Pablo CABEZA
BILBO
Elkarrizketa
URKO EIZMENDI
GUITARRA Y VOZ DE PET FENNEC

«Es importante que cada uno haga lo que quiera y sin copiar al de al lado»

Pet Fennec es el proyecto del músico donostiarra Urko Eizmendi. En 2010 parte hacia San Francisco, de aquí a Londres y regreso a su ciudad, al barrio de Gros, desde donde inicia «Mount pleasant», álbum de pop-rock que presenta mañana en la sala Kafe Antzokia de Bilbo.

“Mount pleasant” es el debut discográfico de Urko Eizmendi, guitarra y voz, bajo el respaldo de Pet Fennec, experiencia a la que se añaden cuatro músicos más. El álbum se abre con la delicada “Shabby”. Conocido su currículo cabe pensar que algo tienen esas voces de los recordados Beach Boys (incluso algún arreglo) o de CSN&Y, pero sin débitos formales con el pasado, pues el músico del barrio del Antiguo, donde nace, suena con el conocimiento del pasado y un sonido actual. Sin embargo, “Under the sun” tiene señas de power pop, que en el fondo, no dejan de ser canciones de voz cuidada, bien armonizada y con un acompañamiento sólido. Pero tampoco el patrón se repite. Simplemente es la mochila de la experiencia y la inquietud.

Después de haber realizado un año de intercambio en una universidad de San Francisco (2010), a Urko Eizmendi Donostia se le queda «un pelín pequeña». Necesita una ciudad más grande con mezcla de culturas y oferta musical y artística y la elegida es Londres, donde vive durante cinco años. Tras el regreso se instala en Gros, resetea sus neuronas y entre la quietud ambiental va dando forma a lo que ya se gestó, en buena medida, en Londres.

Eizmendi vuelca su pasado y presente en surcos agitados entre el pop y el rock de alta intensidad junto a cuidadas melodías vocales. Conduce el disco sin estridencias, con una apuesta que no se parece a nada de lo que se graba en Euskal Herria. Sus canciones se evaporan entre rasgueos de guitarra más preocupadas por lo que dicen que por el volumen, estrofas con suave tono pop, en ocasiones agitado, y ritmos medios sutiles. Dejar pasar “Shabby”, “Under the sun”, “Sayin’” traslada al oyente a “Vishal news”, donde se emprende otra tipología de canción, más pop, con otra luminosidad deudora de unos entusiastas sonidos de teclados o bien la fragilidad de “Lull”, delicada y de sonidos limpios. Como una pequeña sinfonía suena “Penguin boy I”, prolongada por el éxtasis desarrollado en “Penguin boy II”. Y algo semejante sucede en los poderosos seis minutos de “Richmond”, otra de las canciones épicas, con un crescendo final envolvente y sublime. El disco concluye con “Running”, repleta de buen gusto y sensibilidad. No hay forma de no repetir escucha.

Urko Eizmendi cuenta con una voz cultivada, flexible, como un roce y un arañazo sin uñas. Es el mayor tinte de “Mount pleasant”, pero la grabación del disco en el estudio de Yon Vidaur, más su producción, aporta llamativos arreglos de teclados, atmósferas envolventes y guitarras preciosistas. En directo la voz principal se arropa mediante el apoyo de dos músicos a las voces.

El disco, publicado solo en vinilo y con una portada muy atractiva, se presenta mañana en Kafe Antzokia de Bilbo a partir de las 21.30, con Lester y Eliza como proyecto invitado, una apuesta de cuidadas formas. Pet Fennec son en directo Iñaki Castro (Mantisa, Yemen Ra), batería; Eneko Oyarbide (Roulot), guitarra, coros; Xabi Arratibel (Nerabe, Hyedra), teclado, coros; Iñigo Azkue (Mantisa), bajo, y Urko Eizmendi a la voz y guitarra.

De San Francisco a Londres y regreso a Donostia con un bagaje musical considerable

En California me aficioné a los estilos propios de su sello identitario, los Beach Boys. Toda esa ola de sicodelia pop de finales de los 60 con Monkees, Byrds, Sagittarius... y su respuesta británica (Hollies, Zombies..), sin olvidar a otros indispensables como CSN&Y, Fleetwood Mac (el de Lindsey Buckingham), Springsteen, Dylan… Ya en Londres comencé a interesarme por el indie más crudo y de producción seudocasera que empezó a desarrollarse en la década de los noventa con grupos como Pavement, Neutral Milk Hotel... Había una especie de escena revival allá por 2012 en el Este de la ciudad y a mí, creo que me ha influido bastante.

De Londres a Donostia, esto no sé si no implica un bajonazo ambiental. Sin obviar a Manchester, Bristol, Liverpool...

En Londres das una patada a una piedra y te sale un equipo de trabajo impecablemente competitivo para llevar a cabo una superproducción de Hollywood. Lo que pasa es que solo salen adelante los que estén dispuestos (generalmente) o puedan permitirse trabajar gratis durante un largo tiempo. Las ciudades que mencionas son epicentros de escenas (post-punk, trip-hop, merseyside…) que han dado forma a la cultura pop tal y como la conocemos actualmente, reflejadas todavía en los medios y festivales más influyentes del planeta. Es normal que esas ciudades tengan una oferta cultural más rica que la de Donostia o Bilbo. En Euskadi, lo que es escena, pues no la veo, pero tampoco quiero verla. Creo que hoy más que nunca, con toda esta lluvia de meteoritos en forma de historias de instagram, es importante y tiene sentido que cada uno haga lo que realmente quiera, sin copiar al de al lado. Las hermandades ya las hemos creado en los locales de ensayo y los conciertos de siete asistentes, aunque vistamos diferente. Salas como Dabadaba y promotoras como Gure Bazterrak siempre nos regalan una buena dosis de oxígeno, así que no me quejo.

¿Cómo compagina su carácter de solista con el hecho de trabajar con banda?

Considero Pet Fennec mi proyecto en solitario, donde he volcado y pretendo seguir volcando mis composiciones, por variadas que sean y lo vayan a ser. Trabajo mucho en equipo con mis compañeros y otra gente externa, pero al final del día, la última palabra la tengo yo, y la iniciativa para hacer las cosas tiende a salir de mí. Me encantaría poder quitarme todo el curro de gestión y dedicarme plenamente a la creación y la interpretación, pero, sinceramente, creo que hoy día es un poco ingenuo pensar que haciendo indie te van a llamar por amor al arte. Tienes que salir rentable, y para ello hay muchos más factores en juego que los puramente musicales.

Graba con Yon Vidaur, que suele implicarse a fondo en contenidos.

A Yon, a pesar de ser un ingeniero fantástico, prefiero considerarlo productor así como diseñador de sonido, ya que es su cualidad más atractiva bajo mi punto de vista. En este disco casi todos los instrumentos los he tocado yo, menos la batería, que la toca Iñaki Castro. A Iñaki lo conocía de haber currado en la FNAC juntos y también de la sala Mogambo, que al final éramos siempre los mismos en los conciertos. Al volver de Londres me dijo que le gustaba mi música y le dije que andaba buscando batería, así que empezamos a quedar para ensayar y se sacó las baterías.

No parece evidente, pero no tiene algo de soul y ritmo y blues, «Route», por ejemplo.

Eres el primer periodista que menciona el rythm & blues para indagar entre mis influencias, y me hace mucha ilusión. Francamente no soy muy de blues, pero sí de soul y funk de los 60 y 70. Me flipan Otis redding, Sam Cooke, Marvin Gaye… Sus melodías vocales son inmejorables, el ritmo una pasada y los juegos de acordes casi siempre, también me encantan.

Hay canciones donde los sintetizadores o teclados se apoderan de la canción. Es como mantener un duelo entre fuerzas.

La primera parte es más abstracta, creo que bebe de los Flaming Lips y Destroyer un poco, con esa trompeta etérea. Luego ya vuelve a la normalidad orgánica del formato eléctrico.