Iratxe FRESNEDA
Docente e investigadora audiovisual

Bruselas

Un paseo de unas horas por Bruselas me lleva a escrutar la ciudad con mirada peregrina. Observo los contrastes y desastres arquitectónicos, las ropas de los que la transitan, las maletas y los carritos de supermercado repletos de aquello que sobra y que no es deseado. Miro y observo posibles historias por contar, pero reprimo el deseo de registrarlas, quizá por pudor, quizá por respeto a las vidas y a la intimidad de las gentes con las que comparto tiempo y espacio, o puede que por aquello de que hay “demasiadas imágenes” ya.

No registro con la cámara, pero en mi retina vive la pareja de “expatriados” que, sentada en el suelo con un bebé de pecho y otro que apenas camina, pide monedas. Hace frío y su carro lo componen lo que parecen ser sus únicas pertenencias, aún así sonríen. La madre extrae uno de sus pechos y da de mamar al bebé, el hombre a su lado atiende al niño. La gente pasa sin mirar hacía el suelo, con sus trajes bien planchados y sus corbatas bien anudadas. Unas calles más allá grupos de turistas comen gofres a cinco euros y se fotografían al lado de una estatua minúscula de un niño orinando. Es fascinante y metafórico comprobar hacia dónde dirigimos las miradas, los niños en el suelo, los reales, no interesan, la atención la acapara un mini pene que “se mea en todo”. La vieja y podrida Europa de los mercaderes, las élites y las masas disciplinadas en la idiocia. Nos divertimos mientras nos mean.