Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «La suerte de los Logan»

La saludable ética de los perdedores

Otrora prolífico e infatigable, el todoterreno Steven Soderbergh ha regresado al cine tras una pausa de cuatro años en los que a invertido su innegable talento en desarrollar, entre otras cosas, varios formatos televisivos entre los cuales ha destacado la serie “The Knick”. En este su esperado regreso a la gran pantalla, el autor de obras tan recordadas como “Traffic” ha apostado por un filme que tras su apariencia liviana, oculta mucha mala leche y buenas dosis de diversión. Lo que podría ser considerado como una prolongación de la exitosa saga “Ocean’s” que puso en funcionamiento junto a la troupe liderada por George Clooney, Brad Pitt y Matt Damon, se transforma en un acercamiento al caos económico que también salpicó a la llamada “América profunda”.

En esta oportunidad, dos hermanos marcados por el desencanto y el desempleo optarán por romper la maldición de perdedores que pesa sobre ello poniendo en marcha un plan disparatado que consistirá en hacerse con la codiciada recaudación de una carrera automovilística.

A través de esta fórmula, el cineasta compone una divertida y ácida propuesta que no hace más que certificar el gran estado de forma por el que atraviesa la renovada comedia estadounidensecuyo efecto podrá ser visionado en breve en nuestras pantallas y a través de títulos tan edificantes como “The disaster Artist” o la apabullante “Three Billboards Outside Ebbing, Missouri”.

Mención especial merece la galería de personajes que participa en este circense espectáculo y el tacto con el que Soderbergh ha tratado unas personalidades que eluden en todo momento el humor burdo y guiñolesco. Buen ejemplo de ellos son las caracterizaciones que abordan Adam Driver como el camarero manco y un Daniel Craig que disfruta de lo lindo encarnando a su pirotécnico y enloquecido personaje.