NÁPOLES - ATHLETIC

Cuenta la leyenda que Ulises viajaba en barco en una de sus muchas hazañas, halló a las sirenas y para evitar su influjo ordenó a sus tripulantes que se taparan los oídos con cera para no poder escucharlas mientras que él se ató al mástil del barco con los oídos descubiertos. Como consecuencia de su hábil estratagema una de esas sirenas tuvo que perecer, Parténope. Una vez muerta, las olas la lanzaron hasta la playa donde fue enterrada con múltiples honores. En su sepulcro se instaló después un templo, el templo se convirtió en pueblo, y finalmente el pueblo se transformó en la próspera Nápoles, llamada antiguamente Parténope. El Athletic, hoy, en la histórica ciudad a los pies del Vesubio, solo quiere dejarse embaucar por un sonido, el de la Champions League, dejarse arrastar por su letra, esa que habla de «les grandes et les meilleurs!», lo más lejos posible.

Ese Athletic reciente que dio muestras de lo que es capaz en el mítico Old Trafford, el mismo Athletic que defraudó en la final de Bucarest donde nunca compitió pero de la que seguro interiorizó más de una lección, es el que los athleticzales esperan ver esta noche en San Paolo. Sostenía el irreverente Laporte estos días que le daba igual quién le hubiera tocado en el sorteo. «Es bueno para nosotros competir con grandes equipos», defendía. Esa es la idea. Si un club como el Athletic quiere hacerse un nombre en Europa, más allá de su singular filosofía y su estadio, necesita más Old Traffords, necesita ganar a equipos como el Nápoles del laureado Rafa Benítez. Difficile, ma non impossibi-le. Y si sale derrotado no será un fracaso siempre y cuando se compita, sino un peldaño más en un crecimiento continuo que comienza cada día en Lezama en cualquier entrenamiento del alevín y acaba, quién sabe, como Iturraspe, Susaeta, o Beñat, que llegaron al club siendo unos mocosos, jugando hoy uno de los partidos de sus vidas, la Liga de Campeones.

Ellos tres serán de la partida esta noche, en un once previsible en el que Ernesto Valverde insertará a De Marcos en el lateral diestro. «No quiero decir el equipo, pero a estas horas no hay mucho que esconderse entre los equipos», se limitó a contestar. Sobre la alineación que pueda presentar su rival, Rafa Benítez solo aventuró que tratará de «buscar un equilibrio porque tenemos muchos jugadores que han estado en el Mundial y será imposible que todos se comporten al 100% por la altura de la temporada en la que estamos». Es el caso de Higuaín.

Valverde quiere marcar

Lo que sí es pronosticable que el madrileño salga con su habitual 4-2-3-1, formación cuyo ADN es la intensidad que imprime desde el portero hasta el delantero en el trabajo defensivo y donde la presión es clave para su buen funcionamiento, especialmente de los extremos. Fuertes atrás, peligrosos a la contra, estamos ante un buen bloque que fue el 13º que más ocasiones de gol generó entre las cinco grandes Ligas europeas y el 16º que más posesión tuvo del balón. Otros datos significativos es que fueron el 10º equipo que más goles hizo, 77, llamativamente solo 5 de ellos de cabeza. Y sobre la tan referida peligrosidad del Athletic a balón parado, el Nápoles solo encajó 5 de cabeza la pasada temporada en la Serie A, por 8, por ejemplo, el Athletic.

Un grande en los últimos tiempos del Calcio, con hasta 14 jugadores que estuvieron en el último Mundial brasileño y un técnico experto en competiciones europeas. Quizá por ello ayer Ernesto Valverde les otorgó el favoritismo, aunque matizado. «Teniendo en cuenta el pasado reciente, se puede decir que Nápoles es el favorito, pero no es este aspecto el que hace la diferencia. Hay que jugar y ver qué pasa», dijo el técnico. Sí avisó sobre las pérdidas de balón, sobre la necesidad de salvar la primera línea de presión napolitana e incluso «los pequeños detalles, porque un mal marcaje en una jugada te puede sacar de la eliminatoria».

Rafa Benítez se refirió en sala prensa a las palabras de Muniain de que el Athletic no iría a San Paolo a especular. Ayer, Valverde ratificó al navarro: «Tendremos que tener cuidado de Nápoles, pero en primer lugar tenemos que hacer lo que sabemos hacer. No podemos dejar todo en el partido de vuelta. Vamos a tratar de marcar goles».

Para Txingurri esta eliminatoria es «una oportunidad extraordinaria», como lo es para un hombre que auna todos los valores del club bilbaino, un Carlos Gurpegi que hoy, además, cumple años, 34, y que lo celebrará no con el clásico `zorionak zuri' sino con la imponente letra de la Champions. El de Andosilla reconoció ayer que esta eliminatoria «para mí, que cada vez me queda menos, es especial disputarla». Pero igualmente asumió que el equipo tiene una hinchada detrás, y por ello habló de una «mezcla de muchas ganas de que nos conozcan y la responsabilidad de lo que nos estamos jugando, la ilusión de mucha gente detrás».