Alberto PRADILLA
CONGRESO EXTRAORDINARIO DEL PSOE

Sánchez equipara independentismo y violencia machista en su estreno

Pedro Sánchez inició su etapa como secretario general del PSOE equiparando el independentismo a la violencia de género como «palabras que indignan» y que hay que «erradicar». La Ejecutiva del «cambio» incluye a Patxi López y a Roberto Jiménez, jefes en la CAV y Nafarroa que se vieron obligados a dimitir tras los malos resultados de las elecciones del 25 de mayo.

«Desterremos palabras que nos afectan e indignan a todos como crisis, paro, pobreza, desigualdad, corrupción, violencia de género, decadencia institucional, independentismo. Os propongo cambiar la indignación por la confianza de vivir en un gran país, que todos nosotros y nosotras, todos juntos, hacemos grande a España». Equiparando las reivindicaciones soberanistas de Euskal Herria o Catalunya con la violencia machista se estrenó Pedro Sánchez como secretario general del PSOE. Tras ser aclamado el sábado, el nuevo líder de Ferraz pronunció ayer el discurso en el que presentó sus líneas maestras. No se movió de lo ya avanzado la víspera, nada más acceder al puesto: un equilibrio entre las críticas al PP y su reivindicación como única alternativa en el sistema turnista (con varios recados para Podemos), receta federal sin consulta ante las ola soberanistas catalana y constantes referencias a un «cambio» que tiene como base programática la conferencia política pilotada en 2013 por su antecesor, Alfredo Pérez Rubalcaba.

El proceso catalán será uno de los asuntos que Sánchez tenga que abordar en los próximos meses. De hecho, estará sobre la mesa del primer encuentro con Mariano Rajoy, que se celebra hoy en Moncloa y en el que ambas partes aspiran a un pacto de Estado de cara a la reunión del presidente español con Artur Mas, prevista para el miércoles. Ayer, Sánchez no pudo dejar más clara su posición, descalificando el independentismo para, a renglón seguido, presentarse como alternativa ante el «choque de trenes» entre la «derecha madrileña» y el «separatismo de Mas». Lo de identificar las reivindicaciones nacionales catalanas con la élite de CiU es un recurso habitual al sur del Ebro. Y ayer, tras conocerse que el expresident Jordi Pujol defraudó a Hacienda durante tres décadas, Sánchez lo tenía fácil. «¡Qué hipócrita el patriotismo de quien, cuando tiene que elegir entre patria o patrimonio, elige patrimonio y se lo lleva al paraíso fiscal de al lado!» afirmó. Sobre la receta de Ferraz, nada nuevo. «Los socialistas nos proponemos la reforma constitucional para que todos los españoles votemos un nuevo marco de convivencia federal», afirmó, limitando la posibilidad de elegir a dar por bueno el proyecto que defiende el PSOE.

Navarro, López y Jiménez

La inclusión de Pere Navarro como vocal en la Ejecutiva completa un fenómeno que se repite en Hego Euskal Herria: el paso a la dirección de secretarios generales en cuyos territorios existen procesos soberanistas y que se han visto obligados a dimitir ante los malos resultados del pasado 25 de mayo. Tanto Patxi López, que se lleva la cartera de Acción Política, Ciudadanía y Libertades (nuevo nombre para el mismo cargo, el de Relaciones Políticas, que creó ad hoc Rubalcaba tras el congreso de Sevilla) como Roberto Jiménez, nuevo secretario de Emigración, llegan a la cúpula del PSOE tras abandonar sus sucursales de la CAV y Nafarroa en su suelo electoral. Pese a ello, Jiménez habló, en declaraciones a ETB, de «nuevo tiempo» y de «cambio», mientras que López hizo hincapié en la idea de «renovación».

Este mensaje, el de cambio sin renunciar al pasado, forma parte del argumentario base de Sánchez. De hecho, buena parte de su discurso de ayer se centró en reivindicar la figura de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, al tiempo que se lanzaban dardos hacia las fuerzas emergentes como Podemos. «Hoy es un mal día para los que solo tienen un proyecto: atacar a los socialistas. Necesitan decir que somos iguales para sentirse diferentes» afirmó, descartando una «gran coalición» con el PP «en Madrid y en Bruselas» y tratando de situarse como alternativa de gobierno «sin populismos ni demagogias». «Si no se paga la deuda, quien lo acaba sufriendo no es el directivo de un consejo de administración de una gran corporación, sino el empleado que cobra 600 euros», afirmó.

Marcar distancias ideológicas respecto a nuevas formaciones no fue obstáculo para los guiños retóricos. El nuevo secretario general del PSOE apeló en reiteradas ocasiones a los «indignados» y clamó por recuperar el voto de quienes han abandonado el barco en los últimos años. Eso sí, siempre apoyándose en la herencia de Ferraz, del «partido más importante en la historia de España», en palabras de Sánchez. Hoy, la etapa del «cambio» inicia recorrido con la reunión de la Ejecutiva, empeñada en defender durante todo el cónclave que «ni es lo mismo ni se parece» al PP.