Amaia U. LASAGABASTER

Un equipo asentado, tras cinco años de crecimiento continuo

Hace exactamente cinco años, el Eibar ultimaba los detalles de su debut liguero ante el filial del Zaragoza. Era su cuarta temporada consecutiva en Segunda B y, si bien muchos confiaban que supusiera el fin a su particular travesía por el desierto, nadie imaginaba que apenas un lustro después, el equipo azulgrana se vería asentado en Primera.

Porque, tras un lustro de avance ininterrumpido, el Eibar ya no es ni el recién llegado, ni el más pobre, ni el desconocido de la categoría. Su objetivo no varía, mantenerse en la elite, pero ahora lo afronta con un bagaje que le permite identificar mejor y con mayor antelación las amenazas. Y contar con mejores medios para hacerles frente. No sólo porque sus cuentas, siempre envidiables, baten récords de beneficio curso tras curso, sino porque esa misma trayectoria le convierte en un destino más atractivo que antaño. A Ipurua ya no sólo llegan meritorios con hambre o veteranos queriendo reencontrarse. También se visten de azulgrana jugadores contrastados y con un buen número de pretendientes de la misma categoría.

Claro que ese aval de la línea, imparable, que vienen marcando los armeros desde 2012, conlleva su riesgo. O al menos plantea una incógnita. ¿Está capacitado este Eibar, acostumbrado a navegar con el viento a favor, para afrontar un mal momento? ¿Para asumir la posibilidad del fracaso?

Con esa duda, y con el deseo de no tener que resolverla, los eibarreses arrancan su cuarta temporada consecutiva en Primera, la tercera con José Luis Mendilibar al frente, después de que el zaldibartarra renovara, siguiendo su costumbre, por un año más al final de la pasada campaña. Se mantiene el cuerpo técnico al completo y buena parte de la plantilla que el curso pasado no sólo consiguió el objetivo de la permanencia con holgura, batiendo todos sus marcas –puntuación, goles, victorias...– en la categoría e incluso aspirando durante buena parte de la Liga a meterse en posiciones europeas.

La baja más sensible, no por menos esperada tras su temporadón y la avalancha de rumores, llegó a una semana de arrancar la pretemporada, con la marcha de Florian Lejeune al Newcastle. Sin olvidar, bastante peor, la de Yoel, que se lesionó la rodilla durante sus vacaciones y afronta una larga recuperación. El gallego, curiosamente, se había convertido en el primer «fichaje» del curso, después de que el Eibar hiciera efectiva la cláusula de su contrato de cesión, abonando un millón de euros al Valencia para hacerse con los servicios del guardameta hasta 2019. Con su lesión, los armeros tuvieron que volver a rascarse el bolsillo, esta vez para fichar a Marko Dmitrovic, portero del Alcorcón.

En total, el club ha realizado siete fichajes, por los que ha desembolsado casi siete millones y medio de euros –ingresó doce por Lejeune–: dos guardametas (los ya mencionados Yoel y Dmitrovic), un central (Paulo Oliveira), un lateral (Cote), un mediocentro (Joan Jordán), un extremo (Alejo) y un delantero (Charles). A los que hay que añadir, confirmada la nueva cesión de Unai Elgezabal y Pere Milla, el regreso de Jordi Calavera y la renovación de Ramis.

Por el contrario, las bajas sólo han sido cuatro, con el traspaso de Lejeune y la marcha de Dos Santos, Luna y Adrián, lo que, teniendo en cuenta que el Eibar busca todavía un central, deja la plantilla con un superávit considerable. Más aún teniendo en cuenta que Mendilibar prefiere manejarse con grupos no superiores a los 22 hombres. Ahora mismo, a falta de ese último fichaje y sin contar a Yoel, cuenta con 24. Así que alguno hará las maletas –en principio en calidad de cedido– a lo largo de estas dos próximas semanas.

Tranquilidad institucional

Lo gestionará el mismo equipo que lo ha hecho hasta ahora, después de que Fran Garagarza renovara su contrato al frente de la Dirección deportiva y de que la candidatura encabezada por Amaia Gorostiza ganara las elecciones al Consejo de Administración el pasado junio.

En ese sentido, sobre todo teniendo en cuenta la contundencia de los resultados electorales, el curso debería desarrollarse con muchísima mayor tranquilidad en el plano institucional, aunque en gran medida dependa de si al balón le da por entrar. Resultados deportivos al margen, el Consejo arranca el curso con al menos dos tareas, la puesta en marcha del proyecto de la Ciudad Deportiva y la resolución de la auditoría de gastos, de momento cerrada en falso.