Good

La de momento breve carrera del director y guionista Craig Johnson puede interpretarse como una ilustración casi perfecta de la deriva del cine “independiente” americano a lo largo de la última década. Desde sus orígenes de aire mumblecore con Mark Duplass hasta la película que ahora nos ocupa, sus películas han ido trazando un recorrido cada vez más claro, encaminado este a ganarse el favor del gran público. Meta perseguida siguiendo, punto por punto, el manual Sundance.

Esto es, la meca del indie, nacida bajo la sombra de los grandes estudios, y erigida ahora en potente industria, que determina y va a rebufo de los gustos y modas del espectador medio. Para entendernos, Carig Johnson es un claro exponente de ese cine que, bajo la apariencia de transgresor y alternativo, esconde una propuesta de lo más conservadora. Algo así como una píldora conseguida en mercados algo alejados de la más estricta legalidad, pero cuyos efectos (tanto los primarios como los secundarios) son de lo más positivos para el organismo... sin además exigir el pago posterior de ninguna secuela.

En Estados Unidos lo llaman “feel good movie”, y en esto se ha especializado Craig Johnson. “Wilson”, adaptación de la novela gráfica homónima de Daniel Clowes, nos presenta una serie de catastróficas desdichas, la mayoría de las cuales giran en torno a los patosos intentos de un patoso misántropo por construir una familia. Sobre el papel, lo narrado podría pasar por dramático, pero en manos de Johnson adquiere las formas (y los efectos) de una comedia. Con su punto de amargura, desde luego, pero con un balance final que no deja lugar a dudas. Esta bufa odisea protagonizada por Woody Harrelson es una ración comprimida de buen rollo. Resultado logrado a base de chistes no muy inspirados pero sí bien ejecutados, testigos incontestables de la gracia que siempre produce la –inofensiva– desgracia ajena.