Arantxa MANTEROLA

NEPTUNO, UN AULA FLOTANTE CON «EMPLEO SEGURO» A LA LLEGADA

Uno de los principales artífices del proyecto, José Barrio, lo califica de proyecto «innovador, concreto y eficaz» para formar a jóvenes parados sin capacitación. A partir de la próxima primavera, la goleta Neptuno será la casa-escuela de doce chicos y chicas de Ipar Euskal Herria que durante cuatro meses aprenderán los rudimentos de la cocina «y además –asegura Barrio– al final de la formación contarán con un empleo».

En su opinión, las opciones de formación para quienes salen de la red educativa convencional sin un diploma o especialidad, en general, no resultan eficaces. «Ya vale de tanto bla-bla-bla y de fórmulas costosas en las que no se garantiza un empleo y, sobre todo, un salario digno a nuestros jóvenes. Es hora de innovar y buscar otros modelos» manifiesta con firmeza este antiguo psicoanalista que ejerció durante veinte años en un hospital psiquiátrico de Pau. Se declara completamente convencido de que el proyecto ideado –«y muy meditado y preparado»–, bajo la tutela de la asociación Eaux Skadi de Ziburu, tendrá éxito.

En principio la asociación subvencionada por el ayuntamiento labortano se dedica a la pesca de ocio, pero el proyecto Neptuno no tiene nada que ver, ni de lejos, con una actividad lúdica.

Se han inspirado de programas existentes en puntos del mapa tan remotos como Montreal, Panamá y Valparaíso. «No hay nada semejante por aquí. Se trata de abrir una opción a jóvenes entre 18 y 25 años que han dejado la escuela con 16 años y no tienen ninguna formación concreta. Pero eso sí, sabiendo que cuando la finalicen tendrán también opción a un empleo en plataformas petrolíferas, cruceros, buques de la marina mercante e, incluso, en la Marina Nacional francesa. Nos hemos reunido con muchos agentes del sector, incluso con los del Instituto de la Marina de Canadá. Todos coinciden en que se necesitan operarios para las cocinas marítimas y que es un nicho de empleo con gran potencial en tanto en cuanto el turismo de ferris y cruceros está en plena expansión. Además, la propia Marina Nacional crea al año 140 empleos de este tipo», puntualiza Barrio.

Pero no solo se trata de aprender y acceder a un empleo, sino de que las condiciones y la remuneración sean «decentes». En este caso, los contratos para los ferris son de una duración de 6 meses renovables (5 años en el caso de la Marina Nacional). Los operarios de la cocina trabajan una semana y descansan la siguiente. El sueldo es de 1.400 euros netos al mes, con la manutención y el alojamiento incluidos.

Aprendizaje de cuatro meses

Este tafallés de nacimiento hace hincapié en la ventaja de estos dos últimos aspectos: «Lo de comida y cama incluidas no es algo baladí. Hace poco uno de los profesores del Liceo Hostelero de Biarritz me decía que ellos preparan a los jóvenes, pero que cuando estos salen al mercado de trabajo local, les pagan unos salarios tan bajos que no les permiten pagarse un alquiler y vivir aquí, con lo cual terminan marchándose».

Aunque antes de poder embarcar con un contrato, obviamente, hay que obtener el diploma. Para ello seis chicos y otras tantas chicas –«aquí la paridad es absoluta», subraya Barrio– tendrán que embarcarse primero en el Neptuno, que durante cuatro meses navegará en aguas del golfo de Bizkaia, entre Burdeos y Bilbo, haciendo escala durante la travesía en varios puertos (Donibane Lohizune, Hondarribia, Pasaia, Bermeo…). Baiona será el puerto-base donde permanecerá una semana al mes, para que los profesores del Centro de Formación de Aprendizaje (CFA) de la Mancomunidad vasca evalúen el desarrollo de la formación.

La formación corre a cargo del Centro de Formación Profesional Reglada, que depende del Consejo Regional de Nueva Aquitania. Además, durante una semana tendrán que seguir un curso de seguridad marítima del que se encargará el liceo Marítimo de Ziburu, un curso obligatorio por las características del marco en que se va a desarrollar la actividad laboral.

