Joseba VIVANCO
Athletic

Ejercicio de madurez

Un sobrio Athletic hace del Sevilla para marcar cuando lo más lo necesitaba y tirar después de oficio.

ATHLETIC 1

SEVILLA 0


Un servidor es de los que opina que competitivamente el Sevilla es el espejo en el que debe mirarse el Athletic, pero no por las ganas, entrega y convicción que también imprimen los leones sobre el verde, sino por ese idilio que atesoran los del Nervión con eso que se llama suerte, de la buena, que no solo es para el que la busca o se la trabaja, sino que como en el caso de los andaluces y desde hace ya unos años, es esa que decía Isaac Asimov favorece solo a la mente preparada. Ayer, la del Athletic estaba preparada. Madura.

En un encuentro a todo o nada, con tanto en juego para los rojiblancos, frente a su espejo, el conjunto de Kuko Ziganda hizo de Sevilla. Fue paciente de inicio; fue sufridor cuando le tocó, como en esos desconcertantes minutos finales de la primera mitad, en los que se encomendó a un excelso Kepa que si cotizara en Bolsa y tuviera su sede en Bilbo hasta los athleticzales independentistas renunciarían a la unilateralidad; fue certero cuando más lo necesitó, en ese minuto 43 en que un soldado de fortuna como Raúl García ganó esa pelota que Vesga se encargó de puentear sobre el portero rival y Aduriz proteger bajo palo hasta cruzar la cal de meta; fue valiente en la segunda mitad para maniatar en ataque al contrario hasta blindar al guardameta ondarroarra que ni Josu Urrutia y su millonaria cláusula de rescisión; y fue el espejo en que mirarse –el Sevilla– en esos seis minutos de prolongación en donde anestesió el duelo atrincherándose junto al banderín de córner, luego con dos balones sobre el césped, un cambio interminable sobrepasado el 90, la grada encimando, dándoles a los andaluces de su propia medicina, haciendo un verdadero ejercicio de madurez.

Victoria balsámica y seguramente merecida. Necesaria. Ante un Sevilla que, como el Athletic, puede que custodiara más puntos que juego pero al que la excusa le ha durado hasta la octava jornada, no como a los bilbainos que la ‘flor’ se les acabó mucho antes. Los del ‘Toto’ Berizzo soban y soban la pelota hasta desgastarla, pero adolecen, al menos ayer, de creatividad en la medular. Lo fían a esa posesión horizontal y a la intermitente verticalidad de sus alas y la movilidad de Ben Yedder arriba, que cada vez que rompía por dentro hacía girones la defensa local. El Athletic repitió de nuevo, como admitió Kuko después, con esa disposición de un ancla fija por delante de la zaga, como lo fue esta vez San José, y Raúl y Vesga por delante con libertad para ir y venir o intercambiarse. Parecen sentirse cómodos y al técnico le está dando resultados, como ante Valencia y ahora Sevilla. Tocaba y tocaba el rival, esperaba adelantado el Athletic generando, tras robo, medidos centros al área en cuando tenía ocasión y dejando muescas arriba como la de Aduriz que sacó de cerca Sergio Rico, o el latigazo de Susaeta desde la frontal que atajó el cancerbero.

La meta local no sufría en exceso, el equipo contenía bien a un rival que solo amagaba, el joven Córdoba, caído en gracia en la grada, levantaba los mayores aplausos con sus detalles técnicos aunque luego los malgastara con su lógica bisoñez. Media hora de juego y el Athletic sumaba dos remates por cero el Sevilla. Hasta que al equipo se le saltaron los plomos y los leones se fueron literalmente del choque para caminar sobre un alambre del que Kepa y sus paradas, hasta tres de mérito en cinco minutos, hicieron las veces de red. Suspense y desasosiego en el graderío que se zanjó tras un saque de banda y ese balón batallado por Raúl que Vesga trazó con sigilo al fondo de la portería. Minuto 43 y el Athletic abría su mente de par en par para abrazarse a ese golpe de fortuna, el tantas veces negado.

