Pablo CABEZA
BILBO
Elkarrizketa
ZUBEROA AZNAREZ
VOCAL, ARPA, FLAUTAS, GUITARRAS...

«Siempre me he sentido ligada a la naturaleza, me he criado en ese entorno»

Diabulus in Musica es el lecho habitual para la incorpórea voz de la iruindarra Zuberoa Aznarez. No obstante, llevaba tiempo deseando un disco folk. Tras años de intenso trabajo llega «Beyond the threshold», álbum que también conectado con la new age, lo celta, el sinfónico y lo fílmico.

“Beyond the threshold” es uno de los discos con más valores desde el año no sé cuántos hasta el presente. La voz de la iruindarra Zuberoa Aznarez posee un timbre, temple y tesitura al alcance de muy pocas gargantas. Es asimismo elegante entonando y próxima, además de multiinstrumentista. De hecho es un disco materializado por ella misma en un elevado tanto por ciento. Sí cuenta con ayudas, como la de su compañero Gorka Elso, piano y arreglos orquestales, junto a Miguel Cortari. Puntualmente suma apoyos de violín, guitarra acústica, cello y bajo.

Aznarez, como Elso, son componentes de Diabulus in Musica, formación de metal sinfónico (power y gótico) con fuerte repercusión en Europa, desde donde editan sus discos en sellos de peso. Desafortunadamente, son poco conocidos en Euskal Herria, cuestión del preocupante déficit cultural que se padece.

Recientemente Zuberoa ha colaborado en Dark Shara el nuevo proyecto de la filandesa Heidi Parviainen (ex-Amberian Dawn). No obstante no es su única participación internacional. En zuberoaaznarez.com se puede leer una amplia biografía donde la multiinstrumentista recorre su agitada vida de formación (licenciada en Historia y diplomada en Arte, al margen de los estudios de música) y diferentes experiencias vividas.

Retomando el camino hacia “Beyond the threshold” resulta complejo destacar canciones, ya que los 40 minutos son de similar calidad. En ocasiones el tinte llega desde las diferentes flautas utilizadas por Zuberoa, en otras será su arpa, los arreglos orquestales, su onírica voz. Será una escucha encantada, evocativa en extremo. Sonidos celtas y new age fundidos en olla druida. “Ephemera” podría ser lo más cercano a una canción pop, el resto es una sinfonía de remembranzas, ensoñaciones y belleza, como “The threshold”, “Winter dawn”, con sus flautas, cuerdas, percusiones..., “Lamien doinua”, con trinos, arpa, orquesta, vuelo, crescendos..., “On the fields”, guitarra acústica, flauta...., el piano de “Streched on your roots”, sensual. Lo sublime ambientado por una voz templada, acogedora, fiel.

Posee la suficiente experiencia como para no necesitar referentes. Quizá la canadiense Loreena McKennitt, más lejana Enia. Ambas tenían un corte celta. Y celta es el aire global del disco, pero con un toque de música antigua, new age...

Siempre me han gustado las músicas del mundo, siendo la celta una de mis favoritas. Tanto a Loreena como a Enya las descubrí en la adolescencia. De Enya no he escuchado demasiado, quitando algunos éxitos y “El señor de los anillos”, pero podría considerarla un referente tal vez en cuanto a la creación de ambientes y uso de la reverb en la voz. De Loreena sí que tengo varios discos y he tenido la suerte de verla en directo. No sé si ha podido influir directamente en mi música, no conscientemente, pero desde luego que ha formado parte de mi banda sonora. Es más difícil buscar referentes actuales. Me gusta el folk metal y el pagan folk, pero no tengo ningún reflejo claro y yo ya hacía música antes de conocer estos géneros. Supongo que mi influencia principal viene de toda la música folk, new age, antigua y bandas sonoras que he escuchado a lo largo de mi vida.

Folk evocativo, conectado con la naturaleza, lo onírico.

Sin duda lo que pretendo es recrear ambientes de ensueño, relajantes y transportar al oyente por diferentes paisajes tanto sonoros como visuales, ya que la imaginación es parte de la escucha. Al menos es lo que yo siento cuando escribo. Nuestra tierra bebe mucho de toda esta influencia folk y además nuestros paisajes nada tienen que envidiar a los de otras tierras que suelen evocarse en este tipo de músicas. Si tengo que hablar de influencias o referentes no musicales, desde luego lo son nuestra cultura, naturaleza y paisajes.

La escucha es suave y delicada, quizá pasa ajena al profundo trabajo que hay detrás de cada segundo.

