Iñaki LEKUONA
Periodista

La calle

Molesto por las protestas que ha suscitado su reforma laboral, el presidente Macron ha soltado aquello de que «la democracia no se hace en la calle». Lo advirtió antes que él Manuel Valls con su «la democracia no es la calle», y antes que él Nicolas Sarkozy con aquel «con nosotros la calle jamás hizo la ley», y años antes Jean-Pierre Raffarin con un recordado «no es la calle la que gobierna», y mucho antes el primer ministro Georges Pompidou, quien acosado por las movilizaciones de mayo del 68, declaró «reforma, sí; guirigay, no». Poco después, su presidente, el general De Gaulle, perdía en la calle un referéndum, dimitía de su cargo presidencial y, para defenestrar lo poco que le quedaba de su imagen, emprendía un viaje de cortesía a Madrid durante el cual se disculparía ante Franco por no haberle visitado antes. Asegura Mariano Rajoy, heredero político del que poco después moriría plácidamente en su cama tras 40 años de paz, que la democracia no reside en la calle sino en la ley, esa de la que se cumplirán este curso otros 40 años, esa que permitió que la oligarquía franquista continúe medrando en este régimen posdictatorial. La calle no será ni gobierno ni democracia, pero la Historia enseña que ha tumbado muchos y ha levantado algunas. Y esa es más ley que toda una Constitución, por muy española o francesa que sea.