Descanso y abrumador dominio visitante de la pelota, que acumulaba un abusón 60%. Lo previsto, teniendo en cuenta que este Sevilla se gusta manoseando el esférico, y estéril esta vez porque enfrente se topó con un Kepa que saldaba sus cuitas contraídas en Mestalla.

Un Sevilla de más a menos

El postrero gol rojiblanco obligaba al Sevilla, que contra todo pronóstico fue una sombra de la primera mitad. La incógnita radicaba en la actitud y disposición con la que volvería el Athletic de vestuarios, conocidas sus lagunas al inicio de las segundas partes. Esta vez no hubo tal. Reclamó como penalti una clara mano en el área sevillista y respiró profundo cuando Balenziaga sacó una vaselina que se colaba. Dos espejismos que dieron paso a un partido de lucha, controlado defensivamente por los rojiblancos, sacrificados, solidarios, con un Susaeta generoso hasta el paroxismo, protagonista casi en cada acción; un Córdoba cuyo mejor premio fue la ovación del público y los aplausos de sus compañeros al ser sustituido; el enorme partido defensivo de Laporte o las cabalgadas de Lekue, un sentimiento grupal y coral contra el que nada pudo un Sevilla que le echó dinamita pero que hasta el minuto 86 no volvió a disponer de otra ocasión, que de nuevo Kepa abortó subiendo su cotización.

El Athletic, que consiguió que se jugara a lo que quiso, sustentado en un estajanovista derroche físico, dejó que el encuentro muriera para impotencia de un Sevilla que se veía esta vez reflejado en su rival, frustrado en sus intentos por una última jugada, esa que sí tuvo el Athletic en un cuatro para dos a la contra cuya presión sobrepasó al inexperto Núñez. Ahí expiró el duelo, no sin antes escenificar su desengaño el Sevilla con una artera patada del ‘cafetero’ Muriel a Laporte, tangana saldada con tres amarillas. Como tres, los puntos, se quedaron en casa.

«Susaeta no te deja tirado nunca. Es un ejemplo», le ensalza Ziganda

«Necesitábamos un partido así en casa y el equipo ha sabido dar una imagen sensacional para aguantar un marcador ante un Sevilla al que en el segundo tiempo hemos hecho estar más incómodo», se mostró satisfecho Kuko Ziganda tras la victoria, que a juicio de su homólogo Eduardo Berizzo debió haber sido un reparto de puntos. «Sabemos la necesidad que hay después de una racha sin victorias y queríamos tener un buen sabor de boca ante un grandísimo rival. El triunfo nos ha dado algo que necesitábamos. El Sevilla es un equipo que lleva años increíbles y creo que ganar a un equipo así tiene más mérito. Lo hemos visto en el primer tiempo cuando nos han hecho pasar un momento malo y nos hemos podido sujetar con Kepa. En la segunda mitad ya hemos estado más en nuestra salsa», valoró el triunfo el técnico navarro, quien reconoció, no obstante, que «en el primer tiempo hemos tenido 10-15 minutos en los que hemos estado desubicados y han sido capaces de dominarnos. Ese momento malo nos hemos sujetado con Kepa».

Y más allá del completo partido a nivel colectivo, inevitable hablar de algunos nombres propios. Uno, Susaeta, capitán, partido 445 de rojiblanco y alabado por su técnico. «Susa y Córdoba saben lo que hay, y se puede confiar en ellos, no te dejan tirado. Markel está haciendo un año de dar ejemplo, con los partidos que lleva y jugando como si fuera un juvenil... Por eso ha jugado hoy». Sobre Iñigo, «el recambio –de Muniain– es este, o nos lo creemos todos o no tiramos delante. El recambio es la cantera. Y nos encanta». De Vesga apuntó que «tiene que sumar 5 o 6 goles al año, tiene condiciones para llegar y puede jugar de área a área. Está dando un nivel más que aceptable». J.V.