Mikel CHAMIZO DONOSTIA
Elkarrizketa
ARKAITZ MENDOZA
PIANISTA

«Los poemas de Harkaitz Cano impregnan de nuevos sentidos los `Nocturnos' de Chopin»

Arkaitz Mendoza, pianista y director de la Musika Eskola de Donostia es el artífice de uno de los espectáculos más peculiares de la Jornada Inaugural de la Quincena Musical. El concierto propone un original formato con el público rodeando el piano de cola y el recitador cambiando de lugar.

«...Nocturnizando...», que es como se llama este recital al aire libre que comenzará a las 20.30 en la terraza del Náutico, presenta algunos de los más bellos «Nocturnos» de Chopin junto a las poesías que Harkaitz Cano ha escrito tras escuchar cada uno de ellos.

¿Cómo surgió este proyecto en torno a los «Nocturnos» de Chopin? ¿Y por qué precisamente los «Nocturnos», una música tan popular?

Porque los «Nocturnos» son, quizá, los que mejor me difinen como pianista, el género que mejor se identifica con mi forma de tocar. La idea original no era grabar un disco, sino hacer un recital en la playa. Se lo propuse a la Quincena y les gustó la idea de un concierto nocturno en la Concha, con el piano en medio de la arena. Pero el calendario de mareas anunciaba marea alta para el 1 de agosto y tuvimos que adaptar la idea. Pensamos entonces en unir los «Nocturnos» con la literatura y en ese momento surgió el nombre de Harkaitz Cano, a quien le gusta mucho escribir en torno a la música. Le encantó la idea y, con la mediación del Instituto Etxepare, se decantó el proyecto de un audiolibro en el que cada una de mis grabaciones al piano fuese acompañada de un poema de Cano escrito específicamente en torno a ese «Nocturno». Se publicará a finales de año en euskara con traducciones al castellano e inglés.

Los «Nocturnos» los han tocado y grabado prácticamente todos los grandes pianistas de la historia. ¿No le entra algo de pánico al pensar que el público le puede comparar con Maria Joao Pires o Vladimir Horowitz?

No se me ocurriría competir con los grandes, sería una locura. Pero eso no quita que yo tenga mucha afinidad con esta música, hasta el punto de que en casi todos los recitales incluyo al menos un «Nocturno». Sé que hay grandes versiones, evidentemente, pero no soy muy amante de escuchar los discos de otros cuando preparo un repertorio. Tengo mi propia idea de cómo interpretar los «Nocturnos», aunque habrá quien la considere excesivamente personal.

¿Cómo es su lectura de los «Nocturnos» de Chopin?

Es importante ser consciente de que se trata de una música delicadísima en la que es esencial explicar muy bien las modulaciones armónicas. Si no lo haces correctamente, al ser una música tan libre y ensoñadora, puedes llegar a perderte en el sentimentalismo. Y como además no exigen un gran virtuosismo y son aparentemente fáciles de tocar, mucha gente los interpreta de cualquier manera. Yo trato de detenerme en cada pequeño detalle en el que se explique algo de la pieza, y clarificarlo, aunque eso implique cierta libertad de tempo. Sobre todo, la clave de un buen «Nocturno» está en el uso de la mano izquierda, que es el motor de la música sobre el que se sostienen las melodías soñadoras de la mano derecha.

¿Cómo se integran con la música de Chopin los poemas creados por Harkaitz Cano?

El primer trabajo fue el de la selección de los «Nocturnos», que son muchos. Finalmente elegí el primero de cada serie, para ir dando una idea de la evolución de Chopin a lo largo del tiempo. Le pasé la lista a Harkaitz, que está en San Francisco, y él se dedicó a escucharlos. Creo que trabajaba en ellos por la noche, o al menos me llegaron muy de madrugada un día de mayo. Sus poemas son fantásticos, escribe de una manera prodigiosa y entiende perfectamente el contenido de la música. En uno de los nocturnos, que tiene un ritmo de tresillo, narra por ejemplo el pequeño baile de un bailarín que anda de puntillas, silencioso. Son poemas que impregnan de nuevos sentidos las piezs de Chopin.

