Ingo NIEBEL
ELECCIONES GENERALES EN ALEMANIA

LA NUEVA DERECHA GERMANA (AFD) SE PREPARA PARA EL ASALTO AL BUNDESTAG

Hace cuatro años, a la derechista Alternativa para Alemania (AfD) le faltaron 0,3 puntos para entrar en el Parlamento Alemán. El domingo podría duplicar e incluso triplicar los votos obtenidos en 2013. Así, se convertiría en tercera fuerza política y en portavoz en el Bundestag del rancio pangermanismo.

La Nueva Derecha es un polifacético movimiento político en Europa que también ha echado raíces en Alemania. En la República Federal de la canciller demócratacristiana Angela Merkel (CDU) se visibiliza, por un lado, a través del partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD); por otro, a través de grupos como Pegida en Sajonía o los jóvenes «Identitarios», que han copiado las formas de acción y organización de grupos ecologistas y antiglobalización para difundir, con el embalaje propagandístico del siglo XXI el pangermanismo y el racismo de épocas pasadas. Forman parte de un universo derechista mucho más grande que cuenta con sus propios medios de comunicación y con sus intelectuales. Abarca un ámbito político que va desde aquellos conservadores burgueses que han perdido su hogar político cuando Merkel decidió salvar el euro y ocupar posiciones ideológicas propias de los Verdes ecologistasy del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) hasta el neonazi Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) pasando por la secta política de los »Reichsbürger». Estos autoproclamados «ciudadanos del Imperio» no reconocen al actual Estado alemán porque insisten en que el Reich alemán que perdió la Segunda Guerra Mundial sigue existiendo.

El denominador común de todos ellos es que en la AfD han encontrado el vehículo para que sus ideas lleguen a ser conocidas a todos los niveles.

Cara a las elecciones generales del domingo en Alemania, la AfD podría obtener entre el 8 y 12% de los votos, más que suficiente para superar el límite del 5%. Dado que su electorado suele rechazar el diálogo con las instituciones del Estado y los medios de comunicación, a los que difama como la «prensa mentirosa» (Lügenpresse), los institutos de sondeos tienen problemas para calcular exactamente su potencial electoral. En los recientes comicios las encuestas se han quedado cortas en sus pronósticos.

De hecho, la AfD ha alogrado imbuirse del aura de ser un «partido protesta» contra el actual sistema político. Así, entre los que piensan que la «casta» no entiende a las necesidades del «pueblo alemán», muchos ven en la AfD la opción de darles fuerte a «los de arriba». Su discurso oficial se impregna de un cierto toqie social, con propuestas para mejorar la situación de aquellos alemanes que se consideran perdedores de esta sociedad cada vez más desigual.

Sin embargo, el programa de la AfD es abiertamente neoliberal porque prevé reducir los derechos laborales, alargar la vida laboral y bajar los impuestos sobre los ingresos altos. Estas informaciones no llegan a los que votan a este partido porque son aireadas por la «prensa mentirosa».

Además, esta formación política, que se identifica con el color azul, se caracteriza por su xenofobia y por intentar minimizar o conremporizar con el pasado nazi.

En este contexto se explica por qué el co candidato a canciller, Alexander Gauland, no ha afrontado problema alguno ahora que se ha hecho público un viejo vídeo en el que aseguraba que «los alemanes pueden ser orgullosos de sus soldados de las dos últimas guerras». Más que daño le han hecho un doble favor, primero, porque ha vuelto a dar voz a muchos que piensan que Alemania está exagerando en su autoflagelación por los crímenes nazis. Y segundo, porque ha desviado así la atención mediática de otro asunto mucho más delicado para la AfD.

El semanario Die Zeit había informado de que la cocandidata de Gauland, Alice Weidel, había contratado de forma ilegal a una refugiada siria para que limpiara la casa que habita en Suiza con su compañera, originaria de Sri Lanka, y la hija en común que tienen ambas. Se publicó también un mensaje de Weidel en el cual arremete contra el sistema político, tal y como lo suelen hacer los Reichsbürger.

Lucha interna

Ambos sucesos no han tenido consecuencias palpables en la intención de voto, más bien habrán afirmado a los simpatizantes de la AfD. Su entrada en el Bundestag supondrá que su consolidación entrará en otra fase. Las subvenciones estatales al grupo parlamentario van a influir en la lucha interna congelada por los comicios.

En el seno del partido existen muchos egos y tres polos de poder. Uno lo componen Gauland y Weidel, otro, el nacionalconservador, lo lideran los líderes regionales André Poggenburg y Bjorn Höcke. El último lo encarna la presidenta de la AfD, Frauke Petry, que se ha visto apartada de la campaña electoral por perder la pugna contra las otras dos corrientes, entre otras cosas porque le espera un juicio por declarar en falso bajo juramento.