Carlos GIL 
Analista cultural

En situación de prevengan

Ando por Polonia en un festival que lleva el inquietante título de “Dialog”, que se ha llegado a celebrar tras muchos esfuerzos dado que el actual gobierno polado está emprendiendo una depuración ideológica en el campo cultural, afectando de manera muy directa a los teatros nacionales, que, sea dicho de paso, existen desde hace más de doscientos cincuenta años. Hay listas negras, despidos fulminantes, supresión de ayudas a compañías y festivales. Algo muy reconocible. La obra inaugural de Alain Platel fue un el Teatr Polski Scena de Wroclaw, cuyo director ha sido sustituido hace unas semanas. La segunda, en Cracovia, en el Narodowy Stary Teatr, donde también ha sufrido cambio político en la dirección, pero en esta ocasión vimos una obra dirigida por Jen Klata que también está sufriendo la desafección del gobierno de extrema derecha que está acabando con demasiadas cosas democráticas en pocos meses. Una versión de “Un enemigo del pueblo”  que no nos interesó estéticamente demasiado, muy barroca, pop, pero que nos colocó ante una situación inverosímil: un discurso en medio de la representación del actor principal de cerca de media hora. Contra el gobierno. Opiniones aparentemente personales. Al terminar la obra, la compañía leyó un texto que firman todos los hacedores de cultura polacos para parar la política de exterminio emprendida por las autoridades. En un teatro público, despotricaron del gobierno, la gente aplaudió. ¿Sería posible algo similar aquí? En Brasil tras las funciones gritan “Fora Temer”.