El programa de actividades diarias a bordo está ya muy perfilado «porque la vida en un barco exige un reparto riguroso del tiempo», precisa el navarro, que se doctoró en París en Antropología normal y Patológica hace muchos años tras pasar por Madrid, donde había cursado sociología Clínica en pleno franquismo. Así, desde las 8.00 hasta las 23.00 todo está muy planificado. Las horas se reparten entre cursos teóricos y prácticos de cocina, labores de limpieza del barco por parejas, cursos de inglés (80 horas al final de la formación), sesiones de natación, de buceo y de contraste con el equipo educativo y sus respectivas pausas.

Los fines de semana, habitualmente, se detendrán en algún puerto y serán los educadores y el capitán quienes planifiquen la actividad a desarrollar en tierra, en la que estarán incluídas visitas o encuentros con agentes sociales o con representantes municipales.

Aparte de estar en paro, tres son los requisitos para poder optar a esta genuina formación: no tener antecedentes penales ni problemas siquiátricos y saber nadar. Para este primer ciclo formativo, los aprendices serán elegidos a través de asociaciones que gestionan las personas en paro o los ayuntamientos que se han implicado en el proyecto.

Presupuesto de 300.00 euros

El proyecto educativo está financiado en su mayoría (80%) por el Consejo de Nueva Aquitania y el resto por el Consejo Departamental de Pirineos Atlánticos, y cuenta con un presupuesto de 300.000 euros. Colaboran, asimismo, la Cámara de Comercio e Industria de Baiona –que les cede gratuitamente el emplazamiento y servicios en el puerto de la capital labortana–, la estructura de ayuda a la inserción de jóvenes Mission Locale Avenir Jeunes y la asociación Itsas Begia, entre otros.

La formación es gratuita para los alumnos, con lo que estos no tienen que desembolsar nada para la matrícula ni asumir gastos de manutención.

José Barrio, director del proyecto ,y Jean-Marie Lissardy, presidente de Eaux Skadi, están actualmente inmersos en los preparativos y gestiones para obtener cuanto antes los permisos y fondos necesarios y para poder, de este modo, iniciar el primer ciclo experimental, lo que prevén para marzo de 2018. Está convencido de que todo saldrá bien y que la iniciativa podrá repetirse y consolidarse, «quizás con tres ciclos anuales y, quien sabe, con más barcos-escuela».

Espera, también, que en un futuro cercano las instituciones de Hego Euskal Herria se impliquen en el peculiar proyecto educacional. «Esto es un proyecto social, serio, concreto y real. ¿A qué entidad no puede interesarle? Ojalá hubiera muchos más proyectos de este tipo», enfatiza Barrio desde sus 77 años, persuadido de su éxito.

Ni astro ni dios romano, sino una goleta de CUARENTA metros de eslora

Además de los doce alumnos, la tripulación consta del capitán del barco, un mecánico, dos marineros-cocineros, dos educadores (uno de ellos perteneciente a la Marina Nacional) y dos formadores de cocina. Estas tres parejas de profesionales se turnarán cada 15 días, con lo cual el número de personas a bordo rondará las diecisiete. «Una cantidad perfecta, ya que el Neptuno tiene una capacidad para 18 personas», precisa Barrio.

Es una goleta de pabellón holandés, de 40 metros de eslora y nueve cabinas con dos literas cada una, que han alquilado a una empresa de navegación mediterránea que cuenta con una flota de 40 embarcaciones.

Anteriormente, José Barrio estuvo también implicado en el proyecto Urdaneta-Berri, parecido al actual. «Pero aquello era un programa con fines terapéuticos y formativos dirigido a jóvenes toxicómanos. La formación impartida era informática, pero en el mercado laboral no tenían salida. Se llevaron a cabo dos ciclos de formación con jóvenes de Hego e Ipar Euskal Herria que contó, entre otros, con ayuda de las instituciones guipuzcoanas», manifiesta. El Urdaneta se rompió el año pasado en una tempestad en Ibiza y fue al desguace, «pero aprendimos mucho de aquella experiencia y ese bagaje nos será muy valioso para Neptuno».A.M.