Elkarrizketa
Ion ARRETXE
Escritor y director artístico de cine

«Escribí el libro porque para mí es importante recordar para no olvidar»

Ion Arretxe (Errenteria, 1964) ha tocado varios campos culturales entre los que destacan los relacionados al cine en el campo artístico, aunque también ha sido guionista en películas como «Éxtasis», «Todo es mentira» o «La soledad». También protagonizó «Tiro en la cabeza», de Jaime Rosales.

Aunque Ion Arretxe se defina como director artístico de cine, lo cierto es que ha participado ocasionalmente como actor y es guionista de películas y de tebeos, y hasta podemos decir que es compositor. Residente en Madrid, acaba de estrenarse como escritor con «Parole, parole. Una infancia en Rentería» (Garaje), un libro en el que echa la vista atrás para contar, desde el punto de vista de un niño, los años vividos allí en la década de los 70.

Su libro nos traslada a los 70 en Errenteria.

Trata de acercarnos a una época concreta en un sitio concreto. Despierta en el propio lector las vivencias de su infancia. Y, concretamente, habla de Rentería porque es un libro para el pueblo. Yo buscaba referencias de Rentería en otros libros y nunca encontraba nada. Me daba rabia que habiendo sido un pueblo tan activo y vivo nadie hubiera recogido eso. Lo tenía que escribir yo y este es el libro que creo que nos merecemos.

Sin embargo, es fácil identificarse con las situaciones a pesar de no ser de ese pueblo.

Cuando hicimos la presentación a la gente le gustó. Y curiosamente, la gente que se ha criado en barrios obreros se ha sentido identificada, sea de Sevilla o de Barcelona.

La voz del protagonista es la de un niño e intenta despertar al niño que todos llevamos dentro. A la gente le pasa que se ríe, pero no de lo que se cuenta en el libro, sino de sus propias vivencias, aún más divertidas.

¿Todo lo que se cuenta son sus recuerdos?

La historia está contada de forma fragmentaria porque incluye cosas que me han medio pasado, que he soñado, que me han contado, que me he imaginado y que he adornado, porque la memoria tiene eso: un recuerdo, como una bola de nieve, va creciendo y se convierte en una cosa que no es exactamente lo que ha pasado.

La forma del texto tiene que ver con las canciones, que se repiten. Los niños aprenden con repeticiones, como esa canción que dice «behin joan nintzen azokara, erosi nuen katu bat...» y primero compra un gato, luego un perro, luego un cerdo y después dice la lista entera. Siempre se va añadiendo algo para que el niño vaya aprendiendo a memorizar. Creo que la memoria hoy en día la delegamos en el disco duro de los ordenadores. Esas canciones nos servían para aprender, igual que las consignas de las manifestaciones, que llevan mucha ideología, son una manera de aprender tu pensamiento por medio de una frase corta. En el libro se repiten muchas cosas porque para mí es importante recordar para no olvidar ni las cosas que nos han pasado ni a los amigos. Por eso escribí el libro; es una manera de recordar a mi gente, de no olvidarme nunca de que soy de Rentería.

Los niños de los 70 jugaban en la calle. Los de ahora, no. ¿Se han perdido algo?

Sí, han perdido la calle. «Parole, parole» trata de cuando los niños pasábamos mucho tiempo entre niños y explorábamos las cosas y las nombrábamos nosotros. Los barrios obreros eran mundos recién construidos y los íbamos descubriendo.

El mundo se le va descubriendo al niño a la vez que a la sociedad. Había una inocencia muy grande y mucho desconocimiento por parte de la gente mayor. Esto se refleja al final, con el tema de las drogas. Las drogas fueron una sorpresa tanto para un niño de 10 años como para su madre de 50. A todos nos pilló de nuevo. Esa especie de adolescencia general que vivió la sociedad me parecía interesante de reflejar.

¿Estamos hablando de un libro que trata de todo?

Siempre me han gustado los libros que tratan de todo como las enciclopedias o «El porqué de las cosas», que era uno que había cuando éramos chavales. Me parecía maravilloso, así que yo también quería que mi libro tratara de todo: de las canciones, la gente, los viajes, el fútbol, el euskara... porque cuando somos niños estamos abiertos a todo. Se apuntan a aprender música, a fútbol, a danza... un niño quiere saber de todo, la especialidad viene después.

Reúne canciones y lemas de la época. ¿Es consciente de que si alguien escribiera un libro así ahora se recogerían canciones compuestas por usted como «Tenía un novio en Alsasua»?

Para mí las canciones han sido siempre muy importantes porque te acompañan toda la vida. Las canciones tienen que ser como el lenguaje, de la gente y por eso me ha hecho mucha ilusión que mis canciones hayan tenido una acogida popular. Yo las cantaba sin más y con el tiempo han ido creciendo ellas solas. Nadie se acuerda quién las ha compuesto y han pasado a ser de la gente.