Nagore BELASTEGI

EL CAMBIO SINDICAL DESDE EL PUNTO DE VISTA ACADÉMICO

Expertos en sindicalismo reunidos por la UPV-EHU en Leioa concluyen que la globalización y los cambios sociales han llevado a las organizaciones sindicales a resituar su actuación ante nuevas problemáticas, con un análisis pendiente, su revitalización.

Norteamérica, Europa y el Estado español. Tres realidades diferentes con la globalización y los cambios sociales de una sociedad occidental como elementos comunes. Un grupo de expertos analizó las investigaciones realizadas en el ámbito sindical dentro de un seminario organizado por la Universidad y por la fundación Manu Robles. En el encuentro participaron Melanie Dufour-Poirier y Christian Levesque, de la Universidad de Montreal; Adelheid Hege, del instituto francés de Investigación Económica y Social; Christian Dufour, del centro de investigación sobre la globalización y el trabajo francés; y Beltrán Roca, de la Universidad Autónoma de Cádiz.

Dufour-Poirier y Levesque analizaron el caso norteamericano. A su juicio, en la investigación sindical hay tres fases. De 2002 al 2007, el objetivo era evaluar los impactos de la globalización en los procesos de regulación de empleo. De 2008 a 2016, trataron de desarrollar una narrativa para comprender mejor los cambios del mundo laboral y centraron sus esfuerzos en las multinacionales y las cadenas mundiales como reto a replantear la representación colectiva.

Intercambio de conocimientos

Actualmente norteamérica está en la tercera fase, que durará hasta 2020. El objetivo es crear un modelo de investigación que permita el intercambio de conocimientos entre expertos, es decir, que no vaya cada uno por su lado y las investigaciones se complementen. Prevén obtener información sobre las prácticas habituales en la empresa, las marchas nacionales e internacionales y las políticas de estado y regionales.

Uno de los problemas detectados es el «presentismo» laboral (insatisfacción laboral y fatiga extrema, que padecen puntualmente el 40% de los trabajadores canadienses. Según los expertos, el 18% cuenta con un nivel elevado de estrés sicológico y el 40% tiene síntomas depresivos debido al trabajo, lo que hace que se ausenten del mismo. Así, proponen la figura del delegado social como alternativa a la representación sindical. Su labor sería interferir en las dificultades de los trabajadores de forma confidencial y ofrecerle ayuda. De este modo, los sindicatos contribuirían a la mejora de la calidad de vida.

Por otro lado, apuestan por la implicación de los jóvenes en la acción sindical. Para ello, creen que deben ayudarles a que comprendan el funcionamiento, para que puedan participar activamente.

Un retroceso en la unión laboral

Dufour y Hege echaron la vista atrás para repasar la historia sindical europea, centrándose más en el Estado francés. Así, dijeron que en el periodo 1970-1980 los estudios se centraron en una lectura macrosocial, debido a la creación de puestos de trabajo parecidos a nivel internacional. Entre 1980 y 2000, el sindicalismo se debilitó y los sindicatos empezaron a interactuar entre sí y con los partidos políticos. La crisis de los 80 hizo que los economistas se interesaran en sus consecuencias en la macroeconomía.

A partir del 2000 existe una tendencia hacia las prácticas sindicales como una aplicación de normas legales, pero aun así siguen existiendo puntos conflictivos entre los que se cuelan los trabajos precarios.

Con una mirada más abierta a Europa, entre 1950 y 1980 tuvo lugar el «Otoño caliente» italiano marcado por la lucha obrera o las protestas para reclamar una jornada laboral de 35 horas semanales en Alemania. Recordaron que los sindicatos impusieron la idea del bien común y de la dignidad de los trabajadores, para lo cual mostraron «una fuerte capacidad de unión y de presión».

Agregaron que en los 80 los sindicatos perdieron afiliados y dejaron de ser tan efectivos al basar la negociación colectiva en los pactos sociales globales. Sin embargo, la negociación comenzó a tener legitimidad. Entre los 90 y el año 2000 se impusieron las leyes Hartz alemanas, quedando en evidencia el poder político de los sindicatos. Aseguraron que durante dos décadas Alemania tuvo altos gastos sociales y costes laborales, y un mercado laboral muy rígido. Frente a esa situación, el Gobierno aprobó las cuatro leyes Hartz que fomentaron el autoempleo y empleos con sueldos inferiores a 400 euros, y reestructuraron el sistema de prestaciones reduciéndose los beneficios contributivos y fusionándose el sistema de subsidios para desempleados de larga duración con otras ayudas sociales para personas sin ingresos. En definitiva, las desigualdades se hicieron más evidentes.

Roca, por su parte, repasó las investigaciones que se han realizado hasta ahora sobre el sindicalismo en el Estado español. Así, distinguió los estudios realizados desde el ámbito académico y desde los sindicatos, que hacen uso de sus fundaciones, como la Fundación Primero de Mayo (CCOO), Largo Caballero (UGT), Manu Robles (ELA), Salvador Segui (CGT) o Anselmo Lorenzo (CNT).

Según su análisis, los temas más recurrentes a la hora de tratar la investigación sindical desde 2011 son la acción colectiva y estrategia sindical (huelgas, protestas), la memoria social y la historia, la renovación sindical, el intercambio político y el diálogo social, y la afiliación y reclutamiento de jóvenes. Consideró que, sin embargo, pocos trabajos tratan sobre la revitalización sindical, un problema que se ve a nivel mundial en los últimos años.