Iraia OIARZABAL
BARCELONA
Elkarrizketa
ELISENDA ALAMANY
PORTAVOZ DE CATALUNYA EN COMÚ

«Vivimos una humillación porque pensaban que no habría urnas»

Elisenda Alamany (L’Hospitalet de Llobregat, 1983) es coordinadora de comunicación de Catalunya en Comú. Proviene del sector independentista y los días previos al 1-O anunció que votaría Sí, aunque rechaza la opción de la DUI.

Representa a Catalunya en Comú y reconoce que ahora mismo el sector de los comuns requiere una mayor definición. Las diferencias respecto al proceso soberanista resultan visibles, por ejemplo, en el grupo parlamentario de Catalunya Sí que es Pot (CSQP). El 1-O Elisenda Alamany acudió a votar tras anunciar días antes que lo haría por el Sí. Sus inicios en política se produjeron en el independentismo y se declara soberanista, pero en este momento crucial su posición es claramente contraria a una DUI.

El president, Carles Puigdemont, comparece mañana en el Parlament. La Ley del Referéndum dice que con una victoria del Sí habría que declarar la independencia. ¿Qué esperan?

Nosotros decíamos que no era el referéndum que necesitaba Catalunya porque se iba a dar en una situación de excepcionalidad democrática. Incluso así hubo un montón de gente que se manifestó, que no es nada desdeñable. Pero sí que es verdad que demuestra que un proyecto para arrastrar las grandes mayorías no se da ya tanto en coordenadas de independencia sí o independencia no. La gente respondió más a la ofensiva del PP, y esperamos que lo que pase el martes dé respuesta a lo que vivimos en las calles de Catalunya. Es decir, que las coordenadas para un proyecto de grandes mayorías y grandes cambios para Catalunya pasa por un proceso constituyente que apele a esas grandes mayorías.

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Si al final se declara la DUI tendremos seguramente una declaración que no tendrá efectividad y que sí tendrá una respuesta por parte del Estado, que ya ha dicho que será la intervención de Catalunya. Y eso sería un fracaso, no solo para quienes creen que la independencia sería una vía de salida ante este conflicto sino para aquellos que no lo creen. Catalunya quedaría durante unos meses intervenida por el Estado español. Tememos que no haya una salida que responda a la pluralidad y a la transversalidad que salió el 1 de octubre y paró el país el día 3.

¿Cuál es entonces la propuesta de Catalunya en Comú?

Cuando decimos que la DUI no es la vía para salir de este conflicto es porque el camino que se ha recorrido estos 18 meses no ha sido sobre la posibilidad de construir un país para todos. Hemos visto unos presupuestos de la Generalitat que han sido continuistas de los de Convergencia. Eso ha dificultado que amplias clases populares coincidan en que este proyecto pueda responder a un nuevo país. Una DUI querría decir que parte solo de un 30% de la sociedad catalana. Tampoco, obviamente, el futuro pasa por la suspensión del autogobierno. Apelamos a una unidad del catalanismo que pase por esos sectores que existen dentro del Partido Socialista y que veladamente, a través de alcaldías y cargos electos, se han manifestado a favor de una salida dialogada. El Partido Socialista tendrá que moverse en algún momento. Nosotros emplazamos al dialogo y a una mediación internacional que pueda posponer la DUI, que exija al Estado que retire las fuerzas policiales y realmente empecemos a hablar de lo que necesita Catalunya. La prioridad es un referéndum acordado.

En el Parlament las diferencias dentro del grupo de CSQP son claras y el PSC no responde a esa mayoría social que demanda el derecho a decidir...

Cuando CSQP tuvo que hacer frente a la votación de la Ley del Referéndum dijo que ese referéndum, tal y como se planteaba, no era la solución ideal, sobre todo porque lo planteaban fuerzas que solo eran independentistas. Por tanto se abstuvo.

