Pablo CABEZA
BILBO
Elkarrizketa
JON PIRIS
CONTRABAJO DE TRIZAK

«El contrabajo debiera ser un lugar de encuentro entre armonía y ritmo»

Comienza «Trizak» con una delicada y serena «Barea». Primero una mirada entreabierta con el color primario entre contrabajo y saxo, la batería caligrafiando. Sin prisa llega un desarrollo más dinámico donde los tres instrumentos suben y bajan como un delicado vúmeter de estudio. Son, en parte, las claves del debut de Jon Piris, Hasier Oleaga y Julen Izarra, en una hora de jazz libre y denso.

Trizak es el encuentro de tres músicos habituales de la escena jazzística, aunque la vida les lleva a colaboraciones puntuales formalmente lejanas, pero su alma es negra, como el nacimiento del género, como el perfil que dibujan los tres en “Trizak” (Errabal Jazz), un álbum instrumental, de largos desarrollos que permiten al oyente situarse en estado de inconsciencia vigilante.

El trío funciona equilibrado, pero bien por las composiciones, mayoría de Piris, o por ser el alma gestora, se ofrece la oportunidad de escuchar un contrabajo muy presente. En realidad, el hecho de ser trío y por el planteamiento de la cadencia e integraciones, los planos están tan bien definidos que todas las notas viven presentes sea quien sea el que pulse, un todo diáfano e integrador que resulta satisfactorio en la escucha.

El camino trazado, si bien bajo claves improvisatorias, permite al trío jugar con las atmósferas, intrigantes en “Sakonera”; forjar ambiente bajo el sonido de “Barea”; disfrutar de la curiosa revisión del “Here’s to you”, que quizá muchos lectores recuerden como parte de la banda sonora del docudrama “Sacco y Vanzetti”, que en el filme canta Joan Baez (quien en estos días anunciaba su despedida de los escenarios) sobre creación de Ennio Morricone; revisisar en libertad la tradicional “Birjiña maite”; lucirse en la intensa “Ezer larrik ez”; envolver con la flemática “Dena erortzen da”, quizá la más contagiosa en una primera escucha y al margen de la ventaja histórica que porta “Here’s to you”; seducir con la paisajística “Rêvenchun” y el contrabajo trazando un fraseado pegadizo frente al ánimo solista del saxo o los adornos incansables de batería o se voporizan sutiles batería y saxo sobre el contrabajo de “Hariak”.

Jon Piris nace en Bilbo (en la imagen a la izquierda con Hasier Oleaga y a la derecha con Julen Izarra), con la mitad de sus vivencias materializadas en el barrio de Zabalburu, con la extensión de Santutxu donde acude a la ikastola. Por cuestiones de familia Bermeo es también parte de su recorrido vital. Ha formado parte de numerosos proyectos, pero en Trizak decide que es la hora de personarse, de dar un paso y situar su contrabajo en una línea preferente, además de la responsabilidad de aportar la mayoría de composición del álbum.

En el pop y el rock suele ser habitual que el bajista sea un guitarrista que no ha encontrado hueco, el papel del contrabajo en el jazz parece, por contra, que responde a cuestiones más académicas y de mayor peso en lo global.

En los espacios por los que me he movido, sobre todo en la música contemporánea y el jazz, no he sentido ni he visto esos tópicos. El contrabajo es un instrumento con mucho peso, con una función importante en el corazón de esos estilos y con un desarrollo impresionante los últimos cien años, al nivel del resto de instrumentos. Sí que tuve la suerte, al haber pocos contrabajistas, de empezar enseguida a tocar en orquestas y grupos de jazz, y poder pensar que era posible dedicarse profesionalmente a esto.

Pero no empezaría su afición musical con un contrabajo...

No, empecé de niño tocando la guitarra y yendo a solfeo. Un día la profesora de solfeo al verme dudando con la guitarra me propuso ir a escuchar una clase de contrabajo. La impartía un señor mayor de la banda, y el alumno era Jose Garate ‘Foisis’, bajista de Itoiz, y actualmente contrabajista de la BOS, y en aquellos tiempos un referente para mí. A partir de ahí, varios entornos paralelos: la rigurosidad del conservatorio y de las orquestas, el descubrimiento fuera de él de la música improvisada y otros aires frescos, y la escuela de realidad de bodas y verbenas.

¿Fueron músicos de referencia, cada uno con su diferente aportación, Charles Mingus, Ray Brown, Charlie Haden, Ron Carter, Oscar Pettiford...? ¿Continúan siendo base, es imposible obviarles...?

