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La ONU pide dinero ante el éxodo rohinyá, el mayor desde Ruanda

En la conferencia de donantes celebrada ayer en Ginebra, la comunidad internacional prometió 335 millones de dólares para hacer frente a la grave situación humanitaria provocada por la huida en casi dos meses a Bangladesh de más de 600.000 refugiados rohinyás. Se trata del mayor éxodo desde los años noventa y la peor crisis humanitaria por su rapidez y magnitud. El Ejército birmano ha destruido totalmente o parcialmente 288 pueblos rohinyás, según HRW.

Cerca de un millón de refugiados rohinyás han llegado a Bangladesh huyendo de la violencia de las fuerzas birmanas y cada día siguen entrando al país miles, un flujo migratorio que el embajador bangladeshí en la ONU, Shameem Ahsan, calificó ayer de «insostenible».

Unos 600.000 rohinyás han cruzado la frontera desde el 25 de agosto cuando un ataque de milicianos contra policías y militares provocó una represión sistemática de las fuerzas birmanas que la ONU ha tildado de «limpieza étnica».

«Se trata del éxodo más rápido de un solo país desde el genocidio de Ruanda de 1994 y, pese a los llamamientos, la violencia en el estado de Rajine no ha parado. Miles siguen llegando diariamente», resaltó Ahsan en la conferencia de donantes celebrada ayer en Ginebra.

Desde el 25 de agosto, más de 600.000 han llegado a Bangladesh que, ya antes del estallido de esta nueva ola de violencia, acogía a 400.000 rohinyás.

El 60% de los recién llegados son niños y mujeres. Ahsan admitió que la llegada y presencia de tantos refugiados en Cox´s Bazar, distrito cercano a la frontera con Myanmar, ha creado «una masiva presión social, económica, demográfica y ambiental sobre el país».

El Gobierno ha asignado 3.500 hectáreas para los rohinyás, dado que el campamento principal está totalmente saturado. Tiene previsto construir asentamientos para 150.000 familias, de los que hasta el momento ha levantado 114.826.

El ministro de Interior de Bangladesh viajó a Rangún para reunirse con las autoridades birmanas y encontrar «una solución duradera», pero «la propaganda que define a los rohinyás como inmigrantes ilegales de Bangladesh (...) sigue siendo un escollo», advirtió Ahsan.

Sin precedentes en la región

El jefe humanitario de la ONU, Mark Lowcock, recordó que no se trata de una crisis aislada, sino que es solo la última «ronda de un círculo de persecución, violencia y desplazamiento que dura ya décadas».

Advirtió de que «si no hacemos frente a los problemas de raíz en Myanmar y ello de manera urgente, no veremos pronto un fin a la crisis». El director general de la Organización Internacional para las Migraciones, William Lacy Swing, remarcó que la emergencia «no tiene precedentes en esta región y en muchas partes del mundo».

 

«La necesidad de agua limpia es extrema», alerta MSF

La mayoría de los refugiados viven en campamentos improvisados sin acceso adecuado a refugio, alimentos, agua potable o letrinas. «Raramente he visto tanta gente, cientos de miles, viviendo en refugios improvisados y varados en una zona del tamaño de una pequeña ciudad europea con muy poco acceso a servicios básicos. Las necesidades de los refugiados, especialmente con respecto al agua limpia, son aún extremas», subraya el experto en agua de Médicos Sin Fronteras, Paul Jawor, quien acaba de regresar del sureste de Bangladesh.

En Unchiparagn, uno de los campamentos donde MSF brinda atención médica, las 33.000 personas que viven allí «solo beben agua superficial no tratada que recolectan en arrozales, charcos o pozos poco profundos cavados a manos. Muchas de las pocas letrinas disponibles ya están desbordadas, por lo que la gente defeca al aire libre, lo que contamina aún más el agua», señala Jawor. MSF ha construido más de 200 letrinas, 25 pozos y un sistema a abastecimiento de agua.GARA