Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «La Lego Ninjago película»

Culebrón familiar con géneros de acción japoneses

Si la tercera película del universo Lego decae algo con respecto a las dos anteriores es debido a que ya se ha perdido la capacidad de sorpresa inicial, pero en el fondo “The Lego Ninjago Movie” resulta igual de divertida y absurda en toda su concepción. Sigue fiel a la chocante fórmula que transforma a unos juguetes, que no son otra cosa que piezas y bloques de montaje, en endiabladas figuras de animación capaces de construir y destruir las estructuras más complejas. El detonante vuelve a ser el humor provocativo e irreverente para la franja de edad a la que se supone que van dirigidos estos productos en teoría familiares.

Y en la práctica también, porque esta tercera entrega presenta un culebrón familiar en toda regla, que ya estaba contenido en la previa serie televisiva “Ninjago: Maters of Spinjitzu” (2011-2017), de la que he podido ver episodios sueltos. El héroe adolescente se sabe hijo del villano, y como el guiño a la saga “Star Wars” resulta tan evidente, todo el desarrollo de la relación paternofilial adopta un tono delirantemente paródico. Para más enredo, sucede que el maestro de artes marciales que entrena al grupo de jóvenes ninjas es hermano del villano, con lo que está emparentado con el prota como tío paterno.

Precisamente, este personaje del sensei Wu cuenta con la voz de Jackie Chan en la versión original, pero no acaba ahí la cosa porque se puede ver al actor en imagen real durante el prólogo y los títulos finales de crédito. Una presencia que refuerza las coreografías de kung-fu, junto con la inclusión de otros géneros de acción japoneses, como el “kaiju” de los grandes monstruos locales y el “mecha” de los gigantescos robots tripulados. Pero el mensaje que prevalece en medio del caos escénico, a través de un guion un tanto atropellado y disperso, es el de la cohesión grupal. El estelar Lloyd necesita de mucho apoyo a causa del acoso que sufre por ser el hijo de quien es.