Yo creo que la posición del PSC llega desde el resentimiento a ese ejecutivo que en pro del derecho a decidir no ha ejecutado unos presupuestos sociales como los que se esperaban. Lo que no es de recibo es que el Partido Socialista siga insistiendo en el diálogo pero luego no vote a favor de una moción de censura para echar al PP, que es el principal adversario para que este referéndum sea posible. O que acuda a manifestaciones emplazando al diálogo pero también vaya a aquellas que van en contra de eso, como la de Societat Civil Catalana. Existe un Partido Socialista que un día dice que va a intervenir el autogobierno y otro que dice que cree en la plurinacionalidad. Parece surrealista que un partido que llevó el Estatuto de Autonomía con Maragall al Parlament al final sea el que coarte un debate como el que se iba a tener la semana que viene. Vamos a seguir emplazando al diálogo, pero no vamos a esperar al Partido Socialista.

¿Qué papel puede jugar la mediación internacional?

Estamos en una situación bastante límite. Seguramente ahora la única condición que existe para que hablen las dos partes es que el Ejecutivo catalán diga que no se va a producir esa DUI, ni en diferido ni directamente. Si esta posibilidad existe, van a tener que entrar actores sindicales y partidos como el PNV. Se ha hablado poco del PNV y del valor que ha tenido que se incluya en esta mesa de diálogo porque bloquea la posibilidad de que el PP pueda aprobar presupuestos. Ahora, la primera piedra en el camino es que Puigdemont diga que esa DUI no se va a dar.

El conflicto va a seguir ahí, no va a valer que una parte renuncie si la otra no tiene la voluntad necesaria. Va a haber que emplazar al resto de fuerzas. Más que retórica y gesticulación, va a haber que hacer política.

Podemos y PSOE son las fuerzas que más influencia podrían tener ahí, pero ya han mostrado cada cual su posición...

En el Congreso Podemos ha jugado un papel que desde Catalunya no se ha puesto en valor. Ya lo hizo en la moción de censura cuando dijo que la soberanía de Catalunya no se tocaba. Respecto al PSOE, recordemos que Pedro Sánchez ganó su campaña porque sus bases creyeron que el mensaje de la plurinacionalidad estaba dotado de autenticidad. Creo que la gente esperaba que saliera más en defensa de las libertades y de los derechos de Catalunya, que fue lo que vivimos el 1 de octubre. Pedro Sanchez tendrá que decidir si se parece más a sus bases o se parece más a Guerra. Y el PSOE tendría que hacer política con Podemos.

Quien no tardó en entrar en escena fue Felipe de Borbón con un mensaje muy duro. ¿Qué conclusiones saca?

Uno de los términos de la mediación es que las fuerzas del Estado deben irse de Catalunya porque lo único que está haciendo es generar un estado de excepción. Hemos visto en localidades como Pineda o Calella que la mera presencia policial provoca la crispación de la ciudadanía por lo que fue una situación de shock. La gente solo iba a blindar los colegios para poder votar. Ha marcado un antes y un después, se ha hablado mucho de que Catalunya ha roto ya con España, y con el discurso del rey hubo una gran mayoría en España que también lo hizo respecto a esa imagen de España retrógrada y oscura que representó. El rey tenía la oportunidad de borrar las fotos de caza de Botswana y fue a situarse delante del cuadro de un rey como Carlos III que en Catalunya tiene simbología especial.

La respuesta del Estado, lejos de dialogar, se ha decantado por la judicialización...

El PP ha puesto en marcha todo su mecanismo de Estado para parapetarse en tribunales y policía. A uno le da la impresión que con la vulneración de derechos lo que vivimos es una humillación preparada desde el Estado porque pensaban que al final aquí no habría urnas. Al final hubo urnas y se pudo votar.

Esto parece ir para largo. ¿Siguen viendo opciones para un referéndum pactado?

Es todo bastante imprevisible porque vemos también diferentes posiciones dentro del Ejecutivo catalán. Esperábamos una respuesta más inmediata después de los resultados del 1-O. Esto no ha pasado porque yo creo que ha habido una relectura en el sentido de que se dio una movilización pero no en clave solo independentista sino soberanista, que es lo que siempre hemos defendido nosotros, ese 80% que quiere decidir. Todo va a depender de lo que el Ejecutivo catalán vaya a liderar. Nosotros creemos que si otra vez solo se hace política para un 30% del país va a tener consecuencias no solo para los que apuestan por ese proyecto, sino para el conjunto de Catalunya. La situación es preocupante, porque podemos estar a las puertas de una involución democrática, más recentralización, una suspensión de autogobierno que no implica elecciones inmediatas y por tanto una incertidumbre que frustrará a las grandes mayorías sociales.