Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Emoji: La película»

El regalado en el cumpleaños del reloj

Por mucho que Anthony Leondis haya querido seguir la estela de Pixar, lo que nos propone en su nueva apuesta en el formato animado no es más que un producto de nulo nivel artístico y, lo más preocupante, pésimo desarrollo argumental. Si bien en su arranque acaricia ciertos elementos atractivos y que hacen alusión a la imposibilidad de las jóvenes generaciones de comunicarse o interrelacionarse entre ellos si no es mediante el recurso del móvil y a través de sus emoticonos, la racanería creativa de este filme –uno de los peores proyectos animados de los últimos tiempos– queda patente a través de una sucesión de secuencias mal hilvanas y lastradas por un discurso no apto ni siquiera para mentes infantiles. A medida que avanza el metraje se intuye que “Emoji: la película” fue un proyecto que nació titubeante debido al pobre perfil de unos personajes que jamás logran empatizar con el espectador debido a la propia tiranía de los roles que deben interpretar y que están dictados por el diseño de gestos, caritas, manos y pulgares de los propios emoticonos. Si a ello le unimos un diseño artístico muy pobre y feo, topamos con un desaguisado que nunca consigue dibujarnos una sonrisa y que, debido a su paupérrimo guion, acaba por traicionar lo que se intuía al inicio y termina siendo una exaltación de los tiempos modernos dictados por teclas, pantallas táctiles y caritas cambiantes.

Tampoco debemos olvidar que a lo largo del metraje topamos con un carrusel de marcas tecnológicas y que el argumento queda con voz ronca tras ensalzar constantemente las virtudes de YouTube, Instagram y demás “paraísos virtuales”.  “Emoji” no es más que una promoción de las virtudes del universo tecnológico en el que la persona queda relegada a un mero rol de objeto. Es decir, que pone de manifiesto quién es el regalado en el cumpleaños del reloj, tal y como sentenció el cronopio Julio Cortázar.