Nagore BELASTEGI
DONOSTIA

Una mirada femenina a una problemática universal

Anahí Berneri compite por tercera vez en Zinemaldia con «Alanis», una reflexión sobre las prostitutas y su situación entre la legalidad y el estigma. La película trata de acercar la realidad que de las mujeres ejercen porque quieren, pero siguen sin contar con derechos.

Sofía Gala Castiglione, María o Alanis en la ficción, es la madre del pequeño Dante, fuera y dentro de la pantalla. El film argentino “Alanis”, dirigido por Anahí Berneri, pudo verse durante el pase vespertino de la Sección Oficial. A su entrada a la sala, la directora y la actriz, junto a los productores y, cómo no, el niño sobre el que gira gran parte de la trama, posaron en la alfombra roja con una elegancia máxima.

María, de 25 años, trabaja como prostituta bajo el seudónimo de Alanis en un apartamento en el que ella y su amiga Gisela atienden a los clientes. En una inspección, consecuencia de una denuncia de sus vecinos, Gigi es detenida acusada de trata, y Alanis se queda sola con su hijo sin dinero y sin saber a dónde ir. En los próximos días intenta sacar adelante a su bebé y ayudar a su amiga como puede.

El film trata sobre la amistad entre mujeres, la ternura de la maternidad y la autonomía de una mujer que rechaza estar al servicio de nadie y que es prostituta por elección.

«En Argentina la prostitución no está perseguida, pero tampoco es legal, así que ejercen en pisos que disfrazan de salones de masaje. En este caso detienen a Gisela por trata, porque es más fácil pensar que todas están obligadas, que se les anula la voluntad», explicó la directora en rueda de prensa. «Hay algunas mujeres que lo eligen como trabajo y así lo queríamos mostrar», puntualizó la protagonista. Respecto a este tema, aseguraron que sintieron «la necesidad» de hacer la película, si bien Berneri la rechazó en un principio. «Lo pospuse porque hasta para el feminismo es un tema problemático. Me llegan un montó de mensajes de gente a la que le ha gustado y gente que no», mencionó haciendo hincapié en que la película no pretende posicionarse a favor ni en contra de la prostitución, sino que su mensaje es otro: «Ninguna mujer debería prostituirse por necesidad, pero si lo hace que tenga unos derechos».

De hecho, en su opinión «algunas quieren ser prostitutas y otras no, pero siempre se topan con unas instituciones que las persiguen, las estigmatizan y intentan ocultar. Es una forma de ocultar la pobreza, con la que están relacionadas. Hay mucha hipocresía», denunció.

El cuerpo de la mujer

El propio cuerpo de la mujer, como elemento empoderante, es otro de los temas que tiene especial importancia en el filme. Alanis da el pecho a su hijo con la misma naturalidad con la que practica sexo, con la misma naturalidad que en efecto poseen estas situaciones.

«Nos parecía importante mostrar el cuerpo de la mujer en las dos facetas, la maternal y la sexual», subrayó Castiglione. Para ella, «lo más maravilloso» del rodaje fue el compromiso de todos. «Yo muestro el cuerpo, literalmente, pero los demás también pusieron el cuerpo; a todos os movió físicamente y espiritualmente», aseguró entre risas.

Mostrando el cuerpo de la actriz la directora quiso hacer frente a ciertas reglas de su país. «Muestra un cuerpo de madre, sin maquillaje, sin retoques. En Argentina no nos dejaron mostrar la película en algunas salas porque ‘atenta contra la familia’. Aquí he visto a muchas mujeres en la playa sin sujetador. En Argentina te arrestan por eso, si vas sin sujetador en la playa o donde sea. Para mi, un cuerpo imperfecto es lo más hermoso que hay», comentó agradeciendo a la actriz haber realizado su trabajo sin pudor.

El cuerpo de la mujer, que forma parte de la estética misma de la película, sirve también para guiar la fotografía de la cinta. «Parece que en el cine la gestualidad facial es lo único que transmite. Nosotros colocamos la cámara a la altura de las tetas de Sofía, a la altura del niño en brazos. Pensamos que el cuerpo entero transmite. No tuvimos ningún problema en cortar cabezas y en utilizar los espejos para deconstruir al personaje», habló la directora sobre los recursos de imagen utilizados, que lejos de resultar artificiales nos acercan más a la realidad de los personajes de una forma que casi parece un documental.

Y es que en cierto modo lo es. Acudieron a rodar a una plaza de Buenos Aires en la que se reúnen «las putas, los policías, los vendedores ambulantes», donde a menudo hay reyertas. De hecho, según contaron, el día del rodaje un hombre había sido acuchillado. Para captar el espíritu del lugar y plasmarlo tal cual, utilizaron varias tomas de cámara oculta, aunque también hablaron con la gente del lugar. A algunas prostitutas les pareció bien, a otras no tanto, unas pocas decidieron participar en el filme.

El proyecto partió de un cortometraje que rodaron hace año y medio. Tuvo tan buena acogida que decidieron hacer un largometraje, pero tuvieron que rodar rápido porque el niño estaba creciendo. Finalmente, cuando el film fue presentado en Buenos Aires las asociaciones de prostitutas «lo tomaron por bandera», pues se retrata fielmente su realidad.

Preguntada sobre el final de la historia, que queda abierto y sin respuestas, la directora comentó que «Alanis vuelve a encontrar refugio entre mujeres. El problema no tiene solución y no sé cómo podría ayudar yo. Lo que queremos es crear una reflexión», culminó.