Joseba VIVANCO
HISTORIA ROJIBLANCA

Viva el Athletic «manquepierda»

Fue una final de infarto. Tres horas de fútbol. Y una veintena de penaltis mediante, el Athletic perdió una ilusionante final de Copa ante el Betis. Fue en1977, justo hace hoy 40 años. Inolvidable.

«Los seguidores del Athletic forman la mejor afición del mundo que conozco: gastan dinero y, sobre todo, un humor enorme, ganen o pierdan». Lo contaba un taxista madrileño a uno de los periodistas enviados por ‘‘La Gaceta del Norte’’ a la finalísima de Copa entre Athletic y Betis, la primera que dejaba de llamarse del Generalísimo, la infartante de 1977, la de los 20 penaltis, la del único que seguramente falló en toda su carrera el especialista Dani, la de la inoportuna ‘paradinha’ de Iribar, la que paradójicamente nos ganaron dos vascos, Rafa Iriondo y Esnaola, la que movilizó a la capital española a 50.000 athleticzales por tierra, aire y por mar si hubiera hecho falta. El final de una final que ni el mismo Hitchcock hubiera ideado en sus mejores sueños, la que se jugó, y se perdió, hace justo hoy 40 años.

El marcador reflejó 2-2 con el tiempo reglamentario cumplido. Mal el favorito Athletic, por encima de sus posibilidades el gran Betis de los Esnaola, López, Cardeñosa, Alabanda, García Soriano, Megido, Anzarda y un joven Gordillo que comenzaba a asomarse. Nada más acabar la prórroga, y mientras los jugadores se iban tumbando sobre la hierba, Koldo Agirre se acercó a Iriondo y le dijo: «Vais a ganar la Copa vosotros, porque tienes una flor en el culo». El técnico rojiblanco recuerda que Rafa se rió y se dio la vuelta. «Nosotros lo tuvimos en la mano, pero Rafa tenía mucha suerte en la vida», rememora Koldo. Pero como decía el aludido, «la fortuna hay que buscarla y ganársela».

Y así fue. Desde los once metros, Cardeñosa mandó fuera y Esnaola se lo paró a Dani, sí, a Dani. Siguiente tanda. Por parte bética, Sabaté, gol. Alabanda, para Iribar. Esnaola, gol. Eulate, gol. Bizcocho, gol. Por la bilbaina, Amorrortu, gol. Villar, para Esnaola. Alexanco, gol. Rojo I, para Esnaola, pero el trencilla García Carrión estima que se ha movido antes de tiempo y hace repetir, gol. Iribar tiene toda la responsabilidad no en sus manos, sino en su pies. «Nos quedaba algún jugador de campo por tirar, estuvimos buscándolo, pero no aparecía por ninguna parte», recuerda hoy el ‘Chopo’ sin nombrar a nadie. Dos años antes se había estrenado desde los once metros y le marcó a Artola. Pero este 25 de junio, otro arquero de Andoain, José Ramón Esnaola, lo detuvo. «Chilla, chilla, la Copa pa Sevilla».

La secuencia de aquellos penaltis la saben de memoria los aficionados más veteranos. Muchos de ellos tomaron parte en aquella caravana rojiblanca hacia Madrid. La prensa vizcaina cifraba en 400 millones de pesetas los que se iban a aflojar de sus bolsillos. Apenas habían transcurrido diez días de las primeras elecciones postfranquismo, y solo siete meses antes, en diciembre de 1976, el propio Iribar saltaba al legendario césped de Atotxa con una ikurriña también sostenida por Inaxio Kortabarria, capitán de la Real Sociedad. No es de extrañar por ello que el Vicente Calderón, Madrid entera, fuera un auténtico akelarre de banderas vascas hasta no hacía nada prohibidas.

Un enaltecimiento político que se veía con mucha suspicacia por parte de una España que se volcó más con el Betis quizá también porque hacía solo unos días ETA había acabado con la vida del financiero Javier de Ybarra. Es más, el mismo día de la final, en Ordizia, un guardia civil era ametrallado dentro de su Seat 127 por «unos jóvenes» que salieron de un Morris 1.000 sustraido en Ormaiztegi.

El Athletic era el favorito para todos. La reventa hizo su agosto en pleno junio. Entradas de 300 a 2.500 pesetas. En la grada, aplastante mayoría rojiblanca, 30.000 a 20.000, aunque el presidente verdiblanco Núñez Naranjo se apresuró a dejar para la historia la bilbainada de que «cada bético anima por cuatro vascos». Fue así después del último de los cuatro lanzamientos detenidos por Esnaola. Los miles y miles de seguidores bilbainos se quedaron helados en la cálida noche madrileña. Y los jugadores sin corte de pelo gratis como les prometió la peluquería ‘Nikols’, sita en el entonces centro comercial de Zabalburu.

Desilusión en el equipo, un ‘‘Athletic aburguesado’’ cargaba las tintas la prensa bilbaina, casi nadie dio la talla, especialmente señalados hombres como Churruca, Irureta, Villar o el propio Rojo I –«Esnaola se movió en todos los penaltis», fue el único que se quejó–, y triunfo merecido del Betis por unanimidad. Y para colmo, la vuelta a casa de los seguidores desplazados no estuvo exenta de polémica e incidentes. Fue a su paso por Burgos. Lunas de autocares y turismos rotas, ikurriñas quemadas y una treintena de heridos narraba la prensa castellana, especialmente al pasar por el barrio de Gamonal. Los rojiblancos dijeron que fue una emboscada, los burgaleses que los bilbainos provocaron lanzando monedas y mendrugos de pan. Incidentes en Burgos, Villafría y Venta de Baños. Fue el peor epitafio de una triste final de Copa que tanta ilusión había despertado, tantos infartos provocó y tantos recuerdos nos dejó. Y aun así, viva el Athletic ‘manquepierda’.