Txente REKONDO
Analista Internacional
ANÁLISIS | Reto para el pueblo kurdo

Cara y cruz de otro complicado verano en Kurdistán

El temor con que el Estado Islámico es percibido desde Occidente, al punto de plantearse la ayuda militar a los kurdos, es vista por algunos sectores como una oportunidad de oro para caminar hacia el fin de la partición de este pueblo.

La ofensiva del llamado Estado Islámico (EI) en Bashur (Kurdistán Sur) y el relativo fracaso de los peshmergas, junto al genocidio contra los yazidíes muestran la cara más delicada de la compleja realidad a la que se enfrentan los kurdos, el pueblo sin Estado más numeroso. En contraposición, también se han dado importantes movimientos en torno al futuro del pueblo kurdo: el congreso sobre el islam en Diyarbakir, los resultados de las recientes elecciones presidenciales turcas, la propuesta de referéndum en Bashur o la participación de diferentes organizaciones kurdas en la lucha contra el EI.

Agosto ha llegado con toda su crudeza, con las fuerzas militares kurdas de Bashur, los peshmergas, intentando hacer frente a una sorpresiva ofensiva del EI sobre su territorio. Ese ataque islamista ha dejado en una delicada situación la percepción que se tenía de las citadas fuerzas kurdas debido a diferentes factores: el movimiento sorpresa de los jihadistas que pasó de estar «acechando Bagdad» a lanzar una ofensiva contra la zona kurda que, a día de hoy, conforma el llamado Gobierno Regional de Kurdistán (KRG); el intento previo de las fuerzas kurdas del KRG de controlar una inmensa porción de territorio ante la desbandada del Ejército iraquí, que supuso la división de sus fuerzas y la pérdida de eficiencia; y la superior capacidad del armamento del EI frente al de los peshmergas.

Algunas voces han querido añadir también otros factores que, unidos a los anteriormente citados, también han podido contribuir a esa situación, y que tal vez puedan marcar el futuro desarrollo de la región. Todo parece indicar que los peshmergas pueden haberse «dormido en los laureles» o han estado viviendo de rentas de su pasado.

Las actuales fuerzas kurdas que conforman los peshmergas no son las mismas que entre los años 60 y 80 combatieron a los ejércitos iraquíes. Las importantes transformaciones que desde entonces han tenido lugar en Bashur también han terminado afectando a los peshmergas.

Aquellos combatientes han dado paso a un nuevo tipo de recluta, que en su mayoría no tiene mucha experiencia en «la lucha en las montañas» y ha desarrollado un trabajo policial más que militar. Además no hay que olvidar tampoco la todavía importante caracterización clánica de esas fuerzas, con sus lealtades divididas entre la PUK de Talabani y el KDP de Barzani.

Pero también se han dado importantes pasos que pueden cimentar el futuro del pueblo kurdo. En mayo se celebró en Diyarbakir, en Bakur (Kurdistán Norte), el Congreso Islam Democrático, impulsado por el movimiento kurdo y que obedeció a un llamamiento que Abdullah Oçalan realizó en noviembre.

El PKK y otras organizaciones han tomado conciencia de la utilización que el Gobierno turco, determinados sectores religiosos conservadores kurdos e incluso movimientos islamistas han venido haciendo del islam. La experiencia del pasado, cuando Turquía utilizó grupos como Hezbollah (no confundir con la organización libanesa) contra el movimiento kurdo, o la reciente situación creada por el EI, tanto en Basur como en Rojava (Kurdistán Occidental), así como el auge de nuevos movimientos salafistas en Turquía, han determinado que el movimiento kurdo explore una lectura del islam en clave cultural.

El empleo de las tesis de la «Carta de Medina», una especie de texto constitucional escrito por el profeta Mahoma para la coexistencia pacífica con los no musulmanes. El hecho de que fuera redactado directamente por el propio Mahoma constituye un serio argumento para enfrentar las interpretaciones de algunos grupos salafistas.

Otro aspecto importante, y que en el futuro puede incidir en el complicado proceso de paz entre Ankara y el PKK, han sido las elecciones presidenciales en Turquía. El triunfo de Erdogan no despeja las incógnitas en torno a su postura ante el citado proceso, pero los excelentes resultados del candidato kurdo Selahattin Demirtas, que ha logrado arrasar en el territorio kurdo y ha sabido atraer también votantes de diferentes zonas de Turquía, doblando los resultados de hace unos meses en las elecciones municipales, puede representar una esperanza para una nueva generación en Turquía y en Bakur.

Pero tal vez el mayor avance en la lucha del pueblo kurdo estos días haya sido la unión de diferentes fuerzas para hacer frente al ataque del EI. Militantes del PKK, de las YPG y del PJAK (de Rojhilat o Kurdistán Oriental) han hecho frente a los jihadistas tras el inicial fracaso de los peshmergas.

La experiencia de estas organizaciones en las distintas luchas que mantienen en sus territorios ha sido clave para mostrar la incapacidad actual de las fuerzas de Barzani y Talabani. Tal vez por ello, ante el nuevo rumbo que puede tomar el Kurdistán en su conjunto, algunas cancillerías occidentales se han apresurado a ofrecer armas a los peshmergas.

Este movimiento de solidaridad entre las organizaciones kurdas puede ser un primer paso para superar antiguas rencillas y para comenzar a derrumbar las barreras físicas que Occidente impuso en su día al Kurdistán y que hoy, con el apoyo de los diferentes gobiernos regionales, no quiere alterar.

En este contexto, algunas figuras kurdas en Bashur plantearon realizar un referéndum de autodeterminación en Kurdistán Sur. Las continuas disputas entre los dirigentes kurdos y Bagdad pueden haber sido el detonante, pero otras fuentes apuntan que la propuesta responde a la estrategia de esos líderes kurdos para obtener mayor capacidad de gestión, pero que en ningún caso estarían impulsando un nuevo diseño para todo Kurdistán.

La situación desencadenada por la ofensiva islamista y las respuestas de actores locales, regionales e internacionales, contribuirá, sin duda, a complicar aún más cualquier lectura pausada y profunda en torno a la citada propuesta de referéndum.

Las gentes de Kurdistán repiten un viejo dicho: «Los kurdos no tenemos más amigos que las montañas». Esta frase sigue siendo reflejo de la realidad de ese pueblo, pese a recientes maniobras de algunos actores de la mal llamada comunidad internacional. Por eso, ante el intento de genocidio de los yazidíes algunas voces kurdas, aseguran que «Shingal representa el Leningrado kurdo».