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BERLÍN

Berlín amplía el derecho a vetar ventas de empresas estratégicas

Al Gobierno de Angela Merkel no le ha hecho ninguna gracia que corporaciones chinas hayan adquirido empresas alemanas que cuentan con una tecnología punta lograda, en parte, a base de subvenciones estatales. Por eso, pretende cambiar ciertas reglas de juego.

El Gobierno alemán ha aprobado esta semana un decreto que amplía la posibilidad de vetar la venta de empresas vinculadas a infraestructuras estratégicas a compañías o inversores de estados no europeos. «Somos una de las economías más abiertas del mundo, pero también nos preocupamos de que haya una competencia leal. Se lo debemos a nuestras empresas, que a menudo se enfrentan a competidores de países con una economía no tan abierta», subrayó en un comunicado la ministra de Economía, Brigitte Zypries, en referencia a potencias como China.

El Ministerio de Economía aseguró que el decreto se enmarca dentro de la legislación europea, que permite revisar operaciones que puedan suponer una amenaza para el orden público o la seguridad, y no rebaja los requisitos que debe cumplir el Gobierno para prohibir una adquisición.

En paralelo, Alemania, el Estado francés e Italia han lanzado una iniciativa en el seno de la Unión Europea para modificar la legislación comunitaria.

La norma alemana llega después de que el año pasado el fabricante de electrodomésticos chino Midea se hiciera con la mayoría del accionariado de la compañía germana de robótica Kuka por 4.600 millones de euros. La operación causó gran revuelo ante el temor de que China se hiciera con conocimientos tecnológicos alemanes.

Poco después, el Ministerio de Economía frenó la compra de Aixtron, una compañía del sector tecnológico, por parte del inversor chino Fujian Grand Chip Investment (FGC).

«Una península asiática»

Zypries recordó que en los últimos años las ventas de empresas alemanas a compañías extranjeras han aumentado en volumen y complejidad, y subrayó la necesidad de reaccionar. El decreto amplía la obligación de notificar operaciones relacionadas con empresas de «infraestructuras estratégicas» y también los plazos para analizarlas, buscando «más protección y reciprocidad».

Hace un par de semanas, la canciller Angela Merkel ya advirtió sobre las posibles consecuencias del expansionismo económico chino. «China tiene como tradición pensar a largo plazo, en términos históricos. Desde Pekín –añadió–, Europa es vista, más que nada, como una península asiática». No obstante, asumió que «ciertos sectores de la economía alemana dependen de China» y defendió el diálogo con Pekín para lograr «un desarrollo armonioso que beneficie a todos».