Claro, los músicos que mencionas y tantos otros forman parte ahora de la tradición del contrabajo de jazz, y son obligada referencia. En su momento, no eran tradición. Eran conocedores profundos de esa tradición para cambiarla al mismo tiempo. Están más vivos que nunca, es imprescindible estudiarlos a fondo a todos, aunque hagan falta siete vidas.

Ha colaborado en variados discos y posee una amplia historia; sin embargo, no tienes web donde glosar su trabajo, ¿pereza, innecesario?

Hasta ahora siempre he participado como contrabajista o bajista en proyectos donde otros llevaban la responsabilidad de composición o de dirección musical. Quizás por eso, más la pereza y cierto reparo tecnológico…, ha habido algo de abandono. Con Trizak he dado un paso adelante cogiendo tareas de más peso, y ando poco a poco poniéndome al día para difundir el trabajo que hacemos.

Es profesor de música, ¿qué les inculca a sus alumnos?

Soy profesor en la Escuela de Música Andrés Isasi de Getxo desde hace más de veinte años, ¡unos cuantos ya!…Para mí, nuestra labor es ayudar a incorporar la música a la vida de los alumnos: que tocar, estudiar, escuchar se fusione con las demás cosas cotidianas. Y no se trata de que repitan nuestro camino musical, sino de acompañarles en el suyo propio.

El jazz es propicio al nomadismo, quizá buscado por naturaleza o dado por el mercado a casusa de lo complejo que es tener actuaciones y caché.

Supongo que es una mezcla de esas cosas… A veces es enriquecedora esa promiscuidad musical, y lo son también las formaciones que perduran muchos años… Las bases rítmicas que han tocado mucho tiempo juntas, por ejemplo, son máquinas engrasadas donde la interacción es total. Es cierto que la falta de un circuito estable y las condiciones cada vez peores para tocar no ayudan a la estabilidad de las bandas en nada.

Con Hasier Oleaga ya ha tocado anteriormente, músico también mutidisciplinar, volvemos al nomadismo o la endogamia nusical...

Hasier me hizo el regalo de que participase en su proyecto “Cantus Caterva”, con el que hicimos dos discos, y también hemos coincidido en otros proyectos. Bendita endogamia en este caso. Siempre que puedo toco al lado de él, ya que su música y su amistad son fuente de fuerza para mí. Él es también bastante culpable de la confianza que he necesitado para que Trizak empiece a andar.

Al margen de acompañar a Ruper Ordorika, ¿ha tenido más contactos con el pop, el rock...?

La mayor parte de mi trabajo lo he hecho entre grupos y orquestas de música clásica y grupos de jazz. Ahora también ando más centrado en la música contemporánea e improvisada. Los contactos con el rock y el pop son grabaciones puntuales de grupos que requieren contrabajo. Es sobre todo una cuestión de tiempo.

¿La formación académica es lo que les permite grabar un disco con garantías en dos o tres días?

Lo que permite grabar en un par de días es la falta de presupuesto (jajaja…). También las características de esta música que hacemos: es fruto del momento presente, y la interacción entre los músicos no permite posterior manipulación. Se trata de aceptar la imperfección de la toma y saber que a partir de cierto momento la cosa no da para más.

El saxo colorea mucho, pero con una buena escucha (equipo de sonido y un poco de volumen) Trizak es una línea de tres.

La intención inicial es un trío equilibrado en aportación instrumental, y que el peso de cada uno esté bien repartido. El saxo, por sus características de solista, y por la maestría de Julen también, es el que más aporta melódicamente. La batería de Hasier tiene todos los matices rítmicos, a veces para caminar y otras para colorear. El contrabajo debiera ser enlace entre los dos, lugar de encuentro de armonía y ritmo, otra cosa es conseguirlo. Nosotros trabajamos como habitualmente se hace en jazz. El punto de partida es algo escrito a modo de guión, y a partir de ahí se improvisa poniéndose de acuerdo en estructuras y armonías. Es interesante buscar un equilibrio entre las reglas que acordamos entre nosotros y la libertad de la improvisación.

«Here's to you (Nicola and Bart)» fue un pequeño hit para Joan Baez, tema de la película «Sacco y Vanzzetti». ¿Se elige por un motivo reivindicativo? ¿Un homenaje a los luchadores?

Ésta es música sin textos, sin ideas explícitas, sin eslóganes, por suerte creo yo. Deja todas las puertas abiertas a que cada uno sienta lo que quiera sin que nadie se lo diga, incluso sensaciones contrarias en momentos diferentes. Para mí, la versión de “Here´s to you” puede unir en el tiempo a un niño de diez años escuchando el single en el tocadiscos una y otra vez hace ya casi cuarenta , y por ejemplo, el ojo herido y el brazo roto de dos músicos catalanes estos días pasados.