El concierto de esta noche tendrá lugar en un lugar peculiar, el Náutico, junto a la bahía. ¿Cree que el escenario ayudará también a esa nueva lectura de los «Nocturnos»?

Esa es, precisamente, la intención: integrar la maravillosa estampa de la bahía en el recital. Además, la hora del concierto está también pensada con un propósito, que el sol se vaya poniendo durante su transcurso. El lugar, el anochecer, el viento y el oleaje, creo que construirán un marco único para la música de Chopin y la poesía de Cano. Y me gustaría que el público participe, que se acerquen y rodeen el piano, que se muevan libres, al igual que el recitador, Ekaitz Unai González, irá también cambiando de ubicación. No será, desde luego, el típico concierto de música clásica.

¿Piensa que la música clásica debería salir más a menudo de los auditorios y fundirse con el paisaje?

Sí, lo pienso sin duda. En casos como este, de los «Nocturnos», la música lo propicia y hasta lo exige. Evidentemente, grandes pianistas como Rafal Blechacz o Krystian Zimerman no van a ponerse a tocar en la playa. Pero nosotros, que estamos en otro estatus pianístico, podemos arriesgarnos planteando nuevos contextos para nuestro recitales y, por qué no, disfrutar de hacerlo. A la Quincena Musical, al menos, le ha resultado una propuesta atractiva y ha decidido que la bahía de la Concha era un lugar más adecuado que el Victoria Eugenia o el Kursaal para este recital Chopin.

Además de pianista es usted crítico musical en «Berria», y de los que no tiene reparos en decir lo que piensa. ¿Es difícil combinar estas facetas, el estar dentro del mundo musical pero también criticarlo?

Lo peor es cuando tienes frente a ti a un amigo. Siempre se genera la inquietud de que si digo lo que pienso y no es positivo, quizá me resultaría más beneficioso camuflarlo, pero si lo hiciera no me sentiría bien conmigo mismo porque habría mentido. Esas críticas son las peores, pero afortunadamente son situaciones no se dan muy a menudo. En cualquier caso, a mí me encantaría que escribieran sobre mí críticas tan tajantes y claras como las que hago yo. Las preferiría mil veces a las confusas e incluso erróneas que me han hecho en alguna ocasión. Me gusta ser muy concreto y excesivamente sincero al hablar de la forma de tocar de otros, e igualmente me gustaría que también lo fueran conmigo. Se aprende tanto de lo bueno como de lo malo y una crítica negativa es una oportunidad para reflexionar y superarse.

Rorschachen test musikatua

(Harkaitz Canok «Malgu du gaua, Chopin gogoan» audioliburuarentzat idatzia)

«Orain pianoa joko dut: zuk esan zer iradokitzen dizun».

Piano hotsa entzun eta esan nuen:

«sukaldeko labana».

Piano hotsa entzun eta esan nuen:

«ogi mamia, baina eskuz moztua, ez labanaz».

Piano hotsa entzun eta esan nuen:

«ezkutuan eta ilunpean heltzeko modu bat».

Eta psikoanalistak: «Fruitu bat heltzen den bezala heldu

ala esku bati heldu?».

Eta nik: «Ze alde dago? Esku bat fruitu bat da».

Psikoanalistak gehiago nahi zuen,

aitor nezala noren aurpegia ari nintzen benetan aditzen,

noren eskua nahi nuen estutu.

Piano hotsa entzun eta esan nuen:

«Heldu esan dut eta ez estutu. Ez da gauza bera.

Zu zara ni estutzen ari dena;

honek ez du fruiturik emango».

Eta psikoanalistak konfesatzeko agindu, polizia baitzen, egiaz,

denok barruan daramagun zelataria.

Eta nik, piano hotsa entzun eta esan nuen:

«Ezkutuan eta ilunpean Matilde Urbachen hatzei heltzeko modu bat da...

Zertarako joan piano kontzertuetara, bestela?».

Nokturno berri bat jo zuen, hizketan jarraitu nuen:

«Nire kamikaze osagarria delako maite dut pianista.

Ni mutu naizenez, esan diezazula berak nire ordez

gaurko aukeratu dudan nire egia».

«Nire behin-behineko egia guztien arteko egia ttiki hau».