Oihane LARRETXEA

LASARTE-ORIA INICIA LA ESCRITURA DE SU MEMORIA CALEIDOSCÓPICA

La localidad guipuzcoana ha elaborado un informe sobre las violaciones de DDHH y hechos violentos ocurridos en el municipio entre 1956 y 2016. Siguiendo la estela de Errenteria, desea ser una herramienta compartida para construir la memoria y la convivencia.

No es un trabajo cerrado sino todo lo contrario: el informe “Hacia una memoria compartida” de Argituz, que ha contado con el impulso del Ayuntamiento de Lasarte-Oria, la Diputación de Gipuzkoa y Baketik, queda abierto a futuras aportaciones, algo que probablemente ocurrirá, tal y como ha sucedido en el caso de Errenteria, cuyo estudio vio la luz en 2015. En la localidad de Oarsoaldea ya han editado un anexo que unirán al informe. En Elgoibar también están en ello. Se da la circunstancia que en los tres municipios la Alcaldía pertenece a diferentes formaciones: EH Bildu en Errenteria, PSE en Lasarte-Oria y PNV en Elgoibar. La voluntad es inequívoca y deja las siglas al margen.

Afirman los impulsores del estudio que para superar los hechos traumáticos del pasado primero hay que conocerlos y que no se puede actuar «como si nunca hubieran sucedido». Secuestros, torturas, muerte, vejaciones, persecución, dispersión, personas escoltadas… sufrimiento y dolor como resultado, citan. Lo fundamental es contarlo, y que lo hagan, además, sus protagonistas o sus allegados. Recoger los episodios «desde diferentes ángulos y visiones» también será importante porque, recuerda Argituz, «no existe una visión única ni una sola verdad» y «la memoria siempre es compartida».

Es, precisamente, la memoria colectiva «la única válida para estos temas». La describen como una «memoria caleidoscópica que se re-crea con cada nueva aportación y que se compone de todas las subjetividades de los protagonistas». En ese sentido, destacan de antemano que no pretenden hacer una historia de lo sucedido, sino «una memoria que una a la sociedad».

En esta visión caleidoscópica han participado 23 personas, diez mujeres y trece hombres, de todas las sensibilidades y son protagonistas o sucesores de quien ha vivido episodios violentos de distinta índole. Entre los protagonistas entrevistados se encuentran los tres últimos alcaldes desde 1986 en Lasarte-Oria: Ana Urchueguía (PSE), Pablo Barrio (EH Bildu) y Jesús María Zaballos (PSE). También ha participado el actual concejal del PP Alejandro Sáenz, así como tres exconcejales de HB, PNV, y PSE.

Los testimonios recabados sobre hechos concretos se han identificado con nombres y apellidos; sin embargo, otras opiniones posteriores sobre la convivencia, el papel de algunas asociaciones o el reconocimiento (o la falta de él) hacia algunas víctimas se han mantenido bajo el anonimato porque lo importante no es «quién» lo dice, sino «qué» es lo que dice. El objetivo, dejar al margen las posibles diferencias o estereotipos que se pudieran producir para poner el foco en los puntos de encuentro. Es una herramienta editada en clave constructiva.

Contarlo todo

El informe valora que «no todo lo que ha pasado es igual», pero agrega que todo el sufrimiento acumulado tiene que recogerse «sin mezclarlo de forma ordenada, sin equiparaciones, para poder reconstruir la convivencia. Begoña Urroz, hermana de la pequeña Begoña Urroz muerta en 1960 en un atentado reivindicado por el DRIL, considera que «tiene que aparecer todo, sean de donde sean». Igual opina Zaballos: «hay partes de la memoria que también hay que contar, como gente que ha sido torturada o un padre que tiene que desplazarse un montón de kilómetros para ver a su hijo preso. Esa parte también hay que contarla. Aunque yo no lo comparta».

“Hacia una memoria compartida” documenta las muertes de Begoña Urroz (1960), Antonio Huegun (1982), Marcelo Garciandía (1982), José Herrero (1985), Alejandro Sáenz (1985), José Javier Urritegui (1991), Alfonso Morcillo (1994), Miguel Ángel Blanco (1997) –ETA lo secuestra en Eibar, pero es hallado en estado crítico en un descampado de Lasarte-Oria– y Froilán Elespe (2001).

Tampoco olvida a Argi Iturralde e Iñaki Balerdi, madre e hijo que fallecieron en 2003 en accidente de tráfico en Albacete de camino a la cárcel para visitar al preso Juan Carlos Balerdi, hermano e hijo de las víctimas.

Los jóvenes Pablo Gude, muerto en 1984 por seis disparos de la Guardia Civil, y Mikel Kastresana, abatido por la policía en 1988, también son parte del informe.

La muerte de Froilán Elespe como uno de los sucesos más traumáticos ocurridos en la localidad se cita en más de una ocasión y por boca de personas que no comparten perfil político. También se nombra como traumática la muerte de Kastresana. Kike Intxausti, de Bizikidetza, denuncia que «lo remataron a bocajarro», y su prima, Nekane Esnal Kastresana, recuerda que no les dejaron darle el último adiós y que, pese al duro momento, los trataron con «mucha brutalidad».

De cara al futuro, las voces recabadas reconocen que las cosas no cambian de la noche a la mañana y que «esto va para largo». Sin embargo, como dice José Luis Navarro, de la asociación Danok Kide, «se van cerrando las heridas y ese vacío que había entre personas que pensábamos diferente se va llenando. Ahora nos saludamos, aunque sea con un simple ‘agur’». Y a pocos, añaden, «restablecer la confianza entre vascos».