GARA
jerusalén

La victoria palestina sobre Israel en torno a Al-Aqsa no frena los enfrentamientos

Tras once días de protestas y violencia, los palestinos ganaron el pulso a Israel al lograr que retire las medidas de seguridad en torno a la Explanada de las Mezquitas, lo que no puso fin a los choques.

Más de cien palestinos resultaron heridos ayer en los nuevos disturbios registrados en la Explanada de las Mezquitas, que estallaron pese a la retirada de las medidas de seguridad extraordinarias impuestas por Israel tras el ataque del día 14 en el que murieron dos policías israelíes y los tres atacantes palestinos. Después de once días de protestas, manifestaciones y violencia, los palestinos ganaron el pulso a Israel, que revocó la decisión que había tomado su primer ministro, Benjamin Netanyahu, a pesar de la recomendación en contra del Ejército y de la Inteligencia sionistas, una decisión que ha dejado cuatro palestinos y tres colonos israelíes muertos, y más de seiscientos heridos.

Los líderes islámicos de Jerusalén, que interpretaron la retirada de las medidas de seguridad extraordinarias como una victoria, pusieron ayer fin a las convocatorias de marchas y rezos de protesta a las afueras del recinto sagrado y llamaron a la población a volver a rezar al lugar, el tercero más sagrado para el islam y también el más sagrado para los judíos.

Pero las celebraciones de la mañana derivaron en disturbios, cuando miles de musulmanes volvieron a orar a la Explanada, donde se encuentra la mezquita de Al-Aqsa.

Según la Policía israelí, los fieles palestinos comenzaron a lanzar piedras a los agentes y contra el Muro de las Lamentaciones, principal lugar de culto judío, que se encuentra a los pies de la Explanada, y habían colocado banderas palestinas en lo alto de la mezquita de Al-Aqsa, lo que no está permitido.

También hubo tensión en los accesos, cuando decenas de personas exigieron la apertura de todas las entradas y amenazaron con no entrar cuando vieron cerrada la de Huta.

Amnistía Internacional acusó a las fuerzas de seguridad israelíes de «atacar las concentraciones pacíficas de pales- tinos cuando se acercaban a Al-Aqsa», asegurando que «parecía ser un ataque totalmente no provocado».

Netanyahu, que ayer anunció que pedirá la pena de muerte para el joven palestino acusado de matar a tres colonos, decidió colocar detectores de metales y más cámaras de seguridad en torno a Al-Aqsa pese a las recomendaciones en contra de la Inteligencia, del Ejército y del asesor de seguridad nacional que advirtieron de que «no servirían para nada» y supondrían una provocación tal para los palestinos que era probable que su indignación y reacciones fuera incontrolables. Pero Netanyahu, según el analista Saleh al-Naami, temía que pudiera pensarse que no actuaba por temor a los palestinos y era «menos insistente» que sus ministros más extremistas.