Natxo MATXIN
Athletic

El mazazo llega cuando el equipo apuntaba a una mejoría

Un error de San José en la medular cuando trataba de salir con el balón jugado dio lugar al único gol delencuentro, anotado en una gran colada de Beauveu.Llegó a renglón seguido de un paradón de Cuéllar y de un cabezazo del pivote navarro al travesaño.

LEGANÉS 1

ATHLETIC 0

 

Necesitaba el Athletic variar en Butarque el tramo competitivo poco convincente que venía protagonizando en sus últimos enfrentamientos, pero, lejos de ello, lo acentuó todavía más con un resultado negativo que ensombrece el panorama. La derrota por la mínima –los rojiblancos han jugado tres veces contra el Leganés y todavía no saben lo que es ganarle– vino propiciada por un fallo de Mikel San José en el medio campo al tratar de salir el pivote navarro con el balón jugado.

Paradojas del fútbol, la posterior gran jugada de Beauvue, con dos recortes incluidos y fusilamiento de Kepa, llegó en el momento en el que los de Kuko Ziganda estuvieron más cerca de ponerse por delante en el marcador. Una colada de Williams por la derecha que acabó con un disparo cruzado que sacó la manopla de Cuéllar y un cabezazo del citado San José al travesaño a la salida del corner provocado por el cancerbero pacense bien pudieron generar un rumbo bastante diferente para el encuentro.

Sin embargo, los leones no tuvieron premio a ese mejor hacer, que apenas duró ocho minutos, muy poco bagaje para una plantilla a la que se le presupone calidad de sobra como para tener una mayor presencia ofensiva en un partido de estas características. Y es que, al menos en la mitad del choque, hubo mucho miedo por ambas partes. Lo sucedido en los últimos compromisos pesó sobremanera en el estilo de juego que desplegó el equipo vasco durante la primera parte.

Una medular aguerrida, sin director de fútbol, abusivos envíos directos para evitar las pérdidas y una preponderancia por la mentalidad defensiva, sumado a una zaga con numerosos cambios, que se notaron en más de un lance atacante de los locales. Una dinámica que buscaba romper líneas con continuos balones aéreos, práctica para no arriesgar, pero muy restrictiva para el concurso de los jugadores más talentosos de ambas escuadras.

Una peinada de Raúl García –muy poco participativo ayer el de Zizur Nagusia– y un empalme al anfiteatro de San José fueron los únicos remates reseñables, ninguno de los dos encontró portería, de una fase de partido que bien se puede borrar de la memoria futbolística sin riesgo de cometer una tropelía. El conservadurismo primó sobre cualquier otra prioridad, habida cuenta de la situación de donde venía el cuadro de Ibaigane.

Cambio de actitud

Un planteamiento que, a tenor de lo que debió ocurrir en el intermedio –obligatoriamente tuvo que haber charla (o reprimenda) de Ziganda–, se vislum- bró como poco válido. Si realmente había que encontrar una vía resolutiva a la espesura del enredado trayecto en el que se encuentra inmerso el Athletic, ese no parecía el camino adecuado para lograr salir de semejante laberinto.

Aunque Iturraspe le dio mayor fluidez a la circulación del cuero, más que el cambio de cromos –saltó el de Abadiño por Vesga–, lo que realmente marcó la diferencia fue el cambio de actitud de todo el once, dispuesto ahora sí a ser quien gobernase el ritmo del encuentro, adelantando varios metros sus posiciones para ver más de cerca los dominios de Cuéllar.

Fue el momento de la opción Williams, muy desaprovechada hasta ese tramo la velocidad del de Errotxapea por el carril diestro. De él surgió la mejor oportunidad para subir el 0-1 al luminoso, aunque quizás eso habría ocurrido si en lugar de chutar hubiese dado el gol casi hecho a un Aduriz que entraba solo a su altura. Sea como fuere, la elección de disparar fue muy bien ejecutada, pero se encontró con los reflejos de un Cuéllar que salvó a su equipo y, a renglón seguido, muy bien lo pudo enterrar en una salida a por uvas que acabó con el cabezazo de San José al larguero.

Del 0-1 al 1-0

Todo el positivo giro que había dado el Athletic y que aventuraba una imagen bien diferente a la que se vio en los primeros cuarenta y cinco minutos se fue al garete con la sobresaliente diana de Beauveu. El Leganés, que ya no es un pardillo en Primera, no solo recogió agradecido el regalo, sino que supo guardarlo con esmero en su zurrón. La tercera victoria en sus últimas cinco jornadas imbatido era un botín demasiado precioso como para dejarlo escapar por parte de un equipo que sabe que sufrirá en el objetivo de mantenerse en la categoría.

A los de Ziganda les tocó a partir de ahí la siempre complicada empresa de remar contracorriente, con un adversario que se manejó mejor en semejante coyuntura. De hecho, estuvo más cerca el 2-0 que el empate, pertrechándose el Leganés muy ordenado en su campo y saliendo con una velocidad endiablada en pos de los numerosos huecos que dejaba un Athletic a la desesperada.

Una contra hilvanada al primer toque y que se antojaba mortal dejó a Amrabat mano a mano con Kepa a falta de un cuarto de hora para el final, pero el de Ondarroa sacó un pie salvador. Dos minutos antes, el lance polémico del encuentro, un empujón dentro del área a Aduriz que bien se pudo pitar penalti. Ni siquiera en eso fue el día del conjunto vizcaino.

 

«Tranquilidad y hay que remar en la misma dirección»

«Mucha tranquilidad, más grupo, más tener claro que hay que remar en la misma dirección. Todo lo que significa ganar o perder tiene una dimensión muy grande y nos tenemos que centrar solo en las cosas que tenemos que mejorar, y trabajar mucho», fue la receta que defendió Kuko Ziganda para salir de la actual situación.

Pese a la derrota, el técnico destacó la actitud de su equipo, «al que ves que acaba intentando dar la cara, jugando con muchísimo corazón, no dándose por vencido después de venir de viajes largos y con un calendario tremendo».N.M.