Agustín GOIKOETXEA

Un estudio aflora la insostenibilidad del modelo urbanístico promovido

El frenesí por la vivienda unifamiliar, promovido por el sector inmobiliario y permitido por el Gobierno de Lakua a través de las Directrices de Ordenación Territorial (DOT), ha terminado en una dispersión urbana difícil de sostener por el encarecimiento de los servicios públicos que se demandan y una sobreoferta residencial complicada de absorber. Una tesis doctoral analiza la gran transformación que se ha producido.

En dos décadas, de 1991 a 2011, se construyó en la CAV diez veces más que el crecimiento demográfico, 31,7% frente al 3,6%. El responsable de esa escalada, que ha derivado en una sobreoferta residencial, no fue solo el sector inmobiliario, más bien compartió ese responsabilidad con el Ejecutivo de Lakua, que aplicó un planeamiento con visión muy desarrollista en las Directrices de Ordenación Territorial (DOT) de la que se aprove- charon muchos ayuntamientos para engordar sus arcas vía plusvalías urbanísticas. Con la crisis han quedado al descubierto los errores de esas políticas cuestionadas desde el movimiento ecologista vasco, aunque nadie parece asumir la equivocación y menos su responsabilidad.

Esa realidad y su análisis es lo que recoge la tesis doctoral ``La dispersión urbana en el País Vasco. Los patrones de la redistribución espacial de la población y nuevas realidades residenciales y urbanísticas, 1991-2010'', defendida por Roberto Torres Elizburu, quien obtuvo una calificación de sobresaliente cum laude. El profesor de Geografía de la UPV-EHU analiza esa profunda transformación, fijando su atención en lo que ha pasado en municipios de Txorierri, Uribe Kosta, Uribe Butroe, Zuia, Lautada y en la costa guipuzcoana, donde la recalificación urbanística estuvo a la orden del día y ahora nos encontramos con promociones de viviendas unifamiliares aisladas u otras a medio construir por la recesión económica.

El investigador aclara que la dispersión urbana no es propia de la CAV, pues ha afectado a otras sociedades avanzadas del mundo. Para Torres Elizburu, ese fenómeno hay que entenderlo desde una triple dimensión: la sociodemográfica (reconfiguración de los movi- mientos migratorios internos de la población), la residencial (desarrollo y transformaciones del parque de viviendas) y la urbanística-territorial (expansión del suelo residencial clasificado y consolidación de nuevas realidades urbanas). Todos ellos, según el autor, constituyen «procesos concatenados» con gran transcendencia desde el punto de vista espacial y de la ordenación del territorio.

Así, los procesos socio-espaciales propios de la dispersión urbana se han afianzado durante las dos últimas décadas en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, produciéndose un trasvase demográfico desde los municipios mayores de 10.000 habitantes hacia los menores. Muchas de esas personas se sitúan en el perfil de familias con un mayor nivel de renta que, según apunta Torres, han buscado «las amenidades paisajísticas y ambientales de los entornos menos intervenidos».

No ha sido espontáneo

En su análisis, detecta distintos grados en esa explosión inmobiliaria, que se intensificó en el quinquenio 2001-2006, cuando se duplicó la tasa de nueva vivienda respecto a la registrada una década antes. La intensidad fue desigual, dependiendo del herrialde. «Mientras en Gipuzkoa el despegue inmobiliario fue más tenue y gradual, en Araba el repunte fue más tardío pero repentino, mientras en Bizkaia fue temprano y ha tenido gran incidencia en los municipios ubicados al noreste del eje metropolitano del Nerbioi», expone el profesor universitario.

Defiende que, por ejemplo, el Plan Territorial Parcial del área metropolitana de Bilbo buscó fortalecer la función residencial de las localidades del Txorierri. «Derio, llamado a ser centro urbano de referencia, procedió a unas reclasificaciones desproporcionadas de suelo. Destaca -subraya Roberto Torres- la gran mancha de Mantuliz, donde se proyectaba una urbanización de unifamiliares de lujo en torno a un campo de golf, proyecto que está paralizado».

Pero ese fenómeno no ha tenido lugar de forma espontánea o en un vacío normativo, puesto que las DOT han jugado un importante papel dirigiendo y canalizándolo. «Durante el ciclo económico expansivo muchos ayuntamientos se aprovecharon de las estrategias de reequilibrio del sistema de asentamientos de las Directrices de Ordenación Territorial y, aplicando los mecanismos de cuantificación residencial, revisaron el planeamiento con visiones muy desarrollistas», explica Torres. Y añade, «el emplazamiento y las características de partida de los ámbitos receptores han canalizado la llegada de distintos grupos sociales y se ha traducido en entornos residenciales diferentes, desde los más banales o estandarizados en los espacios más expuestos a las presiones urbanas, hasta los más selectos y exclusivos en ámbitos ambientalmente privilegiados».

Reconducir la situación

El estallido de la burbuja inmobiliaria ha obligado a los responsables institucionales a un cambio de rumbo, que se plasma en la modificación de las DOT de 2012, donde se asume la necesidad de reconducir estos procesos de desarrollo y se apuesta por recuperar modelos urbanos más densos y concentrados. Según esta tesis, será muy probable que mientras perdure la recesión, sean las propias fuerzas de mercado las que actúen de contención a la dispersión urbana.

Lo cierto es que, tal y como se recoge en la tesis doctoral, la colonización urbana del teritorio fue progresiva, afectando cada vez con mayor intensidad a municipios pequeños y periféricos que hasta pocos años atrás habían tenido un dinamismo tenue. «Procedieron a importantes reclasificaciones de nuevo suelo residencial, de manera que durante la primera década del nuevo siglo el suelo calificado para usos residenciales aumentó un 23,8%, frente al tenue incremento del 3,7% de la población», incide Torres. De este modo, ha podido constatar que la dispersión urbana ha tensionado al conjunto del territorio vasco, «si bien es preciso matizar que no ha alcanzado la envergadura que ha tenido en otras regiones españolas».

En su investigación se fija en actuaciones en localidades como Sopela, Urduliz, Barrika, Derio, Gatika, Fruiz, Zumaia, Hondarribia, Kortezubi, Larraul, Orendain, Murueta, Zuia, Dulantzi, Elburgo y Baliarrain.