Ingo Niebel
CONGRESO DE ALTERNATIVA PARA ALEMANIA

La AfD se esfuerza en mantener sus filas cerradas

El pasado fin de semana la derechista Alternativa para Alemania (AfD) puso orden en sus filas tras un desastroso inicio después de las exitosas elecciones generales del pasado setiembre. De su congreso ha salido más radicalizada y, hasta cierto punto, también cohesionada porque las circunstancias se lo imponen.

Si el pasado domingo hubieran tenido lugar elecciones generales, la AfD habría obtenido algo más de un 10% de votos, según una encuesta del instituto Forsa. Sería solo 2,6 puntos menos que en los comicios del 24 de setiembre cuando entró por primera vez en Parlamento alemán, siendo además tercera fuerza política detrás de la CDU de la canciller en funciones, Angela Merkel, y del SPD de Martin Schulz.

Pero la euforia no duró ni 24 horas porque en la rueda de prensa de rigor al día siguiente de las elecciones, la copresidenta de la AfD, Frauke Petry, anunció que abandonaba la formación. Poco después su marido, Markus Pretzell, a la sazón jefe del comité regional de Renania del Norte-Westfalia, le siguió.

Ante este fondo, la formación se vio obligada a reordenar su estructura. El congreso transcurrió un tanto caótico y la elección del nuevo número dos para la copresidencia fue digna de una jugada de “House of Cards”.

En un principio, el copresidente del grupo parlamentario de la AfD en el Bundestag, Alexander Gauland, dijo que no se presentaría para dicho puesto. A por este cargo iba el jefe de la AfD de Berlín, el coronel retirado Georg Pazderski.

A pesar de que usa un vocabulario que indica cierta cercanía a la ultraderecha, es considerado como un «moderado» o «conservador liberal», abierto a un consenso con la CDU para gobernar juntos. Su elección, que parecía segura, se complicó cuando el ala nacional-conservadora, liderada por Björn Höcke y André Poggenburg, lanzaron su candidata, la aristocrática abogada Doris von Sayn-Wittgenstein. Höcke es conocido por sus alusiones al nazismo que siempre quedan por debajo del delito de apología a la ideología hitleriana. En su día, Petry promovió su expulsión, pero la agrupación interna que lideran Höcke y Poggenburg –“Der Flügel” (el Ala)– reúne entre el 20% y 30% de los afiliados. Por un lado rechaza cualquier colaboración con los «partidos del sistema» (término despectivo que la ultraderecha utilizó en la República de Weimar). Por otro, hace de bisagra con el tradicional mundillo neofascista, donde se mezclan neonazis con el emergente movimiento identitario y los xenófobos de Pegida.

La sorpresa fue que en dos vueltas Von Sayn-Wittgenstein empató con Pazderski, impidiendo así que su rival obtuviera la mayoría absoluta necesaria para ser elegido como copresidente. Con la excusa de evitar que la AfD se fracturara, ambos decidieron retirar sus candidaturas cuando Gauland se presentó como el «candidato del consenso».

También él se ha hecho notorio por sus comentarios racistas y revisionistas, por ejemplo, alabando las supuestas hazañas de los integrantes de las Fuerzas Armadas alemanas del nazismo. Ante este fondo no extraña que frenara a aquel sector que en su día quiso echar a Höcke del partido. El ala de este último ha mostrado la fuerza que sigue teniendo dentro de la AfD.

Lo que mantiene unidos a los dos polos son las circunstancias. Ninguno puede librar ahora una mayor pugna por el poder interno mientras no se sabe si tal vez a principios del año habrá que ir a unas elecciones anticipadas. Está semana el congreso del SPD va a decidir si su cúpula debe sondear el terreno con la CDU para iniciar la tercera Gran Coalición. Hasta ahora Merkel y su política, marcada por el consenso con los demás partidos en los puntos clave, ha sido el blanco principal de la propaganda AfDista. Sin embargo, el panorama está cambiando.

En las fracasadas conversaciones sobre un tripartito con la CDU y los Verdes, el Partido Liberaldemocrático (FDP) adoptó algunas posiciones de la AfD respecto a como frenar la llegada de más refugiados. En Baviera, la socia de la CDU, la Unión Social Cristiana (CSU), cambiará a principios de 2018 a su actual ministropresidente, Horst Seehofer, por Markus Söder quien opta por recuperar posiciones derechistas perdidas ante la AfD. Otro peligro le surge también desde el SPD. Ayer el ministro de Exteriores en funciones, Sigmar Gabriel, anunció una revisión de la política alemana hacía los EEUU de Donald Trump. En otro tiempo, esas declaraciones habrían sido calificadas de «antiamericanismo», otro tema principal de la AfD.