Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Paula»

Libre ante un lienzo

Al contrario de lo que suele ocurrir en películas que pretenden abordar el mundo del arte desde una perspectiva tremendista y en el que los artistas son tomados como seres extremos condenados a la autodestrucción o la locura, en “Paula” nos encontramos con la saludable opción del simple disfrute del arte y de lo que conlleva la creación, desde el punto de vista de una pintora que apostó por romper esquemas enarbolando su personalidad carente de prejuicios y libre de corsés. Teniendo presente que Paula Modershon-Becker tardó en ser reconocida por su talento, en este biopic que reniega del subrayado gratuito descubrimos un discurso enraizado en el propio arte y en que las tendencias y vanguardias son analizadas con pulcritud y respeto a través de las óptica de una pintora “criada” en el seno de aquella comunidad de artistas de Worpswede que inspiró un libro al poeta Rainer Maria Rilke, el cual también asoma en este filme mediante una presencia teñida de grisura y tristeza.

A lo largo de este periplo filmado, en el que la protagonista nos guía a través de un paisaje pictórico que fue habitado por figuras tan representativas como Auguste Rodin, Camille Claudel o Cezanne. Adentrarse en este laberinto de colores y rupturas supone en manos del cineasta Christian Schwochow una apasionada forma de recrear una época vibrante pero muy arraigada en tendencias que se resisten a ser superadas.

Los silencios y la libertad que muestra en todo momento Paula Modershon-Becker figuran como las herramientas que el cineasta ha utilizado para plasmar en la pantalla la riqueza emocional e íntima de un personaje que se reveló contra el ahogo doméstico y artístico.  Por todo ello, merece la pena destacar la labor interpretativa que ha llevado a cabo una Carla Juri que en todo momento asume el peso dramático del conjunto actoral.