E l mundo de la animación es muy competitivo y complicado, máxime ahora que se solapan las distintas plataformas y abundan los productos que combinan la televisión con la gran pantalla. La franquicia “Kikoriki” nació como serie televisiva en el 2004, y la primera versión cinematográfica data del 2011, y es la que asoma a nuestras salas con seis años de retraso. No debería tener mayor importancia por ser un producto dirigido a menores de entre 3 y 8 años, aunque su origen proviene de un programa oficial ruso del Ministerio de Cultura para prevenir la violencia y el extremismo.

Si bien el propietario de la marca Kikoriki es Ily Popov, en la producción de este largometraje animado intervino el kazajo Timur Bekmambetov, que para entonces ya estaba afincado en Hollywood. El retraso en la distribución internacional puede que se debiera a las discusiones internas por utilizar un presupuesto a escala local o mundial. Pese a todo estas criaturas, cuyo nombre ruso podría traducirse como “bolitas divertidas”, ya son muy conocidas. Son nueve animales de forma redondeada, a los que se puede identificar como un conejo, un pingüino, un erizo, un alce o un oso. Lo que ocurre es que sus colores irreales y abultado pelaje les sitúan más cerca del juguete o del peluche.