D.G.
FESTIVAL DE JAZZ DE GASTEIZ

RAYNALD COLOM SE HACE MAYOR

EL INQUIETO TROMPETISTA CATALÁN SE RODEA DE UN CONJUNTO DE MÚSICOS SENSACIONALES PARA CONVENCER A UN PÚBLICO NUMEROSO EN SU RETORNO AL TEATRO PRINCIPAL. HOY SERÁ EL TURNO DE LINDA MAY HAN OH.

La primera vez que supe de Raynald Colom fue con motivo de la edición de “My Fifty One Minutes” (Fresh Sound New Talent, 2005). En aquel disco el trompetista catalán mostraba su interés por el Miles Davis eléctrico o el colectivo Soulquarians, que reunía a artistas nusoul como The Roots, D’Angelo o Erykah Badu. Una fórmula que a su vez ya había tamizado Roy Hargrove en su proyecto RH Factor, quizás el referente más próximo. Las deudas estaban ahí, pero la música sonaba fresca e inquieta, denotaba buen gusto y anticipaba un futuro prometedor.

Tuve que esperar para verle en directo hasta su primera aparición en Jazz del Siglo XXI, donde presentaba “Evocación” (Adlib Arts, 2009). Permanecían la ambición y la sombra de Miles, también el instinto para la exploración, ahora con tintes de flamenco. El dosier de Raynald Colom deja translucir sus inquietudes fuera del jazz y su amor por absorber sin ortodoxia otras músicas adyacentes. Cada paso, una tentativa y otra sorpresa para el aficionado, porque lo suyo siempre ha sido más una cuestión de alma que de capacitación, a pesar de sus muchas virtudes.

Aunque Raynald sigue cómodo en el registro medio de la trompeta, su fraseo se ha vuelto más rico, profundo y meditativo. Ha madurado y no tiene prisa por llegar a su destino. Pero mantiene un gusto exquisito, como prueba la elección de sus acompañantes para esta cita: el puente entre tres brillantes generaciones de músicos de jazz. Marco Mezquida, consagrado como el pianista más interesante en la escena actual del “jazz con Ñ”. Marc Miralta, –junto a Jorge Rossy y David Xirgu– el batería más brillante de su promoción. Y Horacio Fumero, un contrabajista que lo ha sido absolutamente todo en esta música, desde sus días junto a Tete Montoliu. Fumero sigue siendo garantía de solidez y personalidad: su preciosa intro en el segundo tema de la tarde resume todo lo anterior y justifica que el título de la composición lleve su nombre.

La colaboración de Joel Ross en el vibráfono es bienvenida y ofrece sus momentos (“It is love”) cuando el timbre no se superpone al piano, pero casi es lo de menos.

El cuarteto sonaría de maravilla también sin él, en originales de Raynald como “La llegada”, o clásicos de Joe Henderson como “Shade & Jade”. Era el día de Monk –¿no lo es siempre?–, y el quinteto aprovechó la ocasión para sumar al repertorio “Ugly Beauty” en una bonita relectura que preparó la traca final, donde Marc Miralta se gustó. A modo de propina, “Stable Mates” (Benny Golson), un relajado mano a mano entre Raynald Colom y Joel Ross. Moltes gràcies.