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Carrera contrarreloj para hallar supervivientes en México

En una carrera contrarreloj, los servicios de rescate y miles de voluntarios redoblaban sus esfuerzos ayer para encontrar supervivientes entre los escombros que dejó el terremoto del pasado martes en México. Las autoridades descartaron que quedaran supervivientes en las ruinas del colegio que había representado la angustia de la jornada.

Las ruinas del colegio Enrique Rebasmen, en Ciudad de México donde se habían hallado ya los cadáveres de 21 niños, eran el escenario que representaba la angustia de la carrera contrarreloj por encontrar supervivientes del terremoto del pasado martes en México.

«Hay una niña viva en el interior, pero no sabemos como llegar a ella sin provocar un derrumbamiento y sin poner en riesgo al personal», explicaba José Luis Vergara, coordinador de la operación de rescate. «He visto a cinco niños vivos, pero están atrapados entre barras metálicas», indicó un miembro de protección civil más de 24 horas después del terremoto de intensidad 7,1 que provocó al menos 233 muertos en el país.

Pese al cansancio, los equipos de rescate y voluntarios continuaban con su búsqueda en el edificio derrumbado, que parecía un hormiguero donde se mezclaban cascos blancos, amarillos, rojos, naranjas, verdes y azules de los diferentes cuerpos de rescate.

Sin embargo, ya por la noche, el viceministro de Marina, Angel Enrique Sarmiento, descartó que quedaran más niños atrapados en el colegio.

Sarmiento explicó que, tras un recuento, se confirmó que todos los niños del centro «o desgraciadamente fallecieron, o están en los hospitales o están en sus casas». Once niños y seis adultos habían sido rescatados con vida y, en todo Ciudad de México, 50 personas han sido salvadas de los escombros, según el presidente, Enrique Peña Nieto.

En las calles, decenas de personas esperaban angustiadas noticias de sus familiares desaparecidos.

Los daños se concentraban en el sur de la capital y los barrios de Roma y la Condesa. En este último, Karen Guzmán, sentada sobre la acera, daba la espalda a un edificio donde casi 30 personas podrían estar vivas bajo las piedras.

El nombre de su hermano, que se encontraba en el tercer piso, no figura en las listas de rescatados colocadas entre dos postes. «Mi madre está buscando en los hospitales. Tiene que estar vivo. Sé que va a salir», afirmaba con una mezcla de desesperación y cólera&indentHere;.

Se calcula que más de 40 edificios se han derrumbado en la capital, donde la solidaridad de los habitantes es tal que los responsables de los rescates han pedido a la población que no envíe más alimentos perecederos.

Las largas cadenas humanas y el alboroto solo se detenían cuando los responsables levantaban el puño, la señal de que es necesario el silencio para escuchar a un superviviente.

También continuaban los rescates en los Estados de Puebla y Morelos. «Va a haber que reconstruir una parte importante de la ciudad de Jojutla que ha sido destruida», declaró el gobernador de Morelos.

 

La alerta antisísmica llegó demasiado tarde

La alerta que previene a los mexicanos en caso de seísmo se activó demasiado tarde el pasado martes. Pese a los 8.200 megáfonos desplegados en la capital, con 20 millones de habitantes, muchos fueron sorprendidos. El epicentro, en el centro del país, quedó fuera del alcance de los sensores de la costa del Pacífico. Y la proximidad de los situados en Puebla y Morelos no dejó tiempo para que la señal de alarma llegara antes que las ondas sísmicas a la capital y poder salir de los edificios.GARA