Iñaki SOTO
Director de GARA
IKUSMIRA

Que la guerra no me sea indiferente

Recientemente llegaron a través de la agencia France Press las fotos de una matanza en Siria. No voy a decir de qué lado eran, pero eran verídicas. Lo sé porque eran fotos oficiales, enviadas a modo de prueba para demostrar una hazaña bélica: la victoria en un frente, el avance más allá de las líneas enemigas, la recuperación de un terreno perdido o lo que sea que hubiese en aquel secarral. Los vencedores habían apilado los cuerpos de sus enemigos, no sé si vivos o muertos, y les habían dado fuego, conformando unos montículos infernales formados por extremidades, cabezas y troncos humanos, calcinados pero reconocibles. Frente a las piras unos milicianos aparecían encapuchados, mostrando sus armas y su máxima satisfacción. Creo que ganadores y vencidos eran todos ellos combatientes. Guerra lo llaman; guerra es.

Decidimos no publicar las fotos y no tengo noticia de que nadie las haya publicado. En contra de lo que pensaban sus autores, no creo que su publicación les hubiese beneficiado. Insisto, no sé lo que había allá, su valor estratégico, el factor simbólico de dicha victoria, pero en términos geopolíticos el cálculo era erróneo. Nosotros no las dejamos de publicar en base a ese cálculo, sino porque consideramos que no aportaban para conocer mejor lo que sucede en Siria, además de por su dureza.

En todo caso, la cuestión de las imágenes cruentas, especialmente las de Gaza, me ha provocado otra reflexión. Podemos querer que un bando gane una guerra, pero nadie quiere que los suyos hagan piras humanas, que maten niños indiscriminadamente o que derriben aviones civiles. Eso es la guerra, así se gana en el campo de batalla, quizás. Pero tenemos la certeza de que a medio plazo esas victorias militares tienen un precio político que aleja los objetivos que defendemos. En cierto sentido, preferimos que los nuestros mueran a que maten. Este cóctel de juedocristianismo, geoestrategia y márketing político hace aún más difícil ver en su justa medida a ese monstruo grande que es la guerra.