Aritz INTXUSTA
CONGRESO DEL PSN

María Chivite y el PSN, ni una mala palabra ni una buena acción

María Chivite está dando la tradicional ronda de entrevistas de cara al Congreso que la revalidará como líder del Partido Socialista de Navarra. Su discurso, después de haber acertado con su apoyo a Pedro Sánchez, tiene un tono más de izquierdas, aunque suena impostado. La credibilidad que le queda al partido y a ella misma, es bastante poca.

En los primeros días del cambio, un periodista al que conviene mantener en el anonimato, hizo la siguiente afirmación: «Lo mejor del cambio es que por fin nos vamos a ahorrar cubrir los comités del PSN». Lo decía hastiado por las eternas discusiones entre el ala mayoritaria y los llamados críticos que comandaba Amanda Acedo. Y que nunca tuvieron fuerza suficiente, ni por asomo, para conseguir que el PSN abandonara las filas del régimen… o algo así. Nunca quedaba claro del todo qué querían los críticos.

El PSN afronta mañana un Congreso a la búlgara, que acabará con la coronación de la única candidata, María Chivite, como líder del partido. Todo pura calma, más que nada, porque los cuchillos volaron antes. Solo opusieron un poco de resistencia el eterno Roberto Jiménez y Juan José Lizarbe, que parece firme en su decisión de retirarse. Por su parte, Jiménez perdió una vida apostando por Susana Díaz en la pelea por Ferraz, pero el pitillés tiene más vidas que una docena de gatos y en su regreso a Iruñea ha establecido su cuartel general a pocos metros del Parlamento.

La apuesta de Chivite –y, sobre todo, de Santos Cerdán– por Pedro Sánchez les da ahora poderes plenipotenciarios sobre el partido que el congreso formalizará. No porque Sánchez ganó en Madrid, que también, sino porque barrió en Nafarroa con un 80% de los apoyos. Pero de nada le sirve a Chivite un partido si luego la gente no les vota. De ahí que la cirbonera lance una aparente bomba antes del sábado, asegurando que los navarros han dejado claro que «no quieren gobiernos de derechas» y marcando distancias con UPN. Tras entrar en una decadencia imparable y quedar reducidos a quinta fuerza política, Chivite dice que se han dado cuenta ahora porque «las encuestas lo dicen así, vengan de donde vengan».

¿Significan estas afirmaciones que el PSN, esta vez sí, ha roto con UPN? ¿O será otra más? Dice el refrán que hay personas de las que no se puede esperar ni una mala palabra ni una buena acción. Y quizá Chivite –o mejor, el PSN, por no personalizar demasiado– pertenezca a esa tipología. Al menos, si vemos su trayectoria reciente de promesas incumplidas del «Agostazo» al «Rubalcabazo».

Y es que, si uno acude a la actividad diaria del PSN en el Parlamento, resulta que los hechos no cuadran con el nuevo mensaje. En la Cámara, María Chivite y los suyos se refugian siempre que pueden en las faldas de lo identitario para atacar al Gobierno de cambio. Y sus posiciones son tan ultramontanas como las de UPN las más de las veces.

Muy reciente en la retina está el apoyo del PSN en la manifestación por la bandera de Nafarroa, pese a haberse descubierto que era un montaje de UPN tan descarado que, si algún simpatizante del PSN quería acudir en autobús gratuito a Iruñea, tenía que llamar a la sede del partido de Javier Esparza.

No parece, pues, que haya muchas carantoñas por parte del PSN al cuatripartito, por bien que en el sentido contrario siga recibiendo manos tendidas por parte de Geroa Bai, ya que los otros tres partidos (EH Bildu, Podemos e I-E) repiten hasta la saciedad que el PSN en Nafarroa no es un agente de cambio.

Independientemente de su veracidad, sí que el nuevo discurso que Chivite escenifica parece que viene para quedarse. Es todo mero cálculo político. El PSN busca votos por la izquierda (en Geroa Bai y sobre todo en Podemos), pues sabe que si se rompe la mayoría del bloque del cambio, volverá a tener la llave. Incluso puede que sueñe más allá, con un quesito capaz de gobernar, una cuña compuesta por PSN y Podemos, y cuyo acuerdo se lo traigan ya hecho Sánchez e Iglesias. De ahí que insista en que el pacto con EH Bildu sigue estando «vetado». Pero ese sueño de Chivite es muy vago, demasiado. Hasta hoy, los bloques de régimen y cambio han sido estancos. Y todo apunta a que lo serán aún más cuando lleguen las urnas, pues la próxima contienda electoral se resumirá en si la gente quiere que vuelva UPN o no. Y en esa disyuntiva, el PSN seguirá teniendo la más ambigua de las posiciones. Sobre todo, mientras diga una cosa y haga justo la contraria.