Oihane LARRETXEA
PREVENCIÓN DE RIESGOS LABORALES

LA SEGURIDAD Y LA SALUD, INHERENTES AL EMPLEO DE CALIDAD

Hablar de empleo de calidad es hablar del tipo de contrato y de salarios, pero también de seguridad y salud laboral. No hay garantías ni condiciones dignas sin estos factores que afectan a la salud física y emocional de los trabajadores. Los expertos opinan: invertir en medidas de prevención hace a las empresas más competitivas y sostenibles.

La bajada de los salarios, lejos de tender a desaparecer, se extiende. Ligada estrechamente a la precarización, es una tendencia, un «fenómeno» que antes se achacaba a las economías emergentes; hoy ni si quiera países como Alemania la esquivan. La grave crisis financiera, los altísimos niveles de desempleo –especialmente entre la juventud, las mujeres y los mayores de 45 años–, los recortes laborales y los cambios en la organización del trabajo han aderezado el escenario actual, un mercado donde los contratos temporales, parciales, incluso puntuales –de días u horas– son habituales. La melodía de los autónomos y los freelance suena parecida.

El Estado español está a la cabeza de la precariedad laboral, según recogen los titulares más recientes. El sueldo más frecuente se situó en 2015 en los 16.500 euros anuales, y se consideraron salarios bajos los inferiores a 12.977 euros brutos. Esta cifra abarca a más del 17% de los trabajadores, de los que el 65,5% son mujeres, como indica María Dolores Rico García, perito judicial en prevención de riesgos laborales (PRL) y ponente en el curso de verano de la UPV-EHU sobre los retos de futuro en esta materia.

En opinión de esta auditora, los bajos salarios y la precariedad laboral están estrechamente ligados y desencadenan una «precariedad de derechos». «En los empleos de bajo salario –añade– hay más inseguridad laboral, los horarios son peores, suelen ser temporales o parciales, y hay mayor riesgo de pobreza». ¿Resultado? Suponen riesgos para la seguridad y la salud, no solo física, también emocional y sicosocial.

Rico citó el proyecto de investigación Sophie financiado por la Unión Europea, cuyo objetivo ha sido generar nuevas evidencias sobre el impacto de las políticas estructurales en las desigualdades en salud en el Viejo Continente. El estudio ha recomendado actuaciones políticas dirigidas a terminar con el crecimiento del empleo precario y mejorar las condiciones para proteger la salud de las personas trabajadoras, porque su calidad y la regulación del mercado son la mejor medicina para el bienestar.

Empleados temporales

Hay algunos «olvidados», asegura Rico, en alusión a determinados grupos de trabajadores, como los que son empleados a través de una ETT. Sobre este punto planteó la siguiente reflexión: «¿Es la temporalidad un riesgo laboral por naturaleza?». Los datos ayudan a responder de manera afirmativa: «En 2015 el índice de incidencia de los trabajadores temporales fue 1,8 veces mayor que el de los trabajadores indefinidos». Una tendencia que se da en todos los sectores.

Y no hay visos de mejora a juzgar por la evolución de los años más recientes: en trabajadores cedidos a través de ETT, la siniestralidad laboral registrada en 2016 muestra una tendencia al alza y aparece incrementada respecto a 2015 y 2014.

La formación que reciben estas personas, y si esta es «suficiente y adecuada para el puesto», los «riesgos a los que están expuestos» y la posible «falta de experiencia y conocimiento» sobre la empresa, las condiciones de trabajo, y las medidas de prevención y protección son circunstancias a tener en cuenta, advierte la auditora en PRL.

Autónomos

Según los últimos datos del Ministerio español de Empleo y Seguridad Social, en junio de 2017 había 3.238.410 trabajadores autónomos en el Estado español. Pese al elevado porcentaje que representan, Rico los sitúa entre los «olvidados». «La prevención en riesgos laborales entre autónomos es una tarea aún pendiente», lamenta. Apunta varios motivos: falta de cultura y mayor preocupación por la marcha de su propio negocio –y, por ende, su futuro– que por su seguridad. Por lo tanto, son personas muy expuestas a los riesgos.

Entre los retos, propone reforzar la seguridad de este colectivo, mejorar las herramientas de autodiagnóstico, incidir en los programas de formación y crear un observatorio específico donde se aborde la siniestralidad para analizar variables y causas. Según un informe de la Federación Nacional de Trabajadores que Rico trae a colación, en 2016 se incrementó casi un 50% el índice de siniestralidad con accidente mortal: 17 en 2015 frente a los 25 del pasado año.

Trabajadoras del hogar

Habla en femenino porque el 90% de las personas que se dedican a las tareas del hogar y cuidados de personas mayores o dependientes son mujeres. Bajos salarios, abusos, jornadas eternas y poca protección social. «Esclavitud moderna», opina esta experta. «El empleo doméstico tiene una gran importancia en esta sociedad y, sin embargo, no está reconocido su impacto social y económico».

Se estima que en el Estado español hay unas 700.000 mujeres dedicadas a estas labores, aunque los datos de junio pasado solo cifran en 427.000 las empleadas dadas de alta en la Seguridad Social. «Los datos no reflejan la realidad», advierte, aunque reconoce que no siempre ocurre porque el empleador se niegue, sino porque las empleadas prefieren no declarar el empleo. En cualquier caso, recuerda que quien contrata «está obligado» a garantizar unas condiciones «dignas» y a que el trabajo «se realice en las debidas condiciones de seguridad y salud», para lo cual debe adoptar «medidas eficaces». Aparecen datos de siniestralidad, pero también hay mucha situación irregular que impide hacer una radiografía fidedigna.

Los retos de futuro pasan por incidir en la salud laboral de este colectivo y «no solo por factores tradicionales de riesgo, sino también por otros: jornadas de trabajo, descansos, estrés, ansiedad… Es necesario articular sistemas de inspección adecuados y crear un observatorio específico.

El valor múltiple de prevenir

«La prevención es rentable; lo contrario tiene unos costes altísimos: indemnizaciones, pérdidas en producción, daños de imagen y reputación… entre otros», cita. Rico reclama un enfoque integral que pasa por la «protección, prevención y promoción», y considera que esta debe integrarse en la política de empresa para que esta sea competitiva y sostenible.

El valor de prevenir es múltiple. En primer lugar, legalmente, porque es «impensable subsistir incumpliendo la legislación». También éticamente: el respeto por los valores cívicos y la dignidad del trabajo. «Poner las personas en el centro de las organizaciones», dicho de otra forma. Y, por último, socialmente, punto en el que recuerda, que la prevención en riesgos laborales es la primera responsabilidad social y empresarial.

 

SOLO EL 5% DE EMPRESARIOS ve decisiva la prevención para la productividad

«¿Tiene la prevención impacto económico?». Con esta pregunta invitó a la reflexión en su ponencia Juan Carlos Rubio, director de la Cátedra de Prevención y Responsabilidad Social Corporativa en la Universidad de Málaga. Él sostiene que sí. De hecho, también numerosos estudios y la prestigiosa “Safety Science” abrazan esta teoría. En su opinión, las medidas de prevención producen «productividad, calidad y eficiencia». Se trata de impactos intangibles –los tangibles son evidentes y más fáciles de identificar–. «Todo ello, de forma indirecta, redundará en la reputación corporativa», es decir, en el «prestigio consolidado» que logra una entidad.

Según expuso, son seis las variables de las que depende la reputación corporativa: los resultados económico-financieros, la calidad de la oferta comercial, la reputación interna y la calidad de vida laboral, la ética y las responsabilidad corporativa, la innovación y la presencia internacional. Las redes sociales no son una variable, pero sí un fenómeno a tener en cuenta; su inmediatez y la capacidad de expandir el mensaje nos advierten de su potencial.

La prevención en riesgos laborales «ayuda a ser líder y reputado», afirmó. El escenario ha cambiado. «Las empresas líderes hoy no son las de mayor dimensión y valor bursátil, sino las preferidas para comprar, invertir, trabajar en ella y tenerla como vecina», comentó, tal y como sostiene la consultora en gestión de reputación corporativa Villafañe.

Pero falta por asimilar la teoría. Según sus datos, «menos del 5% de los empresarios piensa que la prevención en riesgos laborales es determinante en la productividad, la calidad o la reducción de costes»; aún hoy «la motivación principal es cumplir con la ley, evitar accidentes y evitar la mala imagen».

«¿Qué dificultades tenemos para motivar?», cuestionó. Respecto a los impactos tangibles citó «el azar», puesto que «los accidentes que tratamos de evitar puede que nunca lleguen a producirse». El problema de los intangibles es que «no se perciben bien los beneficios, a pesar de las investigaciones y sus resultados».

Para lograr que se asuma mejor la rentabilidad propuso «mayor divulgación del impacto potencial» de los tangibles. «En muchas pequeñas organizaciones aún no se es consciente del enorme riesgo de supervivencia por recargos de prestaciones de la Seguridad Social por accidentes graves o mortales», declaró. En cuanto a los intangibles «del rendimiento», hay que desarrollar métodos para la valoración económica.

La falta de motivación para apreciar la prevención puede venir, barajó, por directivos que carecen de empatía o por falta de conocimiento para hacerlo.O.L.