V.E.
VALERIAN Y LA CIUDAD DE LOS MIL PLANETAS

Luc Besson hasta el infinito y más allá

La definición de cine “indie” ha mutado radicalmente a lo largo de las últimas décadas. La razón está en los cambios experimentados igualmente por la industria que lo ha sustentado. Sin detenernos excesivamente en las paradojas de dicho proceso, dejaremos el asunto en que lo que antes se identificaba como pequeño y alternativo, ahora aduce solo a lo segundo... y muy de aquella manera.

La era del cine independiente estrictamente asociado al bajo coste de sus producciones quedó atrás con el auge de Sundance, ligado este a la rentabilidad de propuestas discretas en lo que a músculo productivo se refiere. Los inversores perdieron el miedo a lo que en un principio se consideraba minoritario... y lo convirtieron en mayoritario. Y así llegamos a 2017, año del estreno de la producción “indie” (nótense las comillas) más ambiciosa de la historia. “Valerian y la ciudad de los mil planetas” es, efectivamente, una película hecha al margen de la órbita de los grandes estudios, pero también una propuesta que ha requerido un esfuerzo financiero descomunal. El productor y cineasta Luc Besson lo apuesta todo a uno de los proyectos de su vida. Adapta, sin reparar en gastos, los cómics de culto de Christin & Mézières, donde ciencia-ficción y aventuras van de la mano. El resultado es una space opera al gusto y medida del autor de “El quinto elemento”. Un espectáculo visual desbocado, ideal para proporcionar una buena dosis de entretenimiento veraniego, y para que el antes llamado indie siga rompiendo barreras.