Ni te lo imaginas. Además, al ser un trabajo individual hay veces que pierdes la perspectiva, lo que complica bastante las cosas, por eso a veces necesito un punto de vista externo cuando termino una canción. El plan inicial fue escribir para un grupo pequeño de instrumentos, con idea de, dado el caso, poder llevarlo con facilidad al directo, pero solo unos pocos temas acabaron siendo así y empecé a darle prioridad a las ideas que comenzaban a surgir en mi cabeza más que al directo. Siempre digo que la música se escribe sola, a sí misma. Empiezas con una idea, pero de pronto aparecen más y lo que en un momento iba a ser un dúo, se convierte en una orquesta sinfónica. Otras veces tengo la sensación de que menos es más y me quedo solo con un par de instrumentos y voz. La propia canción te va pidiendo una cosa u otra, aunque a veces es muy complicado elegir.

Sobre otros artistas posee la enorme ventaja de que es vocalista, con educación académica, y, además, multiinstrumentista, lo que le permite «ver» el todo con ojos especiales, aunque también equivale a más trabajo y responsabilidad.

Sí, pero ¡no sé si es una ventaja! Supongo que sí, que ayuda a la hora de escribir y mezclar, ya que si te limitas a un instrumento puede que pierdas la visión global del conjunto o que inconscientemente le des prioridad a tu instrumento, no lo sé. Intuyo que a mí me ha ayudado a la hora de elegir un sonido u otro según la melodía, según lo que quieras transmitir…, pero, desde luego, que es más trabajo. Por otro lado, de este modo tu música es lo que quieres que sea, es cien por cien uno mismo y eso tiene mucho valor. Me gusta que me aconsejen cuando estoy perdida, pero hay veces en las que tengo clarísimo que una canción sea de una determinada manera y, además, desde que la estoy escribiendo ya estoy oyendo cómo debería de sonar en mezcla y eso es genial.

Cuenta con un home estudio, lo que facilita la creación y el camino hacia el final.

En un principio ni siquiera pensé en publicar un disco. Iba escribiendo canciones, casi como terapia. Simplemente escribía la música que en ese momento me apetecería escuchar. La primera fue “The Threshold”, se la enseñé a Gorka (mi marido y teclista de Diabulus in Musica) ya que dudaba si meterle percusión o no. Gorka la cogió y le añadió una base electrónica que me gustó mucho, así que pensé en grabarla. También tengo que agradecer a mi amigo Héctor Corcín porque fue él quien al escucharla me animó a grabar el disco completo. Fue él quien hizo el videoclip de este tema y quien me aportó varios consejos de mezcla y masterización. Su confianza en el proyecto me dio ánimos para ponerme las pilas y grabar el resto. El proceso compositivo también ha sido muy variado. Yo estoy acostumbrada a escribir directamente con instrumentos virtuales, partiendo generalmente de una melodía voy añadiendo el resto de instrumentos, pero esta vez varias canciones surgieron improvisando con el arpa, guitarra o piano. Lo de cuándo se acaba esta canción es un problemón, porque cuando pagas un estudio por horas te lo piensas dos veces, pero cuando tienes las canciones tan a mano les das mil vueltas y hay que saber decir “ya”.

¿La idea de las orquestaciones parte de usted?

Sí, son mías. Lo que hizo Miguel fue mejorar el sonido de los samples para hacer que sonaran todavía más reales. Lógicamente no cuento con una orquesta sinfónica para la grabación, así que lo escribo todo usando librerías de orquestación midi. Miguel es un amigo, excompañero de nuestra primera banda de metal Dragon Lord y que ahora está muy metido en estudiar todas la posibilidades de la orquestación midi.

La naturaleza evoca con fuerza en «Lamien doinua», qué sería de nosotros sin los pájaros. Esta minisinfonía produce escalofríos y es muy sugerente y reflexiva.

Vivo a medias entre ciudad y pueblo, pero siempre profundamente conectada con la naturaleza, de donde viene toda mi inspiración. Por fortuna vivir en Pamplona no es vivir en un Madrid y tenemos la suerte de tener bosque, monte y mar muy cerca. Vivimos a las afueras, muy cerca del río y además mi familia tiene una casa en pleno campo, en un pueblo muy pequeño y cerca de Pamplona por lo que nos pasamos allí prácticamente medio año. Además, las raíces paternas están en Garde (Valle de Roncal) y a mí me gusta mucho hacer monte, así que cada vez que podemos nos escapamos a subir algún pico por el Pirineo o a pasar unos días por allí. Siempre me he sentido profundamente ligada a la naturaleza, me he criado en ese entorno y lo necesito, no podría vivir en una ciudad grande.

Ha sido un trabajo agotador, pero paradójicamente relaja.

He disfrutado muchísimo del proceso y porque para mí componer música es algo totalmente catártico. Claro que hay momentos de tensión y desde luego que hay que meter muchas horas y compaginarlo con otros trabajos y la familia, pero como buena nafartarra soy muy cabezona y si me propongo algo lo consigo.