Víctor ESQUIROL
LA CASA DE LA ESPERANZA

La lista de la familia Zabinski

Hablando de historias reales que merecían ser llevadas a la gran pantalla... la del clan Zabinski. Una familia que regentó un zoológico en la Varsovia ocupada por el ejército nazi, y que incluso en las circunstancias más adversas, consiguió vencer al miedo para lograr que el bien se impusiera al mal. El relato está reducido a la mínima esencia, sí. Porque el espacio es limitado... y porque la película en cuestión no permite explayarse mucho más.

El nuevo trabajo de Niki Caro luce, desde los títulos de crédito iniciales, como una tv movie del montón. Una de esas que sacrifica el arte cinematográfico, no para que luzca aquello que está contando, sino precisamente para que dicha historia (sin lugar a dudas conmovedora e inspiradora) tape las carencias del conjunto. La jugada es más vieja que la Segunda Guerra Mundial: Las –supuestas– buenas intenciones están ahí para poder jugar la carta del eximente artístico.

A lo largo de dos horas, la directora de origen neozelandés se apoya en fórmulas emocionales y visuales gastadas por infinidad de reposiciones domingueras en la pequeña pantalla. “La casa de la esperanza” tiene en su favor el poderoso valor de una narración que se sigue sin ningún esfuerzo, aunque a decir verdad, ahí está parte del problema. En el poco espacio que se deja al espectador para que construya sus propios sentimientos con respecto a lo que está viendo. La separación entre buenos y malos es tan descarada que en demasiadas ocasiones se sobrepasan los peligrosos límites de lo ridículo. Una sensación agudizada por el siempre imperdonable agravante del potencial desaprovechado. Pongamos, por ejemplo, a la protagonista: Jessica Chastain, una de las mejores intérpretes de su generación... en una de las pocas actuaciones desafortunadas que se le